sábado, 15 de enero de 2022

Visión binocular, Binocular Vision: New and Selected Stories, Edith Pearlman

 

Pasan los días y seguimos inmersos en una tristeza que nos huele a antigua. Estamos en mitad de una distopía que abate los ánimos y enciende las alarmas del miedo. Miedo. Ya hablé del miedo. La incertidumbre ante el paso del tiempo, el temor a no avanzar, la certeza de que la mentira se ha instalado en los altavoces informativos, el estupor ante la mediocridad infinita de nuestros mandarines, la seguridad de que vivimos en un bucle de alucinación. Pero no importa. Miramos lo cotidiano como si fuera lo único a lo que aferrarnos, observamos el entorno para asegurarnos algo de realidad en nuestras vidas, sin ello, esta película de terror mala, sería insoportable.

Lo cotidiano caracteriza a Pearlman. Cada relato sintetiza un hecho, banal en muchos casos, que se materializa en lo literario, con lo cual se demuestra que las tramas están más pendientes de estar bien contadas que de servir de malabares imposibles a algún autor. Lo que importa es querer contar algo, más que tener algo que contar, los relatos contradicen la teoría estandarizada de que lo que se debe poseer es una buena historia. ¿Acaso  no es buena historia la de un emigrante, la de una pareja que se separa, la de los últimos días de vida de una jubilada? Lo heroico reside en vivir cada día o morir después de haber vivido, esa cotidianeidad es la que fascina a una pléyade de buenos escritores que optan por el cuento como vía de expresión. Este género debe ser conciso, debe centrarse en una parte simplificada de la historia y utilizar un lenguaje preciso, cercano y claro. Es importante conectar con el lector, saber que le va a dedicar un cuarto de hora a leernos, por eso debe ser capaz de captar todo lo que se quiere decir, de una manera rápida.

Nuestra autora es notable. He leído cada cuento con una felicidad importante, como siempre que leo recopilatorios de relatos, he ido leyendo a mi aire, de vez en cuando uno, jamás dos en un mismo día, atribuyéndoles esa aura de santidad que le doy. Me gusta disfrutar con una historia que comienzo y acabo con cierta rapidez, creer que he acabado una novela en unos minutos, sentirme un superdotado que lee a la velocidad del rayo, es virtud, no del lector, sino de la autora. En muchos de ellos he pensado, vaya, qué bueno.

Los cuentos los presento uno a uno, de todos he puesto un brevísimo fragmento. La finalidad de esta entrada  no es tanto un resumen, sino ofrecer la posibilidad de que conozcamos qué y cómo se nos ofrece, saber de una gran autora contemporánea.

Dirección centro. La pérdida de una hija da paso a un relato coral en que se entrecruzan voces que van configurando el cuento con una escritura tranquila que alerta al lector.

 

En el metro, Sophie recitó la lista de estaciones como si fuera un poema. Luego leyó los nombres de abajo arriba. Decir las cosas al revés le ayudaba a recordarlas, a que se le quedaran grabadas.

 

Día de temor. Padre, hijo y nieto en otro país. La virtud del relato es la escenificación de lo cotidiano, la imposibilidad de celebrar Yom Kippur, los deseos, la aceptación y la naturalidad de la historia. La maestría es simplemente eso, hacer sencillo lo que es sencillo, y sencillo lo complicado.

 

Él era el último judío en una tierra maldita.

 

Colonizadores. Me fascina siempre en estos relatos sobre lo cotidiano; sobre nuestras pasiones; sobre el devenir monótono de la vida; sobre el cansancio en las relaciones; sobre el amor y su ausencia. Este relato camina despacio sin estridencias por estos temas mostrando el punto medio de la vida.

 

Un mañana de domingo temprano Peter Loy estaba esperando al autobús que iba al centro. Era octubre y el viento soplaba con fuerza suficiente para que rodaran los desperdicios del bordillo y el abrigo le golpeara las rodillas: abierto, cerrado; abierto, cerrado.

 

El no combatiente. El no combatiente que combate en la vida cotidiana durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial.

 

―¡Victoria!―oyó Richard.

―¡Derrota! ―oyó.

―¡Rendición!

Las risas iban en aumento. Doblaron las campanas de las iglesias, desde la episcopaliana de una punta del pueblo hasta la congregacionista de la otra punta. Los conductores tocaban el claxon, aunque los coches no se movían, porque la calle se estaba llenando de gente: de todos los tamaños y edades, de todos los colores de cabello y de ropa; gente cantando, llorando, bailando sola y en pareja y en trío y en grupo.

