y me viene, así de pronto, a la cabeza uno de los libros sobre los que
no he hablado todavía, será, imagino, que me ha despertado de la
pereza estival la sucesión de pelis de las que os hablaba, es decir,
esas series de tele, pelis o lo que sea en que el adolescente es un
ser terrible, como si no tuviera bastante con su adolescencia, y en
que las acciones son escabrosas, conscientemente escabrosas, así que
me acorrala la historia del colegio inaccesible, Wybrany
College,
allá
por las montañas, por ejemplo, donde la clase privilegiada es
educada en lo selecto de lo que sería la instrucción, vaya forma
eufemística de alimentar las almas, y existe, ¡oh caridad dadivosa
del amo! los las becados, as, que disfrutan de la extrema generosidad
de la institución y de sus usuarios,as, evidentemente deslizándose
por lo escabroso
de una situación terrorífica, por los límites del sexo que
alimentan la imaginación enferma de los conspiranoícos en sus
eternas orgías con vírgenes sacrificadas, es así el poder, no la
autoridad, claro, el poder de transformar la voluntad, Nunca
se interviene en las leyes del mercado,
de
someter los deseos del otro en un juego al que solo pueden jugar los
que tienen,
vaya, película de King, por ejemplo, o de mi hija por las noches en
la tablet, que mira cómo ha cambiado la manera de ver cine, antes,
en la sala abarrotada, se escuchaban los grititos, luego los
aullidos, se veían las manos acercándose al rostro, la cabeza
girada sobre el hombro del valiente que hacía como si veía, pero
que no veía, eso ya no existe, existe la tablet en la nocturnidad
del campo, con el sonido apaciguador de la putas tórtolas que no se
callan si saben que no las quieres escuchar, todo a oscuras, ese es
el ambiente de la novela, el ambiente al que se enfrenta Isidro,
una asfixia que se centra en su habitación como metáfora necesaria
de la dificultad de escapar, como límite de la incertidumbre de
nuestras vidas que se circunscriben, en muchas ocasiones, a espacios
cerrados e inaccesibles, y que va plasmando en un diario, bendita
polifonía narrativa, dándonos pistas sobre lo que puede ocurrir,
Nunca
los grandes escritores fueron profesores.
—
Pero
tú eres un gran escritor.
Anagrama
nos ilustra.
ISBN 978-84-339-9756-2
EAN 9788433997562
PVP CON IVA 17.90 €
ISBN E-BOOK 978-84-339-3392-8
EAN E-BOOK 9788433933928
PVP CON IVA E-BOOK 5.99 €
NÚM. DE PÁGINAS 272
COLECCIÓN Narrativas
hispánicas
Cuatro por cuatro arranca con la historia
de un grupo de chicas, lideradas por Celia, que se han fugado de un colegio
pero que son atrapadas y devueltas a la institución. El colegio del que huían,
el Wybrany College, es un internado completamente incomunicado del exterior y
destinado a los hijos de familias acomodadas, los únicos que pueden aspirar a
salvarse de un mundo en descomposición en el que la vida en la ciudad se ha
hecho imposible. Pero el Wybrany College también acoge a los llamados
«especiales», chicos becados cuyos padres trabajan al servicio del proyecto.
Las relaciones entre ambos grupos y entre ellos, los profesores y los miembros
de la Dirección –el Sr. J., la Culo o el Guía– internarán al lector en un
microcosmos dominado por la manipulación y el aislamiento. Con una narrativa
fragmentaria, indirecta y muy depurada, la primera parte de la novela es una
suerte de enigma cuyo sentido se completará más adelante.
En la segunda parte de la obra la
perspectiva cambia con la irrupción de Isidro Bedragare, un profesor sustituto
que va recogiendo en un diario su particular visión de los hechos que ocurren
en el extraño internado, y que a su vez también esconde un secreto.
Narrada con un peculiar estilo que juega
con la insinuación y las zonas de sombra, el lector irá descubriendo en la
novela un universo literario autosuficiente, inquietante y enigmático, definido
por unas normas propias que apelan a las relaciones de poder entre los
distintos personajes y una violencia sórdida, latente, siempre a punto de
estallar.
Con esta excelente novela, Sara Mesa
ahonda en la construcción de un espacio literario propio, siempre en los
límites de la realidad, con personajes marcados por la desolación y la
impotencia, el humor soterrado y un sutil poso crítico. Cuatro por cuatro es,
en realidad, un canto a la libertad mediante la mostración de su reverso: la
opresión, el aislamiento y el miedo al exterior generan monstruos.
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