En los diferentes escritos a los que accedemos a diario, existen tabús que son difíciles de abordar. Tras la apariencia de una sociedad abierta y tolerante, existen puntos oscuros que no queremos, o no podemos, tomar en consideración, sobre los que no sabemos reflexionar o, simplemente, no queremos habar. La pornografía es uno de ellos. La pornografía, seamos claros, obedece a un obscuro objeto del deseo, a una necesidad de poder y sometimiento sobre el otro; la pornografía sacraliza la posibilidad de ser cuando no se es y de controlar cuando se está sometido. La pornografía consume nuestra imaginación y nos especifica hasta el detalle más escabroso, lo natural, amplificándolo y convirtiéndolo en un placer estereofónico e irreal que consumimos por una necesidad de no ser en nosotros mismos. Lo pornográfico satisface, pues, la violencia de los instintos, dando, en lo ficcional, una salida a la necesidad de ser individuos por encima del bien y del mal. Pero el mal acampa ( hago un pequeño inciso, sigo pensando que el bien y el mal, como términos absolutos y cambiantes, están ligados a las políticas de control sobre los individuos de las diferentes sociedades, o sea, los sistemas de sometimiento necesarios para controlar la supuesta barbarie, necesitan de una cosmología ortodoxa poco difusa que determine los límites del ciudadano; evidentemente, es una obviedad, no se aplica al individuo que posee el poder, y de alguna manera, tampoco a quien ejerce cierta autoridad), se instala en nuestros corazones porque hay una necesidad de romper esa tiranía que nos convierte en objetos del hormiguero. La pornografía es un espejo de nuestras almas, de los recónditos espacios que no nos atrevemos a mirar. Creo que no tiene que ver ni con la pasión ni con el deseo, los destruyen, no tiene que ver con la curiosidad, la fulmina, mas bien tiene que ver con o masculino, con la violencia, con el ejercicio de atributos perdidos, con la frustración de nos ser. Tiene que ver con muchas más cosas, pero hoy os vuelvo a hablar de Bukowsky.
Está
constantemente absorto en relatar y volver a relatar su vida, dándole una
estructura de miro para que ambos se vuelvan inseparables. La estructura básica
de su vida es mítica, una variación del viaje del héroe, del genio como héroe:
su infancia abandonada, las primeras heridas causadas por su padre, su
desfiguración epidérmica, su errancia por el desierto, el momento en estuvo a
punto de morir de alcoholismo en 1954 y su resurrección.
David
Stephen Calonne en el prólogo a la edición de Anagrama establece los principios
de la lectura de nuestro autor. Es un prólogo fundamental porque nos da muchas
de las pistas que necesitamos para entender lo que estamos leyendo y separarlo en
muchas ocasiones, de la pornografía huera, perniciosa, salvaje e irracional que
es puro objeto de consumo, no, no hablamos de eso cuando nos adentramos en
Bukowski, hablamos de naturalismo sucio, de lo escabroso, de los real
amplificado, del viaje por el mundo de los desheredados, por la naturaleza
real del ser humano que tiene una lejana esperanza de ser redimido por el amor,
pero que se le escapa y que cae en el sexo como vía de escape para una vida sin
mucho sentido. Su nihilismo, su deambular por lo underground, su trabajo en los
espacios que determinamos como escatológicos o, directamente amorales, es el
espíritu que subyace en su escritura, sí, esa capacidad de decir lo que nadie
dice, de hablar de quien no se habla. Los relatos, pues, no son más que una
parte del puzle que construye a este monumental autor, no porque escriba com
Proust, no hace falta, sino porque escribe como Bukowsky, eso es importante.
En el
prólogo me resuelven un dilema que he tenido cuando intentaba explicar la
literatura de nuestro autor, describirla, lo hacía con circunloquios,
atendiendo a las características de ese realismo pornográfico, en el sentido de
magnificado, y el uso sintético del estilo. Lo llama estilo esquelético, me
encanta, es perfecto para describir ese impacto que tiene cada enunciado,, cada
dialogo, esa capacidad, al fin y al cabo, de prescindir de lo superfluo.
El
libro recoge relatos de revistas o fragmentos que se dividen en quince
apartados con resultados dispersos. A veces los relatos se disgregan en
diferentes tramas, en otras se trabaja la parte oscura del alma, en otras la
reflexión. Es posible que B. tan solo escriba sobre sí mismo, magnificando y
reescribiendo espacios de su propia vida y experiencia.
Una
cara amable, comprensiva. Cuesta identificar al otro, es un relato de una persona anodina
en un entorno anodino, muy propio de la literatura norteamericana que
encontramos en muchos de sus grandes contadores de cuentos. Es posible que solo
sea una historia sobre una parte de Él.
