miércoles, 15 de enero de 2014

Intemperie, Jesús Carrasco


El realismo social
y el naturalismo, intentan llevar a la literatura la realidad en que se inscribe el mundo que comparten con los lectores. Hay perspectivas más o menos objetivas que nos muestran un mundo objetivado por la mirada omnisciente del escritor. Otras novelas van más allá e intentan dar soluciones a los problemas reales con los que se encuentra este. Otras usan las técnicas descrita para adentrarse en los mundos de los hombres, bien mediante la descripción de sus vicios, bien mediante la intromisión en sus virtudes. Esta novela estaría en todos estos grupos: desapasionamiento del autor, llevado a un punto en que los personajes no tienen nombres conformándose con ser estereotipos; objetivación de lo circundante; realismo en la descripción de paisajes y lugares; esquematismo; omnisciencia.

Este realismo sórdido, desapasionado, esquemático, que trabaja el tópico y el estereotipo: el paisaje árido y yermo que podemos identificar con Extremadura, la Meseta o ciertas zonas rurales de Andalucía; los propios personajes antes citados: el niño, el pastor, el alguacil, el ayudante, el padre, la madre; permiten al autor adentrarse en la narración sin miramientos, sin dirigir al lector hacia sus gustos personales, dejando que la acción impregne el sentido literario de este último,

Excrementos y orines de las cabras, queso agrio y alguna bosta fresca del burro a pocos metros, con su pestilencia húmeda y tibia.

El argumento se resiente en algunos puntos, siendo algo forzado, pero la necesidad de contar la barbarie que puede ejercer el poder, la descripción del miedo, la contraposición de la llanura árida y salvaje, asesina, pero liberadora, iniciática, con el hueco en que el niño se esconde como prisión, necesita de esos artificios para ganar fuerza. Así la trashumancia se convierte en imagen de la libertad frente al estatismo del pueblo; el pastor como alter pater frente al horror de la venta imaginada del niño por parte del padre y los abusos del alguacil pederasta; la muerte como liberación de la tiranía; el alguacil como tópico del poder sin alma: corrupto, salvaje, violentador del yo. Todo tiene otra lectura, por eso el autor necesita una escritura que no haga sospechar al lector de sus intenciones. La sordidez de la barbarie ejercida sobre el niño, su propia progresión traumática: nacimiento, desde el hoyo, crecimiento, o trashumancia, encuentro con el pastor, adultez, huida de la injusticia, y madurez o asunción de la muerte, son metáforas crueles de las edades del hombre.

Yo me he acordado muchas veces de Pascual Duarte, también de Delibes, pero esta novela es diferente, no analiza tanto los orígenes del pecado, los orígenes del mal vamos, sino que intenta reflejar más el desarrollo espiritual del hombre enfrentado al entorno, y cómo la adaptación al medio es posible desde el ansia de libertad.

Libro fantástico, me parece magistral: sucinto, inteligente, escrito con una prosa brillante y efectiva, sin artificios innecesarios ni concesiones de ninguna clase al lector. Gran libro que os recomiendo encarecidamente y que podemos encontrar en Seix Barral. Aquí os dejo datos interesantes.


Fecha de publicación: 17/01/2013
224 páginas
Idioma: Español
ISBN: 978-84-322-1472-1
Código: 10011582
Formato: 13,3 x 23 cm.
Presentación: Rústica con solapas
Colección: Biblioteca Breve

Un niño escapado de casa escucha, agazapado en el fondo de su escondrijo, los gritos de los hombres quelo buscan. Cuando la partida pasa, lo que queda ante él es una llanura infinita y árida que deberá atravesar si quiere alejarse definitivamente de aquello que le ha hecho huir. Una noche, sus pasos se cruzan con los de un viejo cabrero y, a partir de ese momento, ya nada será igual para ninguno de los dos.

Intemperie narra la huida de un niño a través de un país castigado por la sequía y gobernado por la violencia. Un mundo cerrado, sin nombres ni fechas, en el que la moral ha escapado por el mismo sumidero por el que se ha ido el agua. En ese escenario, el niño, aún no del todo malogrado, tendrá la oportunidad de iniciarse en los dolorosos rudimentos del juicio o, por el contrario, de ejercer para siempre la violencia que ha mamado.

A través de arquetipos como el niño, el cabrero o el alguacil, Jesús Carrasco construye un relato duro, salpicado de momentos de gran lirismo. Una novela tallada palabra a palabra, donde la presencia de una naturaleza inclemente hilvana toda la historia hasta confundirse con la trama y en la que la dignidad del ser humano brota entre las grietas secas de la tierra con una fuerza inusitada.

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