Es
posible que ya os haya hablado en algún momento del compromiso social del
escritor respecto a su época, a su entorno. En algunas ocasiones he remarcado
que en la literatura nórdica los autores/as se adentran en un análisis de
algunos aspectos importantes desde el punto de vista antropológico o
sociológico; así encontramos referencias a la moralidad, al sexo, a la religiosidad,
a la familia, a la corrupción, al empobrecimiento. Pero no solo lo hemos visto
en la literatura nórdica, sino que está muy presente en la literatura policíaca
que me gusta, por ejemplo en Brunetti, por eso si existe un compromiso del
autor con su época, Markaris no pasa de puntillas sobre él, sino que lo aborda
en sus novelas para intentar hacer un fresco de la sociedad en que escribe.
No
soy muy amigo de la vida de los autores, o de intentar descubrir desde un punto
de vista psicológico hasta qué punto la psique y la historia influyen en la
concepción de la obra artística; tal vez me he decantado mucho más por el
concepto de arte porque los otros aspectos, los biográficos y/o psicológicos,
han sido mucho más estudiados en la historia de la literatura, sin embargo no
puedo permanecer ciego y sordo ante una realidad y es que el autor ha
denominado estas tres últimas obras de mi querido Jaritos, como la Trilogía de
la crisis, Τριλογία της Κρίσεως, (podéis encontrar todas las reseñas en este blog)
Porque
aunque Jaritos es el protagonista de la obra, junto a su familia, cada vez más
extensa, Grecia es un personaje presente, siempre en la mente de los
protagonistas, mediatizando la acción, haciendo que estos sufran, directa o
indirectamente, intentando describir los infinitos problemas de una sociedad
enferma que no busca la solución en sí misma: los fascistas neonazis de
Amanecer dorado, directamente, pues, la inmigración de los Balcanes y, cada vez
más (solo hemos de mirar las noticias sobre las avalanchas a las islas griegas
de subsaharianos); los tremendos problemas burocráticos y la inoperatividad del
funcionariado; los recortes que afectan a las pensiones y a la normal vida de
los griegos plasmados en los impuestos altos y desproporcionados.
Pero la justicia social aparece, como siempre en la obra de Markaris, en forma de asesinato, de criminales justicieros que intentan equilibrar el daño que los corruptos hacen al pueblo griego, porque Grecia es una encrucijada, es Europa, pero sin serlo, al menos la Europa del Norte, la Europa cuadriculada: Grecia es una encrucijada de sí misma, víctima de sus contradicciones y fiel a sus tradiciones.
Cada
empleado de estas tiendas corre el riesgo de verse sin trabajo en cualquier
momento. Y cada funcionario público corre el riesgo de ser suspendido o
desplazado. Grecia entera está haciendo equilibrios en el filo de la navaja. No
sólo es nuestra hija la que corre riesgos.(…)
Hoy
en día son hombres de muchos oficios y pocos beneficios los inmigrantes: albaneses,
georgianos, rumanos…Los griegos tienen pocos beneficios, pero ya no demasiados
oficios, ¡los han olvidado!(…)
Por
la noche Atenas parece vacía como nuestros bolsillos. Dos vasos comunicantes
con la misma fuga diaria. Calles vacía, aceras vacía, restaurantes medio
vacíos. Si durante el día ves el agotamiento de Atenas, durante la noche ves su
desolación.
Jaritos
sigue siendo un personaje real, verosímil y auténtico. Entrañable. Como casi
toda la obra la podemos encontrar en Tusquets, aquí os dejo todo lo que os
interesa.
NARRATIVA
(F). Novela
POLICIACOS
(F). Otros
Abril
2015
Andanzas
CA-650/9
ISBN:
978-84-9066-071-3
País
edición: España
288
pág.
18,31
€ (IVA no incluido)
En
una Atenas sumida en la pobreza, aparece muerto Andreas Makridis, un alemán de
origen griego que había decidido instalarse en Atenas y abrir una empresa de
energía eólica. Aunque al parecer Makridis se ha suicidado, un grupo de nuevo
cuño, los «Griegos de los Años Cincuenta», reivindica su asesinato. El
comisario Kostas Jaritos se hará cargo de la investigación, al tiempo que su
hija Katerina, que como abogada defiende los derechos de unos inmigrantes
africanos, sufre una brutal agresión al salir de los juzgados a manos de varios
miembros del cada vez más nutrido partido neonazi Amanecer Dorado. Mientras
Katerina se recupera de la agresión, se descubre un segundo cadáver, el de
Jronis Nikitópulos, propietario de una academia privada, que aparece muerto de
un tiro en la sien, disparado con una vieja Smith & Wesson, como las que el
ejército norteamericano proporcionó a los militares griegos después de la
guerra civil. Y, de nuevo, los «Griegos de los Años Cincuenta» reivindican esta
muerte. Pero el cadáver de Nikitópulos no será el último que se descubra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Debido a algún comentario improcedente que no respeta ni al autor del blog ni a los participantes del mismo, me veo obligado a moderar los comentarios. Disculpa las molestias.