En un mundo tan convulso, un mundo en que algunas noticias nos golpean como barras de hierro en una reyerta, pasa desapercibido el drama humano de la emigración, de los movimientos de gente causados por guerras o hambrunas, sí, es terrible, y lo es porque occidente se enfrenta a una paradoja fundamental, casi irresoluble. Los urbanitas, sí, la mayoría vivimos en ciudades o áreas metropolitanas, tenemos una idea parcial, romántica e irreal de la vida y del mundo, lo pasamos todo por el filtro de la corrección social y política despreciando no solo lo que no entendemos, que son muchas cosas, sino también pontificando sobre todo lo que ha de ser. Una ortodoxia identitaria, una estupidez sin límites. Eso nos lleva a olvidarnos de los territorios despoblados, de las subvenciones de supervivencia de actividades ruinosas porque es más fácil así que enfrentarnos al problema de que nuestra profunda estulticia nos ha llevado a preferir vivir como marqueses mientras no veíamos cómo otros seres humanos producían para nosotros a precios de risa, pero eso tiene consecuencias que se llaman geoestratégicas, consecuencias letales porque las personas, en un mundo conectado, pueden querer vivir con dignidad, pecado capital. Paro importante, puestos sin cubrir y territorios que se mueren frente a ciudades cada vez más grandes; necesidad de gente frente a ciudadanos inactivos, lo dicho, una paradoja muy compleja. A mí me preocupan mucho los temas relacionados con los refugiados y los movimientos migratorios, sé que siempre han sido fundamentales en los auges y declives de las sociedades, pero asistir en directo a dramas como Siria o Afganistán (evidentemente los dramas brutales de África ni nos los muestran) es duro, complejo porque odio la ortodoxia ideológica.
-Bueno, puede que desde Boccadesse no
haya podido hacerte una idea muy clara de la dramática situación que se vive
aquí. Los desembarcos ahora ya son más
puntuales que el autobús de Montelusa. Llegan por centenares, noche sí, noche
también. Da igual el tiempo que haga. Hombres, mujeres, niños, viejos… Llegan
ateridos, hambrientos, sedientos, asustados. Les hace falta de todo.
Y
volvemos a un Camilleri mucho más potente que en sus últimas novelas, porque si
bien trata los temas de siempre con los personajes planos que todos conocemos y
con los que nos hemos familiarizado gracias a la serie de televisión, ahonda en
este drama, el de las llegadas de inmigrantes a través del Mediterráneo, y los
problemas de mafias, campamentos, violaciones y rechazo social que genera, lo
hace de una manera elegante, insertándolo en la trama para que los fanáticos
del autor y del personaje, yo entre ellos, entendamos las dimensiones ideológicas
del problema o sus consecuencias reales.
La
novela se construye con el ritmo habitual, un ritmo que agrada al lector. Es
cierto que se resiente y no desarrolla todo el potencial de los personajes que
siguen su esquematismo previsible, pero es de agradecer, por ejemplo, que a Catarella se le dé más protagonismo y, a
pesar de que actúa como contrapunto o donaire, su figura es más entrañable que nunca.
Pero no quiero engañaros, la trama sigue siendo entretenida e interesante, no
os va a defraudar el asesinato y su resolución, ni mucho menos su resolución.
La serpiente luminosa que de vez en
cuando aparecía de improviso por su cerebro volvió a dar señales de vida,
aunque en esa ocasión la idea confusa e incierta se hizo clara y precisa.
¡Era un pedazo de capu…! No, más bien un
pedazo de viejo agilipollado.
En
el nuevo pensamiento woke e
identitario Camilleri no tiene cabida. Podemos ver un machismo subyacente o una
ruptura con la ortodoxia de los mandarines, pero lo que me gusta es que hace lo
que le da la gana y rompe el círculo vicioso de los nuevos predicadores de una
moral gelatinosa que tiende a un igualitarismo imposible e irreal. Podemos
optar por no leerlo antes que censurarlo. No hay nada más interesante que la
noticia de hoy mismo sobre la quema de libros en Canadá,
sí, quema, en el siglo XXI porque no se ajustan a la ortodoxia de los
mandarines puritanos del decoro líquido.
-¿Lo del conductor está arreglado?
-Sí, jefe. Me han preguntado incluso si
prefería un hombre o una mujer.
-¿Y qué has contestado?
- Que una mujer, jefe.
- Has hecho bien.
Las mujeres de Trieste tenían fama de
ser guapísimas, con lo que perderse con una en la niebla podría llegar a ser
incluso un placer.
Os
dejo, para finalizar, un guiso que, como en toda la obra, da una alegría
maravillosa. Gracias, Montalbano por tu apetito.
El hecho de haber almorzado tarde no le
impidió ir a ver qué podía haberle preparado Adelina.
Por suerte, se encontró con un plato
bastante ligero. La asistenta había dado la espalda al mar para variar y se había
concentrado en la huerta: pitaggio de habas, guisantes y alcachofas.
En Salamandra
EDITORIAL:SALAMANDRA
TRADUCTOR: Mayor, Carlos
COLECCIÓN: Comisario Montalbano
ENCUADERNACIÓN: Tapa blanda o Bolsillo
PAÍS DE PUBLICACIÓN: España
IDIOMA DE PUBLICACIÓN : Castellano
IDIOMA ORIGINAL: Italiano
ISBN: 978-84-9838-992-0
EAN: 9788498389920
DIMENSIONES: 220 x 140 mm.
PESO: 366 gramos
N.º PÁGINAS: 272
FECHA PUBLICACIÓN: 28-05-2020
Cuando Vigàta se llena de pateras, Salvo
Montalbano se ve completamente desbordado de trabajo. Tras haber sobrevivido a
las olas traicioneras, cientos de migrantes llegan hasta la costa en pésimas
condiciones, sin medios ni garantías, por lo que ayudar se convierte en un
deber para el comisario y sus hombres.
Como si ese apremiante desastre no
bastara, Montalbano, acuciado por Livia ante la inminencia de las bodas de
plata de unos amigos, se pone en manos de Elena, una bella modista que regenta
la sastrería más afamada de Vigàta y con la que traba una complicidad
inmediata. Pero cuando Elena aparece brutalmente asesinada, entre algodones
libaneses y rollos de tela, el comisario, con la colaboración nada menos que
del gato de la víctima, hará todo lo posible para desenmarañar el ovillo de tan
horrendo crimen.
En Tirar del hilo, su libro número cien y el vigesimonoveno
dedicado a Salvo Montalbano, Camilleri nos brinda una magnífica novela negra
que pone el foco en la crisis migratoria, una de las tragedias más duras de la
realidad europea actual, «una excusa estupenda para levantar viejas y nuevas
fronteras con alambre de espino».
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Debido a algún comentario improcedente que no respeta ni al autor del blog ni a los participantes del mismo, me veo obligado a moderar los comentarios. Disculpa las molestias.