Los
padres murieron más jóvenes de lo que se suele morir, el padre primero, la
madre poco después. Él no asistió al funeral del padre, pero estuvo en el
último, Algunos vecinos lo recordaban de nuño y lo consideraban un «buen chico».
Salva
el mundo. La
capacidad de síntesis, de captar toda la crudeza de un instante, de describir
lo cotidiano con una naturalidad absoluta, sin artificios, obviando el
barroquismo, el gusto de recrearse en la literatura para centrarse en el
contenido, es un virtud única al alcance de pocos escritores.
Ella
también está convencida, esa mujer acartonada con ojos de loca y el pelo gris,
esa mujer que choca con las paredes, enloquecida de vida y miedo, y nunca
acabaría de creerse que no la aborrecía a ella y a todos sus amigos que se
reunían 2 o 3 veces a la semana y se elogiaban mutuamente sus poemas y estaban solos y se lo montaban unos
con otros y llevaban carteles y eran muy entusiastas y, claro, nunca creerían
que la soledad la intimidad que exigía yo, era solo para salvarme a fin de
dilucidar quiénes eran ellos y quién se suponía que era el enemigo.
Tal
como aman los muertos. Hank puro, impactante. Son poesía sórdida y real.
La
cabeza me dolía desde hacía semana y media. Tenía resacas así de estupendas.
El
pabellón de los chiflados. Hay ocasiones que Buk tiene la necesidad de abandonar la senda
de la norma y es entonces cuando impera el nihilismo, no existen trabas ni
normas, el hombre se convierte en esclavo del instinto.
La niña
llevaba unas braguitas azules muy monas. Me miré el cuerpo y sonreí de oreja a
oreja mientras el cielo se desplomaba. Tenía todo un día antes de decidir si
regresaba o no.
Nina la
bailarina. No
tiene precio la mala leche, la crueldad de cómo describe a las personas de los
ambientes en que naufragamos como seres humanos. Sin embargo siempre detecto un
anhelo incumplido de libertad latente en el desencanto y en el dolor.
Nina era lo que podría decirse una coqueta, una vampiresa. Tenía el pelo largo, los
ojos extraños y crueles, pero sabía besar y bailar. Y cuando besaba y baila,
tenía una manera de ofrecerse a todos los hombres que pocas mujeres tenían. Eso
compensaba muchas deficiencias y Nina tenía deficiencias más que de sobra.
Pero
Nina era lo que era.
Era una
calientapollas.
Es un
relato fantástico porque navega de una manera sencilla por las veredas humanas.
Entiendo que parezca obsceno, desagradable e incluso sórdido, pero es tan real
que duele. Cuando lo leo pienso si haber renunciado a escribir por cumplir el sueño burgués fue una decisión
correcta, no lo sé, tengo mis dudas, porque ser capaz de plasmar en lo
ficcional tu vida reescrita, tus verdades ocultas, ser capaz de ofrecer tu
talento al mundo sin importar el contenido, sin el miedo que siempre nos
atenaza el corazón porque no podemos expresar todo lo que nos oprime el hígado
en aras de una paz perpetua y absurda, sí, tengo mis dudas.
Aquí
estoy, pensé, sentado con estas mujeres, acostándome con la más bonita y,
¿dónde están los hombres? Marcando el ganado, fichando en el trabajo, vendiendo
seguros… ¿Cómo puedo quejarme de ser escritor medio muerto de hambre?
El
desencanto me fascina, la ruptura de la hipocresía y la capacidad de mirar a la
cara a la realidad.
—Siempre
es lo mismo. Hay una persona que quiere mucho y otra persona que no parece
querer o solo quiere a medias. El que no quiere demasiado es quien tiene el
control. La relación termina cuando el que no quiere se cansa del juego.
Como os
he dicho hay varias historias enlazadas, pero siempre alrededor de la anarquía
ideológica de Hank, siempre libertario en el sentido de revolucionario, es
decir de ruptura de la norma.
—Pete, ninguna
mujer es propiedad de un hombre, ni
ningún hombre es propiedad de una mujer.
Un
trozo de queso. Bajo el leitmotiv de Rena iba caliente, va construyendo el
relato que se forma desde el conocimiento apriorístico del lector hacia lo que
ocurre.
Yo también
estoy obsesionado con el sexo. A mí me pasa algo, eso seguro, pero lo mejor
para un hombre obsesionado con el sexo e una mujer obsesionada con el sexo. No
he dicho una ninfómana. Una ninfómana puede matar a un hombre. Rena iba
caliente, nada más.
Es tan
extraño leer sobre un hombre verbalizando sobre los miedos y la realidad que
viven muchos hombres, es tan políticamente incorrecto que los hombres tengamos
dolores en el alma, que parece irreal en el mundo woke de expansión
neopuritana.
—¿Qué
puede hacer un hombre? —preguntó.
—Nada.
