domingo, 28 de noviembre de 2021

Las campanas no doblan por nadie, The Bell Tolls For No One, Charles Bukowski

 

En los diferentes escritos a los que accedemos a diario, existen tabús que son difíciles de abordar. Tras la apariencia de una sociedad abierta y tolerante, existen puntos oscuros que no queremos, o no podemos, tomar en consideración, sobre los que no sabemos reflexionar o, simplemente, no queremos habar. La pornografía es uno de ellos. La pornografía, seamos claros, obedece a un obscuro objeto del deseo, a una necesidad de poder y sometimiento sobre el otro; la pornografía sacraliza la posibilidad de ser cuando no se es y de controlar cuando se está sometido. La pornografía consume nuestra imaginación y nos especifica hasta el detalle más escabroso, lo natural, amplificándolo y convirtiéndolo en un placer estereofónico e irreal que consumimos por una necesidad de no ser en nosotros mismos. Lo pornográfico satisface, pues, la violencia de los instintos, dando, en lo ficcional, una salida a la necesidad de ser individuos por encima del bien y del mal. Pero el mal acampa ( hago un pequeño inciso, sigo pensando que el bien y el mal, como términos absolutos y cambiantes, están ligados a las políticas de control sobre los individuos de las diferentes sociedades, o sea, los sistemas de sometimiento necesarios para controlar la supuesta barbarie, necesitan de una cosmología ortodoxa poco difusa que determine los límites del ciudadano; evidentemente, es una obviedad, no se aplica al individuo que posee el poder, y de alguna manera, tampoco a quien ejerce cierta autoridad), se instala en nuestros corazones porque hay una necesidad de romper esa tiranía que nos convierte en objetos del hormiguero. La pornografía es un espejo de nuestras almas, de los recónditos espacios que no nos atrevemos a mirar. Creo que no tiene que ver ni con la pasión ni con el deseo, los destruyen, no tiene que ver con la curiosidad, la fulmina, mas bien tiene que ver con o masculino, con la violencia, con el ejercicio de atributos perdidos, con la frustración de nos ser. Tiene que ver con muchas más cosas, pero hoy os vuelvo a hablar de Bukowsky.

 

Está constantemente absorto en relatar y volver a relatar su vida, dándole una estructura de miro para que ambos se vuelvan inseparables. La estructura básica de su vida es mítica, una variación del viaje del héroe, del genio como héroe: su infancia abandonada, las primeras heridas causadas por su padre, su desfiguración epidérmica, su errancia por el desierto, el momento en estuvo a punto de morir de alcoholismo en 1954 y su resurrección.


David Stephen Calonne en el prólogo a la edición de Anagrama establece los principios de la lectura de nuestro autor. Es un prólogo fundamental porque nos da muchas de las pistas que necesitamos para entender lo que estamos leyendo y separarlo en muchas ocasiones, de la pornografía huera, perniciosa, salvaje e irracional que es puro objeto de consumo, no, no hablamos de eso cuando nos adentramos en Bukowski, hablamos de naturalismo sucio, de lo escabroso, de los real amplificado, del viaje por el mundo de los desheredados, por la naturaleza real del ser humano que tiene una lejana esperanza de ser redimido por el amor, pero que se le escapa y que cae en el sexo como vía de escape para una vida sin mucho sentido. Su nihilismo, su deambular por lo underground, su trabajo en los espacios que determinamos como escatológicos o, directamente amorales, es el espíritu que subyace en su escritura, sí, esa capacidad de decir lo que nadie dice, de hablar de quien no se habla. Los relatos, pues, no son más que una parte del puzle que construye a este monumental autor, no porque escriba com Proust, no hace falta, sino porque escribe como Bukowsky, eso es importante.

En el prólogo me resuelven un dilema que he tenido cuando intentaba explicar la literatura de nuestro autor, describirla, lo hacía con circunloquios, atendiendo a las características de ese realismo pornográfico, en el sentido de magnificado, y el uso sintético del estilo. Lo llama estilo esquelético, me encanta, es perfecto para describir ese impacto que tiene cada enunciado,, cada dialogo, esa capacidad, al fin y al cabo, de prescindir de lo superfluo.

El libro recoge relatos de revistas o fragmentos que se dividen en quince apartados con resultados dispersos. A veces los relatos se disgregan en diferentes tramas, en otras se trabaja la parte oscura del alma, en otras la reflexión. Es posible que B. tan solo escriba sobre sí mismo, magnificando y reescribiendo espacios de su propia vida y experiencia.

Una cara amable, comprensiva. Cuesta identificar al otro, es un relato de una persona anodina en un entorno anodino, muy propio de la literatura norteamericana que encontramos en muchos de sus grandes contadores de cuentos. Es posible que solo sea una historia sobre una parte de Él.


