Llega el fin de año, o el nuevo, no importa, y parece necesario hacer balance de lo que hemos hecho, de si la vida ha ofrecido las recompensas esperadas. Es un ejercicio absurdo, obviamente, porque la vida no se mide en los años que van y vienen, para nada, se mide en los hechos, en lo que hacemos, en el presente, en la posibilidad de seguir creciendo y respirando, en sentirse uno mismo independientemente de los tiempos que han ido pasando. Pero se impone el balance, es una enfermedad humana, una necesidad incontrolable que afecta, claro está, al ego (Los egos funcionan como las pollas: no hay conciencia que pueda evitar que se empalmen) que nos domina en esta dimensión alocada de lo inmediato, es como ser capaces de parar y darnos cuenta de que hay cosas que han sido o que han acontecido, esclavos, vaya, de la vorágine enfermiza de los tiempos.
Vernon por eso descansa, tiene mi edad, mis ilusiones, le gusta mi música, le gustan mis iconos culturales, tal vez ejerce la vida de manera diferente a como lo hago yo, pero puedo verlo como referente de mi generación, parte de ella al menos; por eso nos sorprende sin sorprendernos su actitud y la de los que le rodean.
Es la segunda entrega, la primera me gustó mucho, creo, no voy a volver leer el post, por eso me he lanzado a ver qué pasa en la trilogía. No es algo nuevo en este blog, he leído más de una entrega de más de una trilogía e incluso heptalogía, me gusta, parece que disfruto con el placer culpable del castigo, debe ser también propio de mi generación. A lo que iba, Vernon mesiánico en el devenir, como un buda postmoderno afectado de los males de nuestro tiempo, viviendo en la indigencia del pensamiento y social, dejándose mecer por la culpabilidad de amigos y encontrados, amando con la trivialidad del que se sabe sin mochilas ( qué metáfora más manida y horrenda, pero lo explica bien).
Aunque no tiene el ritmo y la frescura de la primera parte siguen desfilando pensamientos que retratan diferentes estratos sociales y sirve, a su modo, de fresco de la sociedad francesa, por qué no occidental, de nuestro tiempo. La masculinidad es también analizada sin las estridencias de las voceras de las televisiones, de las nuevas inquisidoras que ven en todo hombre un violador potencial. Virgnine es reflexiva, feminista, por supuesto, por eso su sensibilidad analiza certeramente muchos aspectos, que compartirá o no, de sus personajes.
Él siente que la pornografía lo ensucia. Siente que abusan de él, pero ¿a quién va a quejarse? Los tíos tienen que aguantar lo que les echen sin dar por saco con su sensibilidad. Se parte de la base de que están necesariamente dispuestos. Nadie se pregunta si les gusta que los pillen por los cojones cada dos por tres, como tampoco preocupa a nadie si les apetece o no ser padres, o si pueden pagar la pensión alimenticia que les imponen… viene a ser lo mismo. La masculinidad es «empálmate y apoquina» sin alternativa.
En ocasiones su estilo es cervantino, clásico, a su pesar, y Vernon aparece como el caballero que se ve en las encrucijadas un poco sin quererlo. Es posible que sea una especie de loco alienado por la sociedad y saturado por el rock; en vez del libro de caballerías el personaje contemporáneo aborda la realidad parándola, porque, ¿ de qué otra manera se puede abordar los estímulos que recibimos a diario?
El rock le venía bien a la lengua oficial del capitalismo, la de la publicidad: eslogan, placer, individualismo, un sonido que te impacta sin tu consentimiento.
Lo dicho, los pensamientos abundan, la crítica es feroz a pesar del formato de novela itinerante; no nos podemos equivocar, la inteligencia de la autora está presente en los pensamientos.
Su trabajo fue el primero afectado por los recortes presupuestarios —¿qué se puede destruir sin que se note? La investigación y la formación.
Lo dicho sobre el feminismo y ciertas reflexiones sobre la cultura del sometimiento. Reflexiones muy interesantes contra corriente, lejos del pensamiento subvencionado, llamadas de atención para que el individuo piense por sí mismo, para que se aleje de los estereotipos, para que analice qué hemos conseguido en occidente, dónde está la mujer y los retos culturales que afrontamos. ¿Os acordáis de Houellebecq y Sumisión? Yo sí.
Pero le parece lamentable escuchar a algunos colegas perorando sobre los derechos de las chicas a llevar el velo y a volver a sus raíces. Son los mismos que lloran cuando se enteran de que Chávez ha muerto. Si mañana el presidente de Francia les dijera que Jesús les curará el cáncer, les daría un ataque, pero cuando pasa entre los muertos de hambre, un tarado megalómano es un líder carismático. Un Chávez está bien para los indios, de la misma manera que un Putin tiene sus cualidades para los rusos. El día que esta gente vea a su hija casándose con un monárquico, se meterán en la cama quince días, pero cuando la tuya se pone el velo, te recuerdan que es parte del folclore y te vienen con el cuscús y la guerra de Argelia. En eso se ha convertido esa izquierda que lo entusiasmó cuando era más joven. Por una parte, los que mantienen una condescendencia justificada por el exotismo: que dejen que los morenitos se realicen entre la alfombra de rezos y tres suras, su intelecto no necesita más. Y frente a ellos, los que se apropian de la laicidad para exigir a los hijos de inmigrantes que sean los renegados más diligentes, siempre dispuestos a no solidarizarse con los suyos para colgarse la medalla de la integridad ejemplar. Lo que esperan del árabe, tanto los unos como los otros, es docilidad —que se someta a la barbarie de los suyos o a la violencia del Estado francés, lo mismo da, siempre que renuncie a su plena dignidad. Y después del árabe, al que apuntan es al precario. En el fondo, lo que sus colegas de izquierdas reclaman es que los más desfavorecidos aprendan a sufrir en silencio.