 

Vaquita. Una ministra que espera ser destituida o detenida tras una revolución en Sudamérica. La precisión en la construcción de la escritura es magnífica.

 

La señora Perera cerró los ojos del todo. La lactancia había servido de eficaz control de natalidad durante siglos, y la población se había mantenido estable. En una sola generación, la industria de la leche artificial lo había cambiado todo: ahora todos los años todas las familias pobres tenían un nuevo bebé. La señora Perera abrió los ojos.

 

Allog”. Se puede observar el oficio a la hora de resolver la narración. Cuenta cómo Israel admitió asiáticos para solventar la dependencia. La ternura e inteligencia se ven en cada parte del texto.

 

Un año antes el Estado de Israel había suscrito un tratado con una nación pobre del Sudeste Asiático. Según dicho tratado, los ciudadanos israelíes podían solicitar ayuda a personas procedentes de esa nación para que cuidasen a sus ancianos.


Azar. Dentro de los relatos sobre judíos, o con judíos, aquí aparece una sinagoga donde se recibe una Torá checa y se juega al póker. Todo dentro de una cotidianeidad exquisita.

 

Cuando por fin eligieron nuestra sinagoga como nueva depositaria de una Torá de Checoslovaquia ― una Torá cuyo primitivo pueblo había sido borrado del mapa―, el Comité del rollo publicó un anuncio solemne; letras verdes sobre marfil.

 

ToyFolk. La presencia de Europa sigue latente. Vuelve a aparecer Checoslovaquia, ya que una empresa juguetera va a ir allí a abrir una nueva empresa y los responsables hacen amistad con una pareja que restaura juguetes antiguos.

 

La mercería; qué esmerada pirámide de ovillos un gato apasionado por una pelota podría echar abajo todo aquel tinglado.

 

Tess. A veces la literatura es tan tierna y compleja que contrasta con una historia tan dura y humana porque hay una gran sensibilidad detrás y eso impresiona al lector. Incluso el final te deja impactado. Tess es un bebé con multimalformaciones que vive en un hospital. Se establece una doble perspectiva entre la madre y el hospital con una diferencia tipográfica que crea una dialéctica formal que ayuda al lector  a entender la narración.

 

Pero esta residente… tiene planes. Sabiendo que los déficits neurológicos de Tess son múltiples y enmarañados, la pequeña y resuelta doctora lee una historia médica tras otra. Reflexiona sobre o que lee. Reflexiona ahora mientras presuntamente toba un rato de muy necesitado descanso en la sala de médicos. Con los codos sobre la mesa, acaricia con sus delgados dedos su copiosa melena, se pregunta cómo podrían las neuronas listas conquistar las neuronas tontas.

 

Fidelidad. El amor, la fidelidad y la creación todo en una instantánea de un universo particular de una revista de viajes.

 

Cuando el viejo Víctor Cullen, que estaba condenado a no salir de casa, que perdía visión a pasos agigantados, terminó en la cama un reportaje supuestamente escrito en Ataraku, Japón, su editor de World Enough, mayor también pero en plena posesión de sus facultades físicas y mentales, no supo cómo tomárselo.

 

Si el amor lo fuera todo. Lo que siempre me fascina de los buenos cuentistas es la sencillez, la apariencia de liviandad del contenido y de la escritura. Esa capacidad para sintetizar en un punto la complejidad del amor y una tragedia como es la guerra solo está al alcance de una escritora muy grande.

 

La guerra dura tanto tiempo que ya se parece a la paz, le escribió Sonya a su tía. Un día es igual a otro. No hay nuevos horrores, solo los viejos. Se preguntó si la carta pasaría la censura.

 

Noche de Purim. Es continuación del anterior y sigue con la historia de Sonya en un campamento de refugiados después de la II Guerra  mundial. Roland tiene más protagonismo, se centra en a celebración del purim.

 

― Purim es una fiesta― dijo Sonya. Tenía cincuenta y seis años, también era pálida y delgada, pero por naturaleza. Había pasado la guerra en Londres; ahora que había terminado era codirectora de ese campamento para Personas Desplazadas. Menudo eufemismo; fugitivos de la crueldad eran; indigentes eran; personas despreciadas―. Purim celebra la liberación del pueblo judío. De un hombre malvado.

 

El abrigo. Tercero de los relatos asociados a Sonya y Roland. Pasa al desarrollo de la vida. Sonya vive un episodio en que la presencia motivada por un abrigo le devuelve de algún modo el sentido de la existencia.

