domingo, 26 de septiembre de 2021

La hora de los hipócritas, Η εποχή της υποκρισίας ,Petros Márkaris

La hipocresía está tan interiorizada en nuestra sociedad que los comportamientos egoístas los confundimos con manifestaciones inequívocas del ser, actos de libertad y de reivindicación de la mismidad. Pues va a ser que no. Los hipócritas, entre los que nos encontramos, bajo la apariencia del bien común o del otro, en un plano mucho más interrelacional, fingen la preocupación por los intereses ajenos para la reivindicación de lo propio. Es una realidad que no podemos obviar en una sociedad enferma de yoidad, de egoísmo rancio y de universos tan propios como vacíos. No es que sea pesimista, simplemente constato una realidad que vivo a diario, que sufro y que, en muchos aspectos, he decidido no padecer más, de hecho, me reivindico ante los hombres, con mis insoportables particularidades y manías, con mis contradicciones, sí yo también lo soy, aunque a veces no lo parezca.

Por eso me interesa tanto la novela de Márkaris, que cierra, casi, mi tríada de autores veraniegos: Leon, Camilleri y Márkaris, novelas policiacas que me reconfortan en su simplicidad, que me entretienen y me hacen pensar. Los hipócritas son los que bajo la apariencia de la virtud (cuánta gente virtuosa conocemos que, en realidad, solo se mira el interés umbilical que lo une a su yo) propician su propio interés: los que defienden a ultranza la escuela pública (no tengo muy claro esta defensa en qué consiste), pero llevan a sus hijos a colegios privados o que, ¡vaya con la pandemia!, se les hincha la vena del cuello en defensa de una sanidad universalmente gratuita, pero que acuden a su seguro privado como si no hubiera mañana ante el más mínimo signo de hemorroides; atención a la nota que viene ahora, no, no estoy en contra de esta gente, más bien la defiendo, la entiendo y participo de muchas de sus ilusiones, pero no se puede querer para el otro lo que nosotros no usamos, es esa demagogia tan antigua que es capaz de defender una cosa, la otra y la que más convenga a la convención social del momento. Una pequeña parada en esta disertación en la nube: la hipocresía está íntimamente ligada a lo políticamente correcto, a lo que se espera en el pensamiento dominante de corrección, a este puritanismo insoportable, a esta ortodoxia inquisitorial que pesa como una losa cada vez en menos conciencias que dicen no.

Así nuestro autor se adentra, una vez más, en esa triple dimensión de las novelas de Jaritos: la vida familiar como núcleo fundamental que configura la sociedad griega, con la irrupción del nieto; la dimensión política en la que el autor se centra en los diferentes problemas que aquejan la sociedad griega; y el meramente policial que debe desentrañar la culpabilidad del delito. Podríamos añadir, pero solo en las últimas novelas, la dimensión profesional de Jaritos debido a que asciende en el escalafón de la policía y adquiere nuevas responsabilidades que añaden una nueva dimensión a la lectura.

La novela vuelve al ritmo esperado, sí, hay cierta estereotipación, como ocurre con los otros autores. Yo diría que Camillieri es el más esquemático, luego Leon, en ella se nota menos, y por último Márkaris porque sí que observamos de una manera más clara, la evolución y crecimiento real de los personajes.

Hay elementos que consiguen hacer reconocible la obra, siguen las referencias a la comida y al hogar siendo, como he dicho, la familia tradicional el pilar del antiguo comisario: matrimonio, ser abuelo, y las recetas que sientan a todos alrededor de la mesa, esa presencia de la mediterraneidad que consigue equilibrar el libro y hacerlo familiar para el lector.

 

Aquí termina la conversación y nos sumimos en un silencio que me permite disfrutar de la musaka. Después de los tomates rellenos, mi gran debilidad son las berenjenas, de cualquiera de las maneras en que las hace mi mujer.

 

El contenido social es muy fuerte, el desencanto con Europa, con la pobreza estandarizada dentro de esa idea de sentirse víctimas de una máquina inmensa sin alma. Márkaris denuncia  la situación que vie Grecia y lo hace siempre acentuando los problemas que afectan al pueblo.

 

Lo matamos porque sus estadísticas decían que el paro se ha reducido, cuando los que supuestamente trabajan cobran entre doscientos cincuenta y trescientos euros al mes y no pueden llevar comida a su casa. Kejridis y sus colegas de Europa pretenden que ganar cien euros al mes te convierte en trabajador, cuando hasta los mendigos ganan más que eso.

 

Lo encontramos en Tusquets.

 

ISBN 9788490668030

Fecha de lanzamiento 19 de Mayo de 2020

Idiomas Castellano

Género Novela negra

Formato Tapa blanda

Editorial TUSQUETS EDITORES

Dimensiones 22.5 x 14.8

Número de páginas 352

 

El comisario Jaritos se enfrenta a un extraño grupo terrorista cuyas víctimas son fruto del azar. O eso parece.

Para Jaritos, el esperadísimo nacimiento de su nieto conlleva un significativo cambio en su vida privada. Sin embargo, la alegría por ese emotivo acontecimiento se ve eclipsada por la llamada que le anuncia el asesinato de un famoso empresario, un magnate hotelero, muy conocido por sus contribuciones benéficas. ¿Un nuevo grupo terrorista? ¿Una venganza personal? No bien empieza la investigación, aparece un manifiesto reivindicando la muerte del empresario, sin explicar, sin embargo, los motivos; eso debe averiguarlo la policía, a la que califica de esbirro del poder. Solo se afirma que el hotelero merecía la muerte. No será la única víctima que se cobre ese extraño grupo. Todas ellas irreprochables, aparentemente. Hasta que Jaritos empiece a escarbar.
Márkaris pone el foco, una vez más, en los centros de toma de decisiones, donde las políticas populistas son en realidad una simple fachada que esconde una realidad más cruenta, llena de hipocresía.


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