El universo de Vargas Llosa es muy amplio. Su universo literario abarca un sinfín de géneros, subgéneros y modos de escritura, de técnicas narrativas y un vasto conocimiento de la lengua española. Es un sabio de nuestro tiempo, un hombre cabal y lleno de sentido común, literario, por su puesto, y humano, también, claro. He leído con atención a Vargas Llosa a lo largo de mi vida, desde la magnífica La ciudad y los perros, 1963; La casa verde, 1966; Los cachorros, 1967; Conversaciones en la catedral, 1969;Pantaleón y las visitadoras, 1973; La tía Julia y el escribidor, 1977; La guerra del fin del mundo,- mi novela favorita-1981;Lituma en los Andes, 1993;Los cuadernos de don Rigoberto, 1997;La fiesta del Chivo, 2000;El sueño del celta, 2010 o esta novela de la que os hablo.
Aquí podemos encontrar elementos de este universo del que os he hablado: don Rigoberto, Lituma, Fonchito, y una Lima, o una Piura renovadas, europeizadas, pero que mantienen elementos que las hacen reconocibles para el lector habitual de su obra.
La novela se mueve con maestría por la narrativa literaria, sin incomodidades, sin sorpresas, con una prosa firme, cuidada, personal, con toques de ironía y de esos universos que los incondicionales creemos reconocer. Su estructura es típica de la novela de acciones e incluso de la policíaca: dos acciones paralelas que se acabarán entrecruzando porque, necesariamente, todos los destinos acaban siendo uno. La diferencia frente a estas otras novelas, que usan esta técnica de acciones cruzadas, es la trama, su fuerza discreta, sus motivaciones: ni el sexo, ni la violencia, ni la acción cinematográfica. Las acciones se desarrollan en el ámbito de lo íntimo, de las pasiones humanas, de los deseos e ilusiones, de las mezquindades, de los celos o del dolor. La violencia es psicológica porque parte de la ausencia de amor, de la falta de reconocimiento.
Los personajes son reconocibles, no digo por el lector de nuestro escritor que, claro, sino que son reconocibles como seres humanos: héroes discretos que se rebelan contra lo que ellos entienden como la falta de agradecimiento, contra el ostracismo a que quieren ser llevados. Son héroes cotidianos porque son veraces, porque son tan auténticos como cualquiera de nosotros. Nuestros héroes no se echan atrás, no reculan, vaya, miran adelante con la firmeza de los visionarios. Aun así no se olvida de pequeños esbozos y guiños a otra literatura que no ha muerte, ese realismo de la imaginación que encumbró a una generación entera de escritores americanos. Fonchito es único, vive una realidad que no es la nuestra, se mueve por las dimensiones del sueño y de la imaginación con una cierta comodidad de peregrino.
Es una novela entrañable y maravillosa, en un sentido que aborda la escritura, y la trama, con la maestría del oficio bien entendido: trabajo y perfección. La tenemos en Alfaguara.
ISBN: 9788420414898 EAN: 9788420414898
Dos hombres puestos a prueba por la vida descubren el verdadero sentido del coraje y la lealtad
El héroe discreto narra la historia paralela de dos personajes: el ordenado y entrañable Felícito Yanaqué, un pequeño empresario de Piura, que es extorsionado; y de Ismael Carrera, un exitoso hombre de negocios, dueño de una aseguradora en Lima, quien urde una sorpresiva venganza contra sus dos hijos holgazanes que quisieron verlo muerto.
Ambos personajes son, a su modo, discretos rebeldes que intentan hacerse cargo de sus propios destinos, pues tanto Ismael como Felícito le echan un pulso al curso de los acontecimientos. Mientras Ismael desafía todas las convenciones de su clase, Felícito se aferra a unas pocas máximas para sentar cara al chantaje. No son justicieros, pero están por encima de las mezquindades de su entorno para vivir según sus ideales y deseos.
Viejos conocidos del mundo vargasllosiano aparecen en estas páginas: el sargento Lituma y los inconquistables, don Rigoberto, doña Lucrecia y Fonchito, todos moviéndose ahora en un Perú muy próspero.
Un libro lleno de humor, con elementos propios del melodrama, donde Piura y Lima ya no son espacios físicos, sino reinos de la imaginación poblados por los personajes del gran escritor que es Mario Vargas Llosa.
«La escritura de Mario Vargas Llosa ha dado forma a nuestra imagen de Sudamérica y tiene su propio capítulo en la historia de la literatura contemporánea. En sus primeros años, fue un renovador de la novela, hoy, un poeta épico. Su gran abrazo envuelve todos los géneros literarios.»
Per Wästberg, Presidente del Comité Nobel
Miembro de la Academia Sueca
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