Los padres murieron más jóvenes de lo que se suele morir, el padre primero, la madre poco después. Él no asistió al funeral del padre, pero estuvo en el último, Algunos vecinos lo recordaban de nuño y lo consideraban un «buen chico».


Salva el mundo. La capacidad de síntesis, de captar toda la crudeza de un instante, de describir lo cotidiano con una naturalidad absoluta, sin artificios, obviando el barroquismo, el gusto de recrearse en la literatura para centrarse en el contenido, es un virtud única al alcance de pocos escritores.

 

Ella también está convencida, esa mujer acartonada con ojos de loca y el pelo gris, esa mujer que choca con las paredes, enloquecida de vida y miedo, y nunca acabaría de creerse que no la aborrecía a ella y a todos sus amigos que se reunían 2 o 3 veces a la semana y se elogiaban mutuamente sus  poemas y estaban solos y se lo montaban unos con otros y llevaban carteles y eran muy entusiastas y, claro, nunca creerían que la soledad la intimidad que exigía yo, era solo para salvarme a fin de dilucidar quiénes eran ellos y quién se suponía que era el enemigo.

 

Tal como aman los muertos. Hank puro, impactante. Son poesía sórdida y real.

 

La cabeza me dolía desde hacía semana y media. Tenía resacas así de estupendas.

 

El pabellón de los chiflados. Hay ocasiones que Buk tiene la necesidad de abandonar la senda de la norma y es entonces cuando impera el nihilismo, no existen trabas ni normas, el hombre se convierte en esclavo del instinto.

 

La niña llevaba unas braguitas azules muy monas. Me miré el cuerpo y sonreí de oreja a oreja mientras el cielo se desplomaba. Tenía todo un día antes de decidir si regresaba o no.

 

Nina la bailarina. No tiene precio la mala leche, la crueldad de cómo describe a las personas de los ambientes en que naufragamos como seres humanos. Sin embargo siempre detecto un anhelo incumplido de libertad latente en el desencanto y en el dolor.

 

Nina era lo que podría decirse una coqueta, una vampiresa. Tenía el pelo largo, los ojos extraños y crueles, pero sabía besar y bailar. Y cuando besaba y baila, tenía una manera de ofrecerse a todos los hombres que pocas mujeres tenían. Eso compensaba muchas deficiencias y Nina tenía deficiencias más que de sobra.

Pero Nina era lo que era.

Era una calientapollas.

 

Es un relato fantástico porque navega de una manera sencilla por las veredas humanas. Entiendo que parezca obsceno, desagradable e incluso sórdido, pero es tan real que duele. Cuando lo leo pienso si haber renunciado a escribir  por cumplir el sueño burgués fue una decisión correcta, no lo sé, tengo mis dudas, porque ser capaz de plasmar en lo ficcional tu vida reescrita, tus verdades ocultas, ser capaz de ofrecer tu talento al mundo sin importar el contenido, sin el miedo que siempre nos atenaza el corazón porque no podemos expresar todo lo que nos oprime el hígado en aras de una paz perpetua y absurda, sí, tengo mis dudas.


Aquí estoy, pensé, sentado con estas mujeres, acostándome con la más bonita y, ¿dónde están los hombres? Marcando el ganado, fichando en el trabajo, vendiendo seguros… ¿Cómo puedo quejarme de ser escritor medio muerto de hambre?

 

El desencanto me fascina, la ruptura de la hipocresía y la capacidad de mirar a la cara a la realidad.

 

—Siempre es lo mismo. Hay una persona que quiere mucho y otra persona que no parece querer o solo quiere a medias. El que no quiere demasiado es quien tiene el control. La relación termina cuando el que no quiere se cansa del juego.

 

Como os he dicho hay varias historias enlazadas, pero siempre alrededor de la anarquía ideológica de Hank, siempre libertario en el sentido de revolucionario, es decir de ruptura de la norma.

 

—Pete, ninguna mujer es propiedad de un hombre,  ni ningún hombre es propiedad de una mujer.

 

Un trozo de queso. Bajo el leitmotiv de Rena iba caliente, va construyendo el relato que se forma desde el conocimiento apriorístico del lector hacia lo que ocurre.

 

Yo también estoy obsesionado con el sexo. A mí me pasa algo, eso seguro, pero lo mejor para un hombre obsesionado con el sexo e una mujer obsesionada con el sexo. No he dicho una ninfómana. Una ninfómana puede matar a un hombre. Rena iba caliente, nada más.

 

Es tan extraño leer sobre un hombre verbalizando sobre los miedos y la realidad que viven muchos hombres, es tan políticamente incorrecto que los hombres tengamos dolores en el alma, que parece irreal en el mundo woke de expansión neopuritana.

 

—¿Qué puede hacer un hombre? —preguntó.