La mayoría de los hombres se conforman con la segunda, la tercera o la cuarta
mejor simplemente porque se sienten solos, simplemente porque están asustados,
simplemente porque no tienen agallas para vivir solos. Aceptan todos los
defectos de la otra persona sencillamente para tenerla cerca.
No
menos interesantes son los retazos de cultura pop que encontramos, interesantes
porque son significativos de una manera de hacer y de explicar el arte y la
cultura. Aquí habla de un encuentro con mi adorado Crumb.
Robert
Crumb entró por la puerta una noche seguido de 17 admiradores. Crumb estaba
bien pero toda la peña esa del mundo de la música rock eran ineptos,
superficiales y aduladores. Contaban chistecitos sutiles y se pasaban la noche
entera mencionando nombres y más nombres. Y
ninguno tenía agallas para emborracharse.
Como s
he dicho bajo un título hay una sucesión dispersa de historias, no siempre,
pueden, o no, estar relacionadas entres sí. Esta parte me ha arecido muy interesante
por lo raro que es encontrar reflexiones políticas en Hank, aquí sobre la
guerra del Vietnam.
Un
prisionero de guerra es un hombre que fue a la guerra sabiendo lo que hacía,
sabiendo que podía matar o morir, capturar o ser capturado, mutilar o ser
mutilado. No hay ningún matiz especial de heroísmo en ello. Quedan muy pocos
patriotas de verdad, ha habido demasiadas guerras inútiles y se han sucedido
demasiado deprisa.
O esta
híbrida entre literatura y civilización.
Supongo
que el norte extremo es el último Salvaje Oeste del mundo o, como insinuaría mi
colega John Thomas, la Última Frontera. Jack London le sacó bastante partido.
El viejo London era el Hemingway de la nada helada, lobos en vez de leones, la
Biblia de Joe Conrad en el bolsillo.
Pero
siempre le observo en lo escrito, siempre va dirigiendo los relatos, consciente
o inconscientemente, hacia lo que es, un escritor profesional.
Si
creéis que soy un tipo que va por ahí escribiendo historias guarras, estáis
locos. Aunque la semana que viene debería volver con una de esas. Esto de
escribir cosas serias carece de divinidad y fervor. ¿Cómo pueden seguir
haciéndolo todos esos? Ni siquiera sé cómo acabar estos textos. Supongo que
así: FIN.
Un día
en la vida de dependiente. Sigue con la tónica de encadenar historias, aquí la de la
librería y es significativo porque muestra la realidad de un dependiente sin
eufemismos, con la crudeza del día a día; en otra hablará de las preocupaciones
de un director porno y pondrá el acento en el puritanismo que se expande como la
metástasis de un cáncer y lleva a los movimientos identitarios de sesgo
ortodoxo.
Hemos
vuelto a la Alta Edad Media, hemos sido asesinados. Han vuelto los victorianos
con botines. Las iglesias sonríen de oreja a oreja, de la parroquia al
platillo.
Muchos
de los relatos son pornográficos de revista, cierto, pero existe un sentido
común de desencanto, de ausencia de celos, las relaciones como islas en
microcosmos particulares que se suceden como pequeñas anécdotas en las vidas
minúsculas de los personajes.
Lucille,
como todas las demás, había pasado por un largo y desdichado matrimonio. Todas
me contaban historias sobre sus largos y desdichados matrimonios y yo me
quedaba tumbado a su lado pensando: Bueno, «¿qué se supone que debo hacer?»
De una
manera sencilla sintetiza todo su pensamiento, ese supuesto cinismo que no es
otra cosa que su visión de una realidad que no encaja en la norma del amor como
herramienta en las relaciones, como anécdotas y el individuo abocado a vivir la
existencia sin nada más que sus miedos y su visión del mundo.
—Las
cosas cambian. Antes pensaba que eras otra persona pero no era más que la
persona que había creado en mi imaginación. El error fue mío. Ahora no espero
lo que esperaba. Coño, estamos madurando, ¿no lo ves? No tenemos necesidad
constante de tanto puto barullo. Tenemos los objetivos identificados, nos lo
podemos tomar con calma.
—¡Ya ni
siquiera tienes celos de los que hago con otros hombres!
Me
dijiste que aborrecías mis celos, que amar de verdad supone confiar en la otra
persona.
—Bueno,
¿qué es el verdadero amor?
—Dos
gatos follando en el patio a las 3 de la madrugada.
Una
aventura de poca importancia. Aquí el relato se adecua al título y
cobra sentido, no deja de seguir trabajando el nihilismo y la trivialidad.
Un
allanamiento. Fuerte, salvaje, un robo deviene en un momento sórdido y brutal. La violencia como
expresión, el instinto como fin. Entronca con la novela más negra
norteamericana.
Le
acerqué el vaso a Harry y él se bajó la bragueta y empezó a mear dentro. Era un
vaso alto, pero lo llenó hasta el borde. Luego se subió la cremallera y se
acercó a Maxson.