 

Estaban en el Pont Neuf, cogidos de la mano. De pronto se abrazaron, como si los estragos de París se lo exigieran.

 

Compañeros. Imaginativa. Encuentra el tópico del viaje y del nomadismo en una pareja como elemento vertebrador de la existencia.

 

Y aunque los visillos parecían, como los velos de novia, cosa del momento, sus muebles, de roble macizo, poseían el grosor de la responsabilidad.

 

Selecciono otro fragmento porque me ha gustado como aquí juega con el contraste y es capaz de transmitir desde el objeto la sensación del carácter.

 

En una ocasión el médico del colegio mencionó refiriéndose a ella la palabra “genérica”, y cuando le pedí que identificase ese género soltó uno de sus gordos suspiros: “¿Progenitor hembra? Lo que quiero decir es que es muy primaria”. Yo estaba de acuerdo. Era como si la naturaleza solo le hubiera dado lo más básico; orejas, pequeñas y más bien planas; visión binocular; una dentadura lo bastante fuerte para comer carne de búfalo aunque no se les exigiera lidiar con nada más fibroso que manzanas y apios (Mitsuko cocinaba platos vegetarianos). Se le hinchaban los pechos hasta adquirir el tamaño de tazas de té durante el periodo de lactancia, y luego volvían a bajar. Los pechos del médico del colegio, visibles a veces debajo de la camisa de verano, eran ligeramente más grandes que los de Mitsuko.

 

Cómo caer. La ironía de lo cotidiano se desarrolla en la escritura.

 

Tenía un cociente intelectual muy alto―. Lo cual solo significa que se me dan bien los test de inteligencia ― dijo sin darse importancia, y pareció sincera.

 

La historia. Una reunión cotidiana da lugar a una historia de amor y valentía.

 

―Era de esperar― dijo Judith da Costa.

―Es… esperanzador―dijo Justin, su marido, con su habitual y resuelta tolerancia.

―Ninguna de las dos cosas― dijo Harry Savitsky, que no andaba buscando problemas precisamente;

 

Normas. Una casa de acogida donde se da de comer y se proporciona una biblioteca y como todo en este libro trascurre de esa manera tan fluida y eso tiene un mérito enorme.

 

Y ahora era viernes por la tarde. Comida Gratis acababa de entregar varias cestas de tomates muy maduros. El personal haría salsa lo antes posible. Pam y Donna estaban separando los simplemente muy maduros de los absolutamente podridos.

 

Educación en casa. El relato es un lienzo de la vida de una familia de dos hermanas de una familia de un padre enfermo. Se construye con fases breves. Queda todo pintado.

 

Cuando el invierno de Nueva Inglaterra llegó para quedarse, mi madre compró copos de avena y en las oscuras mañanas burbujeaban en el fogón. Los aborrecíamos. Pero eran el pegamento de la normalidad, el material que supuestamente se iba a pegar a las costillas de las niñas aquellas mañanas de lengua y matemáticas.

 

Disparo fallido. Es un cuento con un estilo desenfadado lo que le da un toque de frescura a las acciones.

 

En la boda de Cynthia, Nancy logró lo que podría  llamarse un éxito. Es decir, uno de los tíos de Cynthia se enamoró de ella.

 

Novia y virgen. En este cuento juega entre las relaciones formales e informales.

 

Suponte que Paul descubre ¿qué? Hugh y ella nunca se habían besado. Nunca se habían cogido de la mano. Una vez los nudillos de él habían abrasado los suyos al pasarle el menú por encima de la mesa. Una vez, a orillas del río, Hugh se tumbó boca abajo  su lado y ella le puso la mano brevemente en la espalda, cubierta de rayas azules y blancas. Él se estremeció y volvió la cara…


Visión binocular. Un recurso que se utiliza en la escritura y en el lenguaje fílmico, es la ventana indiscreta que sirve de excusa para descubrir que, tras una visión, la apariencia es eso, apariencia.

 

Por su cuarenta cumpleaños  a mi padre le regalaron un par de prismáticos. Todos sus colegas médicos colaboraron en el regalo. Mi padre ni se dedicaba a la observación de aves ni era aficionado a los deportes, de modo que las lentes se quedaron encima de la cómoda como si fueran un trofeo.

 

Yayuski. Yayo y yaya judíos. Una casa de verano. Dos primos que hacen el amor. Esa nebulosa de palabras que son, a veces, los relatos que nos muestran los elementos de la vida. Piezas de la existencia.