—Nada. La mayoría de los hombres se conforman con la segunda, la tercera o la cuarta mejor simplemente porque se sienten solos, simplemente porque están asustados, simplemente porque no tienen agallas para vivir solos. Aceptan todos los defectos de la otra persona sencillamente para tenerla cerca.

 

No menos interesantes son los retazos de cultura pop que encontramos, interesantes porque son significativos de una manera de hacer y de explicar el arte y la cultura. Aquí habla de un encuentro con mi adorado Crumb.

 

Robert Crumb entró por la puerta una noche seguido de 17 admiradores. Crumb estaba bien pero toda la peña esa del mundo de la música rock eran ineptos, superficiales y aduladores. Contaban chistecitos sutiles y se pasaban la noche entera mencionando nombres y más nombres. Y  ninguno tenía agallas para emborracharse.


Como s he dicho bajo un título hay una sucesión dispersa de historias, no siempre, pueden, o no, estar relacionadas entres sí. Esta parte me ha arecido muy interesante por lo raro que es encontrar reflexiones políticas en Hank, aquí sobre la guerra del Vietnam.

 

Un prisionero de guerra es un hombre que fue a la guerra sabiendo lo que hacía, sabiendo que podía matar o morir, capturar o ser capturado, mutilar o ser mutilado. No hay ningún matiz especial de heroísmo en ello. Quedan muy pocos patriotas de verdad, ha habido demasiadas guerras inútiles y se han sucedido demasiado deprisa.

 

O esta híbrida entre literatura y civilización.

 

Supongo que el norte extremo es el último Salvaje Oeste del mundo o, como insinuaría mi colega John Thomas, la Última Frontera. Jack London le sacó bastante partido. El viejo London era el Hemingway de la nada helada, lobos en vez de leones, la Biblia de Joe Conrad en el bolsillo.

 

Pero siempre le observo en lo escrito, siempre va dirigiendo los relatos, consciente o inconscientemente, hacia lo que es, un escritor profesional.

 

Si creéis que soy un tipo que va por ahí escribiendo historias guarras, estáis locos. Aunque la semana que viene debería volver con una de esas. Esto de escribir cosas serias carece de divinidad y fervor. ¿Cómo pueden seguir haciéndolo todos esos? Ni siquiera sé cómo acabar estos textos. Supongo que así: FIN.

 

Un día en la vida de dependiente. Sigue con la tónica de encadenar historias, aquí la de la librería y es significativo porque muestra la realidad de un dependiente sin eufemismos, con la crudeza del día a día; en otra hablará de las preocupaciones de un director porno y pondrá el acento en el puritanismo que se expande como la metástasis de un cáncer y lleva a los movimientos identitarios de sesgo ortodoxo.

 

Hemos vuelto a la Alta Edad Media, hemos sido asesinados. Han vuelto los victorianos con botines. Las iglesias sonríen de oreja a oreja, de la parroquia al platillo.

 

Muchos de los relatos son pornográficos de revista, cierto, pero existe un sentido común de desencanto, de ausencia de celos, las relaciones como islas en microcosmos particulares que se suceden como pequeñas anécdotas en las vidas minúsculas de los personajes.

 

Lucille, como todas las demás, había pasado por un largo y desdichado matrimonio. Todas me contaban historias sobre sus largos y desdichados matrimonios y yo me quedaba tumbado a su lado pensando: Bueno, «¿qué se supone que debo hacer?»

 

De una manera sencilla sintetiza todo su pensamiento, ese supuesto cinismo que no es otra cosa que su visión de una realidad que no encaja en la norma del amor como herramienta en las relaciones, como anécdotas y el individuo abocado a vivir la existencia sin nada más que sus miedos y su visión del mundo.

 

—Las cosas cambian. Antes pensaba que eras otra persona pero no era más que la persona que había creado en mi imaginación. El error fue mío. Ahora no espero lo que esperaba. Coño, estamos madurando, ¿no lo ves? No tenemos necesidad constante de tanto puto barullo. Tenemos los objetivos identificados, nos lo podemos tomar con calma.

—¡Ya ni siquiera tienes celos de los que hago con otros hombres!

Me dijiste que aborrecías mis celos, que amar de verdad supone confiar en la otra persona.

—Bueno, ¿qué es el verdadero amor?

—Dos gatos follando en el patio a las 3 de la madrugada.

 

Una aventura de poca importancia. Aquí el relato se adecua al título y cobra sentido, no deja de seguir trabajando el nihilismo y la trivialidad.


Un allanamiento. Fuerte, salvaje, un robo deviene en un  momento sórdido y brutal. La violencia como expresión, el instinto como fin. Entronca con la novela más negra norteamericana.

 

Le acerqué el vaso a Harry y él se bajó la bragueta y empezó a mear dentro. Era un vaso alto, pero lo llenó hasta el borde. Luego se subió la cremallera y se acercó a Maxson.

