martes, 19 de enero de 2016

Cicatriz, Sara Mesa

CicatrizLlevo un tiempo en que escribo menos, aunque leo más. La lectura es consustancial a mi vida, tan importante como comer o como salir en bicicleta. La lectura me reconforta y me lleva a paraísos inimaginados, o imaginados, tanto da, porque el hecho de ser en el otro es una maravilla única del ser, tan importante, que a veces pienso que preferiría morir de inanición que no saber leer ( claro, esto lo digo desde mi perspectiva pequeño burguesa, en un estado del bienestar con una protección importante, un buen trabajo y un buen ambiente, Jaume, ¡ya me gustaría a mí verte buscándote el pan y no encontrándolo!) Es lo que hay, las palabras son muy sufridas y el cinismo recurrente.

Lo dicho, leo una barbaridad. Calculo que en el último año habré leído más de doscientos artículos, ensayos y similares, eso afecta a mis lecturas literarias, me hace estar cansado y el hecho de llevar tres o cuatro libros simultáneamente, no ayuda, claro. Tal vez por eso, solo tal vez, los libros que estoy leyendo me parecen previsibles, como si ya los hubiera leído, y eso me pasa con el que hoy os presento.
No he podido sustraerme de las sombras de Grey, no sé por qué, pero cada capítulo hacía que rememorara ese libro. Es posible que la situación absurda, la incapacidad de los personajes para tener relaciones sanas, adultas, tal vez por el morbo fetichista de Knut (nombre de lo más desacertado porque comparar a este personaje con el escritor noruego Knut Hamsun, que pronto nos visitará, pues eso, muy fuerte) por la sumisión plana de Sonia, o por ambas cosas, por la planicie de la configuración de los personajes, por la trama previsible y redundante. Algo me aburría, hacía que ralentizara la lectura, pero me decía a mí mismo, vamos, campeón, que si todo el mundo dice que es una de las mejoras novelas del año no vas a ser tú un angustias y a tirar por la borda tanto trabajo de eminentes críticos, y claro, imaginaros mis contradicciones, un lector compulsivo y con gustos literarios tan heterogéneos, ¡cómo se atreve! Y día tras día me obligaba, leía, pero ha sido imposible. Ya os digo que es muy probable que no se deba más que a mi cansancio, a tanto libro, artículo, ensayo que está en estos momentos en mis manos, pero no me he enganchado.

creo que me merezco contemplarte con las medias blancas y los zapatos marrones... y nada, nada más. Con el corpiño negro, las medias de rejilla y los primeros zapatos rojos...y nada más. Con la túnica y esos mismos zapatos... Con el liguero blanco....

La novela nos cuenta, es una cierto en un principio, la relación de una joven aficionada a la literatura con un desconocido a través del mail. El amor surge con fuerza desde la nube, se va configurando y va haciendo a los personajes creando ambientes asfixiantes acosados ambos por necesidades subyacentes incontroladas. Sonia contradictoria, plana, demasiado esquemática, tópica por lo tanto, y muy poco creíble (su matrimonio, su literalidad, su maternidad, su amistad) es una adaptada sumisa de manual. Él, un fetichista más complejo, lleno de momentos brillantes, muy bien escritos, sin embargo esta aparente brillantez en la elaboración del personaje es pura contradicción, su cleptomanía, sus ansias, su dominio sádico son pura fachada artificial, un constructo de las palabras sin verosimilitud.
Me imagino que el libro quiere hablarnos de la soledad, de los nuevos marcos relacionales, del amor como algo poliédrico, como una necesidad de lo irracional, de la asfixia del hombre contemporáneo encerrado en relaciones virtualizadas a través del ordenador ,pero insertas en un nuevo mundo sintáctico de palabras, es posible que las citas, la bibliografía ofrecida sean un signo de exquisitez que se me ha escapado, no os digo que no, por eso debéis leer el libro, porque solo haciéndolo podréis decir que estoy loco, que no acierto en mi experiencia ni en la reconstrucción de la obra tras la lectura.
Como os contaba la novela se trabajando con flash backs situando al lector en los espacios que le ayudan a configurar la historia, estableciendo complicidades con este para hacerle creer que puede construir la trama. Pinceladas de los personajes, títulos sugerentes, "Siete años antes"; "Cicatriz"

No, no me veo feliz, ni siquiera junto a ti. Ni siquiera en la más optimista de mis ensoñaciones me veo teniendo contigo una relación feliz, provechosa para ambos, sólida, cotidiana; burguesa, en suma.(...)
Actuaba así porque necesitaba salir de la vulgaridad. Imagínate: nacer con ese cerebro y no tener más que eso. Tu cerebro y todo alrededor es vulgaridad.