Y el peligro constante del Cuento de la criada, el cambio argumental, la revolución del sometimiento, el abandono de lo que nos caracteriza como seres humanos.
En menos de diez años estas madres pudorosas ya solo procrearán por inseminación artificial, solo así se sentirán a salvo de la suciedad que para ellas supone la sexualidad. Eso aliviará a los tíos de su generación: para follar habrá profesionales, y para la familia, madres vírgenes por fin respetables.
También analiza diferentes tipos de familia y sus relaciones. Hay un aspecto, señalo lo crítico, que no deja de ser un peligro en occidente y es el abandono de la educación intrafamiliar y el fiarlo todo al estado y a los medios, creando pequeños consumidores que, necesariamente, se convertirán en tiranos motivados por l necesidad.
El resto del tiempo el crío berrea que quiere un anorak nuevo, un teléfono, un casco de mil euros y vacaciones carísimas.
Como observamos la política y la reflexión moral se impone en muchos pasajes del libro, pero también profundas reflexiones sobre el mundo que construimos, el resultado de lo que hemos hecho y nuestro responsabilidad, tal y como lo veo, Vernon no deja de ser la metáfora del ángel caído, el resultado de a dónde se va a ir la clase media, es decir, los trabajadores que quisieron ser burgueses.
Si no abren un banco, será una óptica, o una agencia inmobiliaria. Hace mucho tiempo que no abren otra cosa. Los árboles crecen protegidos por corsés metálicos, colillas aplastadas y mierdas secas tapizan el espacio de alrededor de los troncos. Las aceras están llenas de escombros, hay una bañera tirada,
Libro inteligente recomendable, me parece apasionante haber leído los dos primeros. Leeré el tercero, claro. Lo tenemos en Random House.
Colección Literatura random house
Pero le parece lamentable escuchar a algunos colegas perorando sobre los derechos de las chicas a llevar el velo y a volver a sus raíces. Son los mismos que lloran cuando se enteran de que Chávez ha muerto. Si mañana el presidente de Francia les dijera que Jesús les curará el cáncer, les daría un ataque, pero cuando pasa entre los muertos de hambre, un tarado megalómano es un líder carismático. Un Chávez está bien para los indios, de la misma manera que un Putin tiene sus cualidades para los rusos. El día que esta gente vea a su hija casándose con un monárquico, se meterán en la cama quince días, pero cuando la tuya se pone el velo, te recuerdan que es parte del folclore y te vienen con el cuscús y la guerra de Argelia. En eso se ha convertido esa izquierda que lo entusiasmó cuando era más joven. Por una parte, los que mantienen una condescendencia justificada por el exotismo: que dejen que los morenitos se realicen entre la alfombra de rezos y tres suras, su intelecto no necesita más. Y frente a ellos, los que se apropian de la laicidad para exigir a los hijos de inmigrantes que sean los renegados más diligentes, siempre dispuestos a no solidarizarse con los suyos para colgarse la medalla de la integridad ejemplar. Lo que esperan del árabe, tanto los unos como los otros, es docilidad —que se someta a la barbarie de los suyos o a la violencia del Estado francés, lo mismo da, siempre que renuncie a su plena dignidad. Y después del árabe, al que apuntan es al precario. En el fondo, lo que sus colegas de izquierdas reclaman es que los más desfavorecidos aprendan a sufrir en silencio.
Y el peligro constante del Cuento de la criada, el cambio argumental, la revolución del sometimiento, el abandono de lo que nos caracteriza como seres humanos.
En menos de diez años estas madres pudorosas ya solo procrearán por inseminación artificial, solo así se sentirán a salvo de la suciedad que para ellas supone la sexualidad. Eso aliviará a los tíos de su generación: para follar habrá profesionales, y para la familia, madres vírgenes por fin respetables.
También analiza diferentes tipos de familia y sus relaciones. Hay un aspecto, señalo lo crítico, que no deja de ser un peligro en occidente y es el abandono de la educación intrafamiliar y el fiarlo todo al estado y a los medios, creando pequeños consumidores que, necesariamente, se convertirán en tiranos motivados por l necesidad.
El resto del tiempo el crío berrea que quiere un anorak nuevo, un teléfono, un casco de mil euros y vacaciones carísimas.
Como observamos la política y la reflexión moral se impone en muchos pasajes del libro, pero también profundas reflexiones sobre el mundo que construimos, el resultado de lo que hemos hecho y nuestro responsabilidad, tal y como lo veo, Vernon no deja de ser la metáfora del ángel caído, el resultado de a dónde se va a ir la clase media, es decir, los trabajadores que quisieron ser burgueses.
Si no abren un banco, será una óptica, o una agencia inmobiliaria. Hace mucho tiempo que no abren otra cosa. Los árboles crecen protegidos por corsés metálicos, colillas aplastadas y mierdas secas tapizan el espacio de alrededor de los troncos. Las aceras están llenas de escombros, hay una bañera tirada,
Libro inteligente recomendable, me parece apasionante haber leído los dos primeros. Leeré el tercero, claro. Lo tenemos en Random House.
Colección Literatura random house
EAN 978-8439732129
ISBN 9788439732129
Vernon sigue en la calle y ha perdido todo contacto con el mundo
real. El parque Buttes-Chaumont, al nordeste de París, es ahora su nuevo hogar,
y allí convive con otros vagabundos, sin ser consciente de que se ha convertido
en una especie de celebridad en internet y de que sus antiguos amigos, un
heterogéneo grupo de individuos socialmente muy dispares, lo buscan
desesperadamente. Todos quieren conocer las grabaciones que la estrella del
rock Alex Bleach dejó en sus manos antes de morir.
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