 

Nunca había conducido de noche, pero resultó que era fácil atravesar los bosques lacados en negro. Había filamentos de plata; agujas de pino que reflejaban la luz de la luna. El largo camino  por delante, el camino de su casa, era suave y gris, como el polvo del ribete de flecos del paño del piano.


Una mujercita. Dos amigos, dos familias, dos maneras de ver cómo pasa el tiempo. Dos maneras de afrontar el devenir.

 

Al cabo de un tiempo llegaron las enfermedades que predice cualquier actuario. Fox y Sophia y Max y Gail de un modo u otro las evitaron. No pudieron evitar envejecer, sin embargo. Los hombres lo hicieron de forma distinta.

 

Fechorías. La genialidad de un autor radica en hacer, por ejemplo, de un hurto algo literario. Ese es el mérito.

 

Buscar monedas… era idea de Henry. Una actividad, que no un delito, que si siquiera una falta. Y con los tiempos que corrían cualquier ocupación que despertara su entusiasmo merecía la pena. Era tan sencillo. Las había por todas partes.

 

Ministerio de autodominio. Solo el amor transita incomprensible a través de las épocas de la vida de los hombres, un misterio la pasión y el deseo, el descontrol  la necesidad. En el cuento los encuentros ayudan al recuerdo de un deseo dominado.

 

Alain y la mujer se habían estado enroscando como los vagones en el descarrilamiento que no había llegado a ocurrir. Alain se aproximó a Dea y le ofreció la mano. Dea la cogió.

 

El puente de Junius. Sigue la estructura tradicional del cuento para ofrecernos las historias que se ocultan en una pensión.

 

El primer puente era de piedra. Debajo vivía un ogro, aseguraba la gente del pueblo, granjeros y leñadores educados a base de fábulas.

 

Reliquia y modelo. ¿Dónde está la gracia del relato breve? En que una anécdota desencadena la fuerza de la narración y desarrolla la trama; Jay tiene hijos, nietos y bisnietos. Quiere aprender japonés.

 

En octubre Jay cruzó el río para asistir a una aburrida conferencia sobre economía japonesa. En noviembre fue a ver el Partido y llovía, y se marchó a la mitad. La semana siguiente visitó la biblioteca Widener con su carné de alumno, cincuenta dólares al año.

 

Linaje. La evocación es también un buen modelo para desarrollar la trama porque la perspectiva dota al relato de fuerza estructural. Aquí, en su lecho del hospital, Lubin recuerda quién fue.

 

Yo no soy la última Románov…, hay descendientes colaterales por aquí y por allá, uno dirige una empresa de limpieza, y yo ni siquier soy una Románov legítima, ni siquiera soy legítima, pero soy la única descendiente viva de Nicolás II y Ver Derevenko.

 

Chica de azul con bolsa grande marrón. Qué interesante. En esta extraña relación entre un político mayor y una estudiante rusa adolescente observamos que nuestros prejuicios afloran y la autora hace un análisis contra la falsa igualdad.

 

Louanne, se reía de la presunción de igualdad. “De manera que todo el mundo tiene derecho a una educación superior por obra de alguna deidad”, se mofaba. “Y  por eso los profesores de los colegios de los barrios pobres dan sobresalientes a letras de rap y hay carreras de dos años para enseñar publicidad en televisión. ¡Democracia!” Habría recibido con los brazos abiertos el retorno de los Románov.

 

Vacaciones de enero. Hay muchas maneras de dar a conocer el objeto de un relato; a través de la recreación de los personajes, la descripción de paisajes y escenas, la autocontemplación. En este caso para conocer un pueblo de Boston opta por las cartas.

 

5 de febrero

Querida señora Jenkins

Josephine Salter me ha informado de que la Academia Caldicott no aplazará la fecha de entrega de su trabajo de las Vacaciones de enero hasta que usted reciba una solicitud d mi parte. Considere esta carta dicha solicitud.

 

Juerga de mayores. Grace y Gustave se van a casar y se casan. Son personas mayores, ella menos, con nietos, pero en un momento se dan cuenta de que el otro es otro, sin embargo, el amor es una aventura. Magistral.

 

Grace y Gustave se casaron en agosto, en la casa de Gustave, típica, de tejado a varias aguas, pardusca, achaparrada y con un porche tan profundo que las habitaciones de la planta baja quedaban muy en sombra.

 

Valeries. Val cuida niños. Cuando deambula por la casa se observa la elegancia y lo impecable del estilo.

 

Como tendría que prescindir de los nombres de pila pensó en sus empleadores como pronombres. Él, Ella, Ellos. La pareja.