Knut se obsesiona con la educación literaria de Sonia, podríamos establecer una equivalencia con una educación sexual o sentimental. Hay varios tipos de lectura: la que ahonda en el espíritu y se convierte en una meta en nuestras vidas, volvemos a ella, releemos, aprendemos; y una lectura como placer artístico o mero placer, así, de modo genérico. En este último tipo de lectura nos adentramos en un espacio de gozo y nos olvidamos de lo vacuo, de lo previsible y trivial, quedan, por lo tanto, las sensaciones, Releemos, aprendemos, disfrutamos y sufrimos en la primera, pero tampoco hemos de desdeñar la segunda (No os confundáis, que el libro me parezca tan flojo no significa que no pueda aportar momentos de lucidez intelectual, lo hace) El librono olvida, es lo que se lleva a hora, reflexiones sobre el hecho literario.

Knut muestra su sorpresa. ¿Leyó los relatos de Ford hace sólo dos meses y ya los ha olvidado? No puede dar crédito.(...)
El cine es una producción grupal, mientras que la literatura es , por defecto, el fruto espiritual del individuo sin más, enfrentado a solas consigo mismo.

En ocasiones reflexiona sobre la vida, sobre la realidad que se vive fuera de la trama, que configura lo tridimensional vivido.

Todos los que argumentan que estas multinacionales son las representantes del capitalismo más atroz son los mismos que engullen sus hamburguesas y sus capuchinos en vasos de cartón, salen y acto seguido comienzan a vociferar consignas pacifistas. A cualquiera de ellos, si les robas el móvil, se pondrá a gritarte, te golpeará y si me apuras le parecerá bien hasta que te torturen en la comisaría. Písale a uno de ellos, verás como le duele más el pisotón que todos los niños del mundo mutilados por bombas de racimo.

Lo tenemos en Anagrama, y aquí os dejo datos muy interesantes y muchas cosas que se han dicho y que contradicen, completamente, todo, absolutamente lo que yo pienso.

COLECCIÓNNarrativas hispánicas (NH 545)
ISBN978-84-339-9792-0
NUM. PÁG.200Sonia conoce a Knut en un foro literario de internet y, a pesar de los setecientos kilómetros que los separan, establece con él una particular relación marcada por la obsesión y la extrañeza. Entre la atracción y la repulsión, no puede evitar sentirse fascinada por este personaje insólito y perfeccionista, que vive fuera de toda norma social y que la corteja a través de suntuosos regalos robados. «Le gustaba ir siempre bien vestido, incluso para ir a robar una simple lata de conservas. Tan joven y hablando de escritores del XIX. Filosofando. Cuestionándolo todo. Teorizando sobre el individuo y el grupo, y la hipocresía social, y los chivos expiatorios, y Dios y el destino, la virginidad y el sexo. Solía decir que no hay placer comparable a pensar. Y no, no era petulante ni vanidoso. Era simplemente... exhaustivo.» Su necesidad de poner distancia cuando Knut se vuelve demasiado absorbente, pero también su irrefrenable curiosidad y el ansia de vivir experiencias más allá de una existencia excesivamente reglada, llevarán a Sonia a una doble vida secreta en la que quedará atrapada durante años sin posibilidad de exculparse.

