La memoria de lo vivido es un abismo incontrolable en que se mezcla la realidad, la verosimilitud y la imaginación. Por eso rememorar en la historia, aun a través d elo vivido, no deja de ser una aventura de conquista sobre lo acontecido real, porque es muy complejo desligar lo percibido, lo leído y lo revisado con el tiempo. Todos recordamos episodios que acontecieron en nuestras edades, incluso alguno vivió épocas interesantes, mas es complejo saber qué acontecimientos han configurado, en realidad, la historia o cuáles son simplemente un interés personal sin trascendencia en absoluto. Dicen los chinos, creo, cuando a alguien le desean mala suerte, es posible que esto lo haya dicho en alguna ocasión, que ojalá vivas en una época interesante, porque en el justo medio está la virtud, supongo, y en la vorágine la alucinación ante lo vivido. Creo que vivimos en una época interesante.
Eduardo
Mendoza transita por la transición, valga el juego de palabras, pero su alter
ego, Rufo, se fue a NY y allí siguió con su trabajo a medio camino de
diplomático, comercial y abanderado de España. Pero los acontecimientos le
llevan a oriente, a descubrir una pasión incontrolable y a repasar
acontecimientos históricos que interesan al personaje. Lo hace con mucha más calma
que en otras novelas, no deja de saber que tiene por delante toda una trilogía
para decir lo que quiera decir, pero usando elementos que lo caracterizan como
autor: la ironía, la composición de los personajes o la manera de contar la
historia. Esto hace que estemos ante una novela reconocible al tiempo que
entretenida, reflexiva, con menos superficialidad que otras del mismo autor e interesante.
Como
os he dicho, el libro continúa desarrollándose en los años 70 enmarcando la
acción política para ir analizando los acontecimientos a través de los ojos de
Rufo.
Como si la Historia hubiera querido
hacer limpieza en el desván de los trastos viejos, en marzo de 1974 se vino
abajo la dictadura de Portugal; poco
después ocurrió lo mismo en Grecia, y en aquellos momentos, en España, Franco
estaba a punto de irse al otro mundo.
Al
fin llega la muerte de Franco. Analiza retazos de la guerra y mira, sin pasión,
su figura, analizándola con precisión desde la vivencia y la perspectiva del
tiempo.
Sobre esta paulatina e irreversible
descomposición, Franco había presidido durante cuatro décadas. En contra de la
opinión oficial de sus opositores, nunca fue un fascista. No tuvo una ideología
precisa ni un proyecto de Estado. Se limitó a ser, del principio al final, una
herramienta eficaz al servicio de la España tridentina, petrificada e
intolerante, con cuyos valores se identificaba a ciegas. Con implacable
frialdad primero y luego con paciente astucia, aniquiló a la sociedad y luego
curó las heridas de los supervivientes con un goteo de inocuos estupefacientes.
A cambio de sumisión, trabajo, sacrificios y desvelos, los españoles pudieron ir
adquiriendo un pequeño automóvil, un televisor, una segunda residencia y otros
lujos que, para ellos, constituían inmerecidas dádivas.
El
estilo lo observamos perfectamente en este fragmento, afirma una cosa y su
contraria además de conseguir que los personajes sean, en muchos aspectos,
caricaturas de ellos mismos. En consecuencia, tipos histriónicos de una
tipología de personas. Además el estilo es cervantino no por su barroquismo,
que usan otros autores, sino por cómo cada personaje introduce su propia historia
a modo de novelles renacentistas.
Al volver la cara hacia mí percibí en
ella una expresión irónica y desvalida. Callé para que siguiera hablando, si
eso era lo que deseaba hacer. Madame Kwank volvió a dirigir los ojos hacia la
luna y guardó un largo silencio antes de reanudar su soliloquio.
― Le cuento estas cosas a modo de
prolegómeno. Cuando haya bebido un par de whiskies más le invitaré a pasar la
noche conmigo. Le gusten las mujeres o los hombres, en este momento no tiene
elección. Cuando uno está en el quinto pino, no puede ser exigente. Yo sigo
esta norma: cuando pasa por aquí un occidental que no da asco, hombre o mujer,
lo aprovecho. Por la compañía. Estoy harta de dormir sola. Con los nativos no
quiero tener tratos, salvo lo imprescindible para las cosas cotidianas. Son
feos, pequeños y miserables. No me juzgues mal: ellos piensan lo mismo de los
blancos. Un sano racismo posibilita la convivencia.
Sigue
habiendo esos toques satíricos que tanto apreciamos.
Comparada con una aldea, Barcelona es
una gran ciudad, pero comparada con una gran ciudad, solo es un reducto
provinciano, hipertrofiado, endogámico y pretencioso.
Los
conscientes tributos al Quijote, con monólogos que aparecen porque sí, como
apetencia del personaje, sirven para esa reflexión moral que da tanta vida a la
obra literaria.
―Te pido disculpas por mi silencio
prolongado. Es de muy mala educación, ya lo sé, pero te confieso que me he
puesto a pensar y he hecho todo el viaje absorto y como ausente. Hay momentos
en que el paisaje deja de ser el decorado en el que transcurren los hechos y se
convierte en el verdadero protagonista de un argumento cuyo arranque nadie
recuerda, un presente inmóvil, el episodio congelado de una confusa trama. Yo
estoy aquí, pero no me reconozco, como no reconozco la responsabilidad que se
me atribuye ni me identifico con lo que se espera de mí.
Como
el resto de sus obras lo tenemos en Seix Barral.
Nº de páginas:384
Editorial:SEIX BARRAL
Idioma:CASTELLANO
Encuadernación:Tapa blanda
ISBN:9788432235870
Año de edición:2019
Plaza de edición:BARCELONA
Fecha de lanzamiento:29/10/2019
En la primavera de 1975 Franco tiene los
días contados. Inquieto y estimulado por los nuevos aires de cambio y esperanza
que comienzan a respirarse en España, Rufo Batalla planea su regreso a
Barcelona. Cuando está a punto de abandonar Nueva York recibe una sugerente
propuesta del príncipe Tadeusz Maria Clementij Tukuulo relacionada con su
disparatado plan de reconquista del trono de Livonia, un país hoy inexistente.
A sabiendas de que Tukuulo aparece en su
vida tan alegremente como desaparece y le manipula a su antojo, Rufo se deja
llevar por su admiración y sincero afecto por el monarca y acepta una misión
incierta en Oriente. Una vez allí, descubrirá que éste no es el último ni el
único destino de esta enloquecida aventura.
Eduardo Mendoza prosigue la serie
iniciada con El rey recibe,
y recorre de forma extraordinariamente lúcida y con gran sentido del humor
algunos momentos históricos, culturales y sociales del siglo XX a partir de la
peripecia personal del protagonista, el cumplidor Rufo Batalla. Su formalidad e
insatisfacción son el contrapunto perfecto del formidable príncipe Tukuulo, y
su pintoresca relación es la puerta de entrada a un mundo absurdo en el que
todo es posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Debido a algún comentario improcedente que no respeta ni al autor del blog ni a los participantes del mismo, me veo obligado a moderar los comentarios. Disculpa las molestias.