domingo, 7 de noviembre de 2021

El negociado del Yin y el Yang, Eduardo Mendoza

 

La memoria de lo vivido es un abismo incontrolable en que se mezcla la realidad, la verosimilitud y la imaginación. Por eso rememorar en la historia, aun a través d elo vivido, no deja de ser una aventura de conquista sobre lo acontecido real, porque es muy complejo desligar lo percibido, lo leído y lo revisado con el tiempo. Todos recordamos episodios que acontecieron en nuestras edades, incluso alguno vivió épocas interesantes, mas es complejo saber qué acontecimientos han configurado, en realidad, la historia o cuáles son simplemente un interés personal sin trascendencia en absoluto. Dicen los chinos, creo, cuando a alguien le desean mala suerte, es posible que esto lo haya dicho en alguna ocasión, que ojalá vivas en una época interesante, porque en el justo medio está la virtud, supongo, y en la vorágine la alucinación ante lo vivido. Creo que vivimos en una época interesante.

Eduardo Mendoza transita por la transición, valga el juego de palabras, pero su alter ego, Rufo, se fue a NY y allí siguió con su trabajo a medio camino de diplomático, comercial y abanderado de España. Pero los acontecimientos le llevan a oriente, a descubrir una pasión incontrolable y a repasar acontecimientos históricos que interesan al personaje. Lo hace con mucha más calma que en otras novelas, no deja de saber que tiene por delante toda una trilogía para decir lo que quiera decir, pero usando elementos que lo caracterizan como autor: la ironía, la composición de los personajes o la manera de contar la historia. Esto hace que estemos ante una novela reconocible al tiempo que entretenida, reflexiva, con menos superficialidad que otras del mismo autor e interesante.

Como os he dicho, el libro continúa desarrollándose en los años 70 enmarcando la acción política para ir analizando los acontecimientos a través de los ojos de Rufo.

 

Como si la Historia hubiera querido hacer limpieza en el desván de los trastos viejos, en marzo de 1974 se vino abajo la dictadura de  Portugal; poco después ocurrió lo mismo en Grecia, y en aquellos momentos, en España, Franco estaba a punto de irse al otro mundo.

 

Al fin llega la muerte de Franco. Analiza retazos de la guerra y mira, sin pasión, su figura, analizándola con precisión desde la vivencia y la perspectiva del tiempo.

 

Sobre esta paulatina e irreversible descomposición, Franco había presidido durante cuatro décadas. En contra de la opinión oficial de sus opositores, nunca fue un fascista. No tuvo una ideología precisa ni un proyecto de Estado. Se limitó a ser, del principio al final, una herramienta eficaz al servicio de la España tridentina, petrificada e intolerante, con cuyos valores se identificaba a ciegas. Con implacable frialdad primero y luego con paciente astucia, aniquiló a la sociedad y luego curó las heridas de los supervivientes con un goteo de inocuos estupefacientes. A cambio de sumisión, trabajo, sacrificios y desvelos, los españoles pudieron ir adquiriendo un pequeño automóvil, un televisor, una segunda residencia y otros lujos que, para ellos, constituían inmerecidas dádivas.

 

El estilo lo observamos perfectamente en este fragmento, afirma una cosa y su contraria además de conseguir que los personajes sean, en muchos aspectos, caricaturas de ellos mismos. En consecuencia, tipos histriónicos de una tipología de personas. Además el estilo es cervantino no por su barroquismo, que usan otros autores, sino por cómo cada personaje introduce su propia historia a modo de novelles renacentistas.

 

Al volver la cara hacia mí percibí en ella una expresión irónica y desvalida. Callé para que siguiera hablando, si eso era lo que deseaba hacer. Madame Kwank volvió a dirigir los ojos hacia la luna y guardó un largo silencio antes de reanudar su soliloquio.

― Le cuento estas cosas a modo de prolegómeno. Cuando haya bebido un par de whiskies más le invitaré a pasar la noche conmigo. Le gusten las mujeres o los hombres, en este momento no tiene elección. Cuando uno está en el quinto pino, no puede ser exigente. Yo sigo esta norma: cuando pasa por aquí un occidental que no da asco, hombre o mujer, lo aprovecho. Por la compañía. Estoy harta de dormir sola. Con los nativos no quiero tener tratos, salvo lo imprescindible para las cosas cotidianas. Son feos, pequeños y miserables. No me juzgues mal: ellos piensan lo mismo de los blancos. Un sano racismo posibilita la convivencia.

 

Sigue habiendo esos toques satíricos que tanto apreciamos.

 

Comparada con una aldea, Barcelona es una gran ciudad, pero comparada con una gran ciudad, solo es un reducto provinciano, hipertrofiado, endogámico y pretencioso.

 

Los conscientes tributos al Quijote, con monólogos que aparecen porque sí, como apetencia del personaje, sirven para esa reflexión moral que da tanta vida a la obra literaria.

 

―Te pido disculpas por mi silencio prolongado. Es de muy mala educación, ya lo sé, pero te confieso que me he puesto a pensar y he hecho todo el viaje absorto y como ausente. Hay momentos en que el paisaje deja de ser el decorado en el que transcurren los hechos y se convierte en el verdadero protagonista de un argumento cuyo arranque nadie recuerda, un presente inmóvil, el episodio congelado de una confusa trama. Yo estoy aquí, pero no me reconozco, como no reconozco la responsabilidad que se me atribuye ni me identifico con lo que se espera de mí.

 

Como el resto de sus obras lo tenemos en Seix Barral.

Nº de páginas:384

Editorial:SEIX BARRAL

Idioma:CASTELLANO

Encuadernación:Tapa blanda

ISBN:9788432235870

Año de edición:2019

Plaza de edición:BARCELONA

Fecha de lanzamiento:29/10/2019

 

En la primavera de 1975 Franco tiene los días contados. Inquieto y estimulado por los nuevos aires de cambio y esperanza que comienzan a respirarse en España, Rufo Batalla planea su regreso a Barcelona. Cuando está a punto de abandonar Nueva York recibe una sugerente propuesta del príncipe Tadeusz Maria Clementij Tukuulo relacionada con su disparatado plan de reconquista del trono de Livonia, un país hoy inexistente.

A sabiendas de que Tukuulo aparece en su vida tan alegremente como desaparece y le manipula a su antojo, Rufo se deja llevar por su admiración y sincero afecto por el monarca y acepta una misión incierta en Oriente. Una vez allí, descubrirá que éste no es el último ni el único destino de esta enloquecida aventura.

Eduardo Mendoza prosigue la serie iniciada con El rey recibe, y recorre de forma extraordinariamente lúcida y con gran sentido del humor algunos momentos históricos, culturales y sociales del siglo XX a partir de la peripecia personal del protagonista, el cumplidor Rufo Batalla. Su formalidad e insatisfacción son el contrapunto perfecto del formidable príncipe Tukuulo, y su pintoresca relación es la puerta de entrada a un mundo absurdo en el que todo es posible.

 

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