En esta inusitada historia, Sara Mesa recupera temas que ya aparecieron en sus primeras obras narrativas, dándoles forma a través de un estilo conciso y eléctrico en un mundo –frío, escasamente comunicativo– cuyas reglas establecen únicamente los propios personajes que lo habitan. Cicatriz no es sólo una inquietante historia de amor descompensado protagonizada por dos seres muy distintos pero a la vez complementarios, es también una reflexión sobre la sociedad de consumo y los robos a gran escala en grandes almacenes, la sumisión y el poder, la anulación del deseo y la carnalidad, el refugio de la infancia, la fantasía como alternativa, la culpa y la expiación, la escritura y la vocación literaria. La autora de la celebradaCuatro por cuatro (que fue finalista del Premio Herralde de Novela), en vías de publicación al francés, se confirma con Cicatriz como una de las voces más singulares e imprescindibles de su generación.

«Desde una inquietante visión de la contemporaneidad, tanto enCicatriz como en su anterior novela Cuatro por cuatro, Sara Mesa levanta una literatura de alto voltaje trabajada con precisión de orfebre» (Rafael Chirbes).

«En una atmósfera que evoca los laberintos carcelarios de Piranessi y la asfixia del subsuelo dostoievskiano, Sara Mesa nos asoma a un mundo donde anidan la impostura, el acoso que nace del desdén y el desprecio, la provocación implacable, la turbiedad que acabará concretándose en dinero -transacciones-, la sumisión ante el poder, la culpa y su obligada expiación... un mundo que el lector reconoce de inmediato, porque es el nuestro, el de la sociedad de consumo... y del espectáculo» (Ana Rodríguez Fischer, Babelia, El País).

«Una moderna y buena novela del aprendizaje de dos jóvenes a su conocimiento recíproco en la vida adulta, con especial hincapié en el aprendizaje literario. Sara Mesa confirma las buenas expectativas» (Ángel Basanta, El Mundo).

«Una obra absorbente en la que asistimos como voyeurs a la turbia relación entre una mujer con una existencia anodina y un hombre peculiar… La narración avanza y retrocede, creando de este modo una tensión especial, erótica y dramática, acentuando el fetichismo de él (inevitable, pues la referencia a James Joyce y Nora Barnacle), sus obsesiones, su necesidad de acumular nuevas preguntas a cada respuesta… Los lectores nos sentimos atrapados por esta fascinante escritura, que es a un mismo tiempo, oscura y luminosa» (J.A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia).

«Cicatriz, la estupenda cuarta novela de Sara Mesa, contiene una historia de amor, una crítica del consumo, un caso de sexualidad marginal y un áspero retrato de la vocación literaria. Lo asombroso, sin embargo, no es que mezcle todos esos elementos; es que lo haga en el marco de una novela epistolar… Una virtud adicional del libro es que nunca echa mano de fórmulas manidas… Mesa escribe en una prosa libre de lugares comunes, pulida y precisa, en la que solo de cuando en cuando aparece una metáfora, casi siempre oculta en un verbo: una ventana, por ejemplo, “vierte” algo de claridad; pero rara vez el lenguaje es más figurado… Hay mucha belleza en Cicatriz, y yo diría que se trata de una belleza de concepción, de inteligencia narrativa… La voz narradora, una tercera persona impertérrita, que no yerra una coma siquiera ante la visión del descalabro, se limita a contarnos lo que se dicen. Por citar uno de los pensamientos de Sonia: “Todo es delicado, vaporoso y, al mismo tiempo, profundamente perverso”» (Martín Schifino, Letras Libres).

«Una historia de obsesión amorosa y fetichismo de consumo con renovada capacidad de desasosiego lector y estilo frío y minimalista… A Sara Mesa le van las zonas de sombras, la inquietud que provoca lo que no se acaba de decir y la perversidad de las relaciones de poder entre las personas… Admite Mesa que esta es una historia de amour fou, no en el sentido romántico sino concebido como patología. El infierno también puede ser una construcción mental» (Elena Hevia, El Periódico de Catalunya).

«Se suma a la mejor literatura sobre ese submundo de las relaciones internáuticas… Hay ritmo narrativo y una relación morbosa, impecable recreación del neurótico persuasivo y repelente, que va cercando a su presa y que el lector, a salvo de cualquier trampa, paladea con delectación. Una novela adictiva y aguda que promete convertirse en una de las novelas destacadas de este 2015» (Eduardo Laporte, El Correo Español).

