Cuando acabo de leer el libro, me quedo con la sensación de no sé qué he leído, bueno, sí lo sé, pero no lo sé. Durante la lectura me parece un manual de autoayuda, eso de superar pruebas para ser mejor persona, al estilo del Bolígrafo de Gel Verde, pero conforme voy acabándolo y nos metemos en problemas metaliterarios, en fin, no sé si lo que he leído es un Paulo Coelho australiano, o una buena obra literaria. En cualquier caso, me ha gustado. Ahí está, lo he dicho.
La vida contemporánea lleva a muchos jóvenes a tener una apariencia de vacuidad, de inmovilismo, que es percibida por la sociedad como peligrosa, y se queda en esa apariencia de lo que parece ser. Sin embargo cada uno de estos Ninis contemporáneos, guarda un secreto, una ilusión, una ficción que determina la apariencia de lo que es. El autor, hábilmente, nos presenta al personaje principal que ha de enfrentarse a un reto. Le llega al correo un As de la baraja a la que es tan aficionado, con una lista de tres nombres. Nuestro personaje tendrá que actuar como un hermano mayor y solucionar los problemas que angustian a estos otros personajes. La solución de los problemas de estos, conlleva el crecimiento particular del personaje, la superación y la madurez. Hasta aquí la ficción psicológica, el manual de autoayuda.
Es cierto que la literatura puede ser una escuela de vida, un pequeño manual para afrontar los problemas a los que nos vemos abocados a diario. La literatura es la reflexión de un autor sobre unos personajes que ficcionan no solo su propia vida, sino sus otras posibles vidas. Los personajes quedan configurados como alter ego del autor, o como meras ficciones que se deslizan por una vida que dimensiona una realidad alternativa. Esta dimensión, la de la literatura, es tan real como la otra vida, nuestro conocimiento literario, me refiero a la de los personajes, es mucho más real que la de los otros 6000 millones de personas que comparten nuestro mundo y, que aunque no queramos reconocerlo, son mucho más irreales que cualquier personaje de ficción con el que estemos familiarizados. Y es aquí donde nos encontramos con la segunda novela, con la novela en que el autor reflexiona sobre la literatura, sobre su utilidad social, sobre el proceso mismo de ficción, y sí, esta parte es la que me ha sorprendido y ha hecho que la novela sea mucho más respetable, si se puede decir así, de lo que había sido durante el proceso de lectura. Esta última parte en que hay una reflexión sobre la trama, la ecritura y los personajes, me ha parecido interesante.
En fin, el libro está publicado por Lumen, y aquí os dejo la sinopsis del mismo:
Una historia de descubrimiento y superación de un hombre joven que, ayudando a los demás, finalmente encuentra su propio bienestar.
Ed Kennedy es un chico cualquiera en un suburbio cualquiera de una gran ciudad. Vive en un apartamento maltrecho en compañía de su perro y se gana el sueldo como taxista. Le acompaña una pandilla de amigos que poco o nada le piden a la vida, pero de repente algo pasa y Ed tendrá una misión que cumplir.
Día tras día, noche tras noche, el joven irá descubriendo que el afecto, la amistad y el amor no son palabras huecas sino verbos vivos: si quieres saber, pregunta; si pretendes ayudar, actúa; si quieres cambiar, no esperes. A menudo, son los pequeños gestos los que mueven el mundo y Markus Zusak nos demuestra que cada uno de nosotros, incluso un chico cualquiera en un suburbio cualquiera, puede dar el primer paso.
Hola, hola blogueros.
ResponderEliminarQue no decaiga el blog más lento de España(por el volúmen de información acumulada, claro, no por la lentitud de nuestros ADSL's, faltaría, cualquier día esto "