—Ahora
se va a beber mii pis, señor Maxson.
El
avión es el medio de transporte más seguro. No me gusta el uso dela violación como
elemento para excitar el imaginario en el porno. Violenta, salvaje, obscena, el
relato destroza la razón porque requiere de lo irracional para poder
sobrevivir.
Entonces
Vince bajó la mano y la agarró entre las piernas. La besó en la garanta al
tiempo que le echaba la cabeza hacia atrás.
Surcar
los cielos acogedores. En la misma línea que el anterior, son relatos muy próximos a
los que se publicaban en revistas donde se busca el morbo y bajar hasta los instintos primarios y crueles. De nuevo la violación y el asesinato en el aire
para consumo bizarro, pero le da un toque, un giro a la trama muy divertido
cuando aparece el platillo volante.
De
pronto irrumpió en la cabina un destello de luz plateada.
La
mujer de las piernas. Aparece Lisa, está loca y Hank también por eso recorren la
miseria de la existencia a golpes de alcohol. La locura es un estado del alma.
Cuando
lo bebo, lo que hago es pensar en algo agradable mientras me baja por la
garganta, como una catarata o una cuneta en el banco con 500 dólares. O a veces
me imagino en un castillo con foso. O imagino que soy propietario de una
licorería.
¿No
quieres mi corazoncito? El mejor relato, sencillo, directo, jugando con el impacto, la
trama negra constituye su encanto.
Norman
los pilló yendo a 130 hacia el norte por la 405 en un Caddy color marfil de
último modelo, encendió la sirena roja, lo vieron y aminoraron. Les indicó con
la mano el desvío. Lo tomaron y los siguió por allí. Eran las 11.55 de un
miércoles por la noche. Pero en lugar de detenerse en el bulevar principal, el
Caddy torció de súbito a la izquierda y paró en una calle residencial, apagó
las luces y se quedó allí.
Una
sucia treta contra dios. La clave del relato en B es lo inédito de lo cotidiano donde podemos encontrar escenas
que tienen una absoluta vigencia. Alucinación absoluta, los superhombres naces
de los pedos y el tercer Reich quiere renacer de la mierda, me ha encantado:
original, inteligente, divertido y alegórico. Genial.
A Harry
le gustaba beber cerveza en la bañera. Nunca le hablaba de eso a nadie. Aunque
no es que conociera a mucha gente, ni puta falta que le hacía. Bastante gente
veía en la fábrica todos los días. Era empaquetador. La bazofia llegaba por la
cadena de montaje y él la empaquetaba.
Las
campanas no doblan por nadie. Dentro de los marcos del realismo sucio se puede
ser sensible e inteligente, además de acercarse al abismo del alma. Es posible
que supere a Hemingway cuando es capaz de añadir ironía y vitalismo
desencantado.
—Sí.
En la
noche se oía el sonido de los pájaros, los grillos las ranas…, un perro ladraba
y a lo lejos se oía un tren; todo poseía belleza y plenitud. Alcancé a oler el
verde de la hierba, incluso olí los troncos de los árboles y atiné a oler la
tierra tal como huele la tierra un perro.
Lo
tenemos en Anagrama.
ISBN 978-84-339-8032-8
EAN 9788433980328
PVP CON
IVA 20.9 €
NÚM. DE
PÁGINAS 392
COLECCIÓN Panorama de narrativas
CÓDIGO PN 1003
TRADUCCIÓN Eduardo Iriarte Goñi
PUBLICACIÓN 10/04/2019
Inéditos
que nos traen al Bukowski más salvaje y lúbrico. Un recorrido impagable por la
trayectoria de un escritor imprescindible.
Hank
ayuda a un viejo amigo alcohólico a largarse de un hospital; el empleado de un
sex shop cuenta anécdotas estrambóticas protagonizadas por algunos clientes,
como aquel que debido a sus problemas respiratorios pide que le hinchen una
muñeca; un solitario masturbador sueña con que aparezca la mujer de su vida; un
tipo es secuestrado por tres mujeres; una chica acude a una entrevista de
trabajo en la que le hacen preguntas sobre prácticas sexuales extremas... Este
volumen reúne relatos de Bukowski aparecidos en periódicos y revistas, como las
pornográficas Hustler y Oui. Son piezas bañadas en sexo y alcohol,
escritas a pie de calle, con la afilada pluma del cronista más visceral del
otro lado del sueño americano. Y como guinda también se incluyen algunos de sus
dibujos, siempre feroces y procaces.
«Es una
gozada leer estos cuentos... A quienes aman a Buk, este libro les va a dejar
saciados, ebrios y con una sonrisa en los labios» (John Yohe, Entropy).
«Una
recopilación libidinosa y desternillante» (Kirkus Reviews).
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