«Su editor, Jorge Herralde, ya advirtió que esa última ficción contenía las claves de su poderoso universo narrativo; el libro, le dijo a su creadora: “era Sara Mesa en estado puro”. La anécdota sirve para afianzar una certeza: que la autora lleva años construyéndose una de las obras más personales y coherentes de la literatura actual… La inteligencia y el oficio de Mesa propician que Cicatriz no sea sólo un perturbador relato sobre la sumisión y el poder en el que los roles parecen confundirse desde el principio. La novela es también una radiografía de la incomunicación y el aislamiento de un tiempo donde los canales para encontrarse sugerirían lo contrario o una reflexión sobre cómo el amor puede llegar a ser una transacción comercial en una sociedad de consumo… “Todo es delicado, vaporoso y, al mismo tiempo, profundamente perverso”, se dice en algún momento sobre las fantasías de Knut» (Braulio Ortiz, Diario de Sevilla).

«Una compleja historia de sentimientos, pulsiones y obsesiones entre dos desubicados» (Alejandro Luque, El Correo de Andalucía).

«Hipnótica novela» (Inigo Urrutia, El Diario Vasco).

«Sara Mesa explora cuestiones como el amor en su vertiente más enfermiza, la obsesión, la atracción o el fetichismo» (Alberto Gordo, El Cultural).

«La nueva novela de Sara Mesa es una radiografía extraordinaria de nuestro tiempo, de ese lenguaje virtual que llena nuestras vidas, de esas relaciones alumbradas a través de la red que se convierten en una realidad tan falsa como absorbente… He reconocido siempre a Sara Mesa como una de las escritoras que más hacían falta en el panorama narrativo actual. Desde que cayera en mis manos su anterior novela, Cuatro por cuatro, he seguido su trabajo, introduciéndome en un mundo tan personal como adictivo» (Sergio Sancor, La Cueva del Erizo).

«Uno de los aciertos de la autora es contar esta historia, básicamente, desde la perspectiva de Sonia, un personaje con el que resulta mucho más sencillo identificarse para el lector, asediado tanto por sus carencias afectivas y profesionales, como por el atractivo/siniestro Knut… De esas tres novelas que citábamos al principio de Sara Mesa,Cicatriz, es con mucho, la más lograda y la que mejor consigue apoderarse de la atención del lector. Lo es por la originalidad de la situación y del modo siempre imprevisible e imaginativo en el que se desarrolla -una particularísima historia de amor y obsesión enrarecida, turbia, imposible, viciada desde su comienzo-; lo es por los dos personajes principales, tan desiguales y, al mismo tiempo, tan creíbles; y lo es por, por último, por la escritura de Mesa, sobria, directa, a la altura de cada escena, diálogo o descripción, que nos conduce hasta un final a la vez abierto y cerrado. Una novela estupenda… un nuevo hito de una obra en desarrollo que –estamos convencidos- nos seguirá sorprendiendo en el futuro» (José Martínez Ros, Estado Crítico).

«Cuatro por cuatro fue halagada por la crítica y por un gran número de lectores, que disfrutó de una de las grandes novelas de ese año. Un consejo: si no la han leído, no se la pierdan… Su nuevo trabajo,Cicatriz, es una novela profunda, que recorre los recovecos de la mente, donde se pone a prueba la vulnerabilidad de los humanos ante la sumisión, los regalos onerosos, el dinero y el poder de aparentar… Cicatriz es una de esas novelas que deja huella y que confirma la destreza narrativa de Sara Mesa como una de las grandes voces de la literatura española actual» (Cayetano Sánchez, Canarias7).

«Sara mesa teje bien el suspense de estas vidas en sombras, sujetas al fingimiento del deseo y la mentira, con saltos en el tiempo. Y con un epílogo tan perfecto y perturbador como una cicatriz donde la piel no es sólo intimidad» (Guillermo Busutil, La Opinión de Málaga).

«Sara Mesa sigue indagando en los perfiles psicológicos de las minorías que rompen las normas, de los excluidos, del grupo, de personajes inadaptados que no encuentran su lugar en el mundo y del derecho que tienen a elegir ser diferentes… Cicatriz tiene una estructura original con un recorrido cronológico a saltos y una construcción donde se intercala la voz del narrador con los diálogos en correos electrónicos que intercambian los personajes y no faltan recursos que podrían ser más propios del cuento como los silencios estratégicos o la elipsis. Un texto ágil y cautivador, muy recomendable» (Ricardo Reques, Diario Córdoba).