—Ahora se va a beber mii pis, señor Maxson.


El avión es el medio de transporte más seguro. No me gusta el uso dela violación como elemento para excitar el imaginario en el porno. Violenta, salvaje, obscena, el relato destroza la razón porque requiere de lo irracional para poder sobrevivir.

 

Entonces Vince bajó la mano y la agarró entre las piernas. La besó en la garanta al tiempo que le echaba la cabeza hacia atrás.

 

Surcar los cielos acogedores. En la misma línea que el anterior, son relatos muy próximos a los que se publicaban en revistas donde se busca el morbo y bajar hasta los instintos primarios y crueles. De nuevo la violación y el asesinato en el aire para consumo bizarro, pero le da un toque, un giro a la trama muy divertido cuando aparece el platillo volante.

 

De pronto irrumpió en la cabina un destello de luz plateada.

 

La mujer de las piernas. Aparece Lisa, está loca y Hank también por eso recorren la miseria de la existencia a golpes de alcohol. La locura es un estado del alma.

 

Cuando lo bebo, lo que hago es pensar en algo agradable mientras me baja por la garganta, como una catarata o una cuneta en el banco con 500 dólares. O a veces me imagino en un castillo con foso. O imagino que soy propietario de una licorería.

 

¿No quieres mi corazoncito? El mejor relato, sencillo, directo, jugando con el impacto, la trama negra constituye su encanto.

 

Norman los pilló yendo a 130 hacia el norte por la 405 en un Caddy color marfil de último modelo, encendió la sirena roja, lo vieron y aminoraron. Les indicó con la mano el desvío. Lo tomaron y los siguió por allí. Eran las 11.55 de un miércoles por la noche. Pero en lugar de detenerse en el bulevar principal, el Caddy torció de súbito a la izquierda y paró en una calle residencial, apagó las luces y se quedó allí.

 

Una sucia treta contra dios. La clave del relato en B es lo inédito de  lo cotidiano donde podemos encontrar escenas que tienen una absoluta vigencia. Alucinación absoluta, los superhombres naces de los pedos y el tercer Reich quiere renacer de la mierda, me ha encantado: original, inteligente, divertido y alegórico. Genial.

 

A Harry le gustaba beber cerveza en la bañera. Nunca le hablaba de eso a nadie. Aunque no es que conociera a mucha gente, ni puta falta que le hacía. Bastante gente veía en la fábrica todos los días. Era empaquetador. La bazofia llegaba por la cadena de montaje y él la empaquetaba.

 

Las campanas no doblan por nadie. Dentro de los marcos del realismo sucio se puede ser sensible e inteligente, además de acercarse al abismo del alma. Es posible que supere a Hemingway cuando es capaz de añadir ironía y vitalismo desencantado.

 

—Sí.

En la noche se oía el sonido de los pájaros, los grillos las ranas…, un perro ladraba y a lo lejos se oía un tren; todo poseía belleza y plenitud. Alcancé a oler el verde de la hierba, incluso olí los troncos de los árboles y atiné a oler la tierra tal como huele la tierra un perro.

 

Lo tenemos en Anagrama.


ISBN 978-84-339-8032-8

EAN 9788433980328

PVP CON IVA    20.9 €

NÚM. DE PÁGINAS   392

COLECCIÓN     Panorama de narrativas

CÓDIGO   PN 1003

TRADUCCIÓN  Eduardo Iriarte Goñi

PUBLICACIÓN  10/04/2019

Inéditos que nos traen al Bukowski más salvaje y lúbrico. Un recorrido impagable por la trayectoria de un escritor imprescindible.

Hank ayuda a un viejo amigo alcohólico a largarse de un hospital; el empleado de un sex shop cuenta anécdotas estrambóticas protagonizadas por algunos clientes, como aquel que debido a sus problemas respiratorios pide que le hinchen una muñeca; un solitario masturbador sueña con que aparezca la mujer de su vida; un tipo es secuestrado por tres mujeres; una chica acude a una entrevista de trabajo en la que le hacen preguntas sobre prácticas sexuales extremas... Este volumen reúne relatos de Bukowski aparecidos en periódicos y revistas, como las pornográficas Hustler y Oui. Son piezas bañadas en sexo y alcohol, escritas a pie de calle, con la afilada pluma del cronista más visceral del otro lado del sueño americano. Y como guinda también se incluyen algunos de sus dibujos, siempre feroces y procaces.

«Es una gozada leer estos cuentos... A quienes aman a Buk, este libro les va a dejar saciados, ebrios y con una sonrisa en los labios» (John Yohe, Entropy).

«Una recopilación libidinosa y desternillante» (Kirkus Reviews).

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Debido a algún comentario improcedente que no respeta ni al autor del blog ni a los participantes del mismo, me veo obligado a moderar los comentarios. Disculpa las molestias.