 

Tía teléfono. Con ese aire aparente de despreocupación Milo cobra forma entre niños que luego serán adolescentes y luego padres para mostrar un retazo más de la naturaleza humana.


Probé por primera vez la carne ruda cuando tenía neve años. Me había llevado a una fiesta de adultos. Mi padre estaba de viaje, en un congreso de inversores, y mi hermano se iba a quedar a dormir en casa de un amigo; y mi cuidadora se puso enferma a última hora, o eso dijo.

 

Independencia. La belleza de la vida se sintetiza en el momento de la muerte. La capacidad poética, el dominio del oficio es notable y consiguen un final de relato sublime.

 

Nunca alcanzaría la orilla, sin embargo,  porque empezó a abrirse un abismo entre el lago y aquella tierra. Nadie había reparado nunca en ese abismo. Quizá hubiera surgido recientemente, una falla abierta hacía una semana o dos; quizá la orilla se hubiera separado del algo o el lago de la orilla; en cualquier caso, allí estaba: la fisura, la sima…, una caída de agua.

 

Lo tenemos en Anagrama


ISBN 978-84-339-7995-7

EAN  9788433979957

PVP CON IVA    24.9 €

NÚM. DE PÁGINAS    512

COLECCIÓN      Panorama de narrativas

CÓDIGO    PN 965

TRADUCCIÓN   Amado Diéguez Rodríguez

PUBLICACIÓN   24/01/2018

El descubrimiento de una maestra del cuento contemporáneo –desconocida para la mayoría de los lectores–: perspicaz, sutil y profundamente humana. La antología imprescindible con sus mejores piezas.

Edith Pearlman fue hasta hace poco una desconocida para el grueso de los lectores, pese a que a sus ochenta y un años ha escrito unos doscientos cincuenta cuentos que han visto la luz en revistas y se han reunido en varios libros publicados a partir de 1996 en pequeñas editoriales. Todo empezó a cambiar con la aparición de Visión binocular, antología con treinta y cuatro de sus mejores piezas que ayudó a darla a conocer en Estados Unidos y Europa y recibió una larga lista de premios, entre los que destaca el prestigioso National Book Critics Circle Award.

Los cuentos de Pearlman son una prodigiosa combinación de sutileza, elegancia, ironía y deslumbrante capacidad de exploración de los sentimientos y conflictos humanos. Su hondura psicológica y riqueza de matices los convierte en inagotables. En el prólogo, Ann Patchett, que compara a la autora con Updike y Alice Munro, dice: «Tienes entre manos, lector, una joya, un libro que podrías llevarte a una isla desierta sabiendo que, cada vez que llegases a la última página, podrías volver a empezar.»

Buena parte de los relatos aquí reunidos están situados en Estados Unidos, pero los hay también ambientados en Latinoamérica y Europa, donde aparece la diáspora judía tras el Holocausto, como en el cuento sobre un grupo de judíos alemanes que en 1947 esperan papeles para emigrar; en otro retoma a dos de los personajes, un matrimonio ya instalado en Nueva York que recupera el mundo perdido a través de un abrigo. Pero el repertorio de situaciones es muy variado: la niña que espía a sus vecinos con unos binoculares; la exiliada polaca que vive en Centroamérica, de donde deberá huir por segunda vez; la doctora jubilada que se confronta con la muerte en un solitario paraje natural…

En este libro bellísimo, que elude ostentaciones y florituras, Pearlman nos deslumbra sin estruendo, porque le basta apenas un susurro.

«Tierna y distante a la vez. El resultado es con frecuencia una particular agudeza, liviandad y agilidad en el tono» (James Wood, The New Yorker).

«Una escritura inteligente, perspicaz, divertida y muy bella. La visión del mundo de Pearlman es amplia y compasiva, hecha de pequeños instantes de una bella precisión» (Roxana Robinson, The New York Times Book Review).

«Los cuentos aquí incluidos se han seleccionado de una manera exquisita. Una visión del mundo en treinta y cuatro precisos y sutiles movimientos» (David Ulin, Los Angeles Times).

«Sus cuentos son decididamente absorbentes» (Booklist).

«Deliciosos y líricos. Una fiesta del lenguaje» (Kirkus Reviews).

«Uno de los secretos mejor guardados durante décadas de las letras norteamericanas» (Ben Felsenburg, Metro).

«Una revelación literaria espectacular» (Peter Kemp, The Sunday Times).

«Una maestra contemporánea del cuento» (Tom Perrotta).

«Una maestra absoluta del relato» (T. Coraghessan Boyle).

«La mejor escritora de cuentos del mundo» (Susan Hill, The Times).

 

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