«El horizonte temporal de Cicatriz es, nítidamente, nuestro presente, cuando internet es uno de los principales, si no el principal, modo en que dos desconocidos puedes dejar de serlo, en el que se han creado nuevas formas de relación y nuevos tipos de soledad… Cicatriz es, con mucho, la mejor novela hasta la fecha de Sara Mesa y la que mejor consigue apoderarse de la atención del lector. Lo es por la originalidad de la situación y del modo siempre imprevisible e imaginativo en el que se desarrolla –una particularísima historia de amor y obsesión enrarecida, turbia, imposible, viciada desde su comienzo–; lo es por los dos personajes principales, tan desiguales y, al mismo tiempo, tan creíbles; y lo es, por último, por la escritura de Mesa, sobria, directa, a la altura de cada escena, diálogo o descripción, que nos conduce hasta un final a la vez abierto y cerrado. Una novela estupenda y subyugante» (José Martínez Ros, Notodo.com).

«La fantasía crece y crece en esta novela de heridas ocultas y cicatrices a la intemperie, una historia de dos seres (la convencional Sonia y el misterioso Knut) que hacen de sus mundos irreales una realidad que envuelve, invade y esclaviza. Sí, como la sociedad de consumo que hace las veces de gigantesco decorado para sus soledades, Sara Mesa confirma el talento mostrado en su anteriorCuatro por cuatro... Si lo fascinante de la relación anida en lo indirecto, la autora lleva esa convicción a su forma de narrar. Entre líneas se cuentan muchas cosas… Cicatriz está despojada de cualquier adorno que entorpezca su ritmo inalterable mientras teje el tapiz íntimo de sus personajes» (Tino Pertierra, Mercurio).

«La nueva novela de Sara Mesa que es (efectivamente) una novela sobre los intercambios económicos, consigue incomodar a su lector poniendo de manifiesto sin necesidad de sermonearlo de qué modo esos intercambios arrojan consecuencias inesperadas en nuestra existencia. Sonia intuye en la literatura una posibilidad de realización personal, un paréntesis en una vida presidida por un hijo del que es madre soltera, una madre, una abuela enferma, trabajos precarios, la existencia en una ciudad de provincias. Es una especie de Emma Bovary que carece de dinero para poder acceder a ese ámbito de realización…. Cicatriz admite otras lecturas, entre ellas una que reconociese a su autora el talento y la voluntad de actualizar el legado de la novela epistolar y devolverlo a la primera línea de la literatura española mediante un uso habilísimo del discurso indirecto libre. Cicatriz viene a decir que las relaciones literarias son, siempre, peligrosas; pero también que en la literatura hay una posibilidad de empoderamiento y de redención que bien justifican asumir riesgos» (Patricio Pron, El Boomeran(g)).

«Lo más curioso de este relato es el espléndido tono alcanzado por la narradora, una mezcla entre un discurso epistolar y narrativo que soporta el personaje femenino… Sara Mesa explora algunas de sus mejores cualidades esbozadas en obras anteriores, y acentúa esa visión de una sociedad que participa del consumo y del espectáculo y, en igual proporción, el desprecio, la provocación diaria, y sobre todo, la impostura en su sentido más amplio» (Pedro M. Domene, Heraldo de Aragon).

«La historia que se cuenta, la anécdota, la inventiva de la trama, no puede despistarnos de que nos encontramos ante una radiografía brutal de la sociedad del consumismo en la que vivimos, de los vínculos personales que establecemos fruto de nuestras debilidades y ansias y sobre todo, de un trabajo literario y una escritura magistrales de una escritora que ha encontrado su voz y su estilo para la grata sorpresa del lector» (Jesús Casals, El Blog ¬– La Central).

«La limpidez del discurso narrativo, rápido y directo, alimenta la esperanza de una historia que desconcierta y revuelve el estómago» (Zita Arenillas, Ahora).

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