En fin, debió decir él cuando se miró al espejo, ya está aquí. Esta manera tan prosaica de comenzar un relato es como quiero empezar esta entrada. Tengo el COVID, vaya, me he puesto tres dosis de vacunas (veo mi cara en el espejo) y estoy alucinado de la magnitud de esta enfermedad. Veo la televisión, muy, muy poco; escucho la radio, menos; algún post, pero no consigo salir fuera del circo de miedo que nos atenaza desde hace dos años, sí, ahora que la padezco es como si la peste me hubiera absorbido a mí también, como si no hubiera podido permanecer en silencio en estos momentos tan especiales de nuestra historia. La enfermedad nos acompaña, pero el miedo amigos, el miedo es otra circunstancia, es la herramienta que nos hace débiles, que nos deja quietos, nos paraliza, es el cáncer que nos devora. No tengo miedo, la verdad, simplemente estoy enfermo, algo de fiebre, dolor de garganta, taponamiento nasal, cierto malestar, mantengo bastante aceptable el gusto y el olfato, la cabeza no me estalla ni las articulaciones me machacan, siento que me estoy perdiendo algo, que el mundo debe estar perdiéndose algo y, claro, vuelvo a mi bucle de que en tiempos convulsos si estás en el ojo del huracán te lo pierdes todo, pero si están en él, también.
Llega la tercera entrega de Eduardo Mendoza, este repaso de un gran escritor de la contemporaneidad, de su perspectiva de la historia, del devenir de la vida a través Rufo Batalla. En este caso el Muro de Berlín, los negocios de la transición, la acción como espía, los agentes, todo desde un tono diferente al esperable, la verdad, más pausado, más serio, diría que profesional.
Me sorprende el tono, es más crítico con el pensamiento de la cancelación de lo que esperaba, si esperaba algo, he visto sinceridad e inteligencia. Es interesante porque efectivamente ha habido una pérdida de respeto y presunciones, de verdad histórica y el peso de la propia estupidez de los nuevos mandarines se ha ido imponiendo. La indigencia intelectual o la vanidad ilimitada se van infiltrando en ámbitos periodísticos donde el entrevistado siempre es culpable de algo, juzgado por el discutible alcance mental del escribidor, o en los históricos donde el revisionismo alcanza la discutible brillantez del investigador. Falta verdad y sobra estupidez
pero ahora una nueva generación de periodistas consideraba una exigencia deontológica acosar al entrevistado hasta hacerle perder la compostura e inducirle a mostrar su falsedad y sus ignominiosas intenciones.
Una de las cosas que siempre me han gustado de Mendoza es su sarcasmo, esa inteligencia que se mezcla con lo cotidiano y te lo muestra para que identifiques tus propias tonterías, es gratificante y fresco. También tenemos alguna muestra en el libro, aunque ya os he dicho que le tono es otro. El humor es el mejor mecanismo para decir las verdades.
Después de la Gran Guerra Europa se llenó de americanos. Sobre todo los sitios más bonitos: París, Florencia, Roma… Los europeos miraban a los americanos con una mezcla de disgusto y condescendencia. Como los consideraban unos catetos podridos de dinero, se burlaban de ellos y procuraban estafarles. Al cabo de unos años los catetos americanos habían comprado la mitad del tesoro artístico de Europa por un precio ridículo y se lo habían traído aquí, y en Europa habían dejado la coca-cola, la pizza y los hot-dogs. ¿Qué le parece?
En Seix Barral
Nº de páginas:376
Editorial:SEIX BARRAL
Idioma:CASTELLANO
Encuadernación:Tapa blanda
ISBN:9788432238543
Año de edición:2021
Plaza de edición:BARCELONA
Fecha de lanzamiento:07/04/2021
Las aventuras de Rufo Batalla parecen encaminarse al remansamiento cuando contrae matrimonio con una rica heredera, pero no consigue olvidar al príncipe Tukuulo y a su exquisita esposa. La agitada transición política española ha dado paso a una prosperidad económica que parece destinada a no tener fin. Mientras, la caída del muro de Berlín culmina un proceso de transformación que presagia el descalabro de la URSS, y de repente lo que parecía una locura, la conquista del reino de Livonia, se vuelve posible.
Siempre por razones ajenas a su voluntad, Rufo Batalla viaja a Londres, Nueva York, Viena o Moscú y se enfrenta a situaciones insólitas, obligado a desempeñar papeles que nunca habría elegido. Pero cuando descubre que el servicio de inteligencia soviético anda tras el príncipe, Rufo se dará cuenta de que la vida familiar y la de agente secreto no son fáciles de compaginar.
Asiste el lector a los fenómenos sociales de la etapa final del siglo XX a través de la impagable mirada de un Rufo Batalla dividido entre una plácida existencia y su compromiso con el pretendiente a un trono de opereta. Nada de cuanto le sucede, sin embargo, le hace perder la compostura. El fin de siglo presagia cambios irreversibles, pero siempre quedarán algunas certezas: la fe en la razón, el arte y la prosa chispeante y aguda del gran narrador Eduardo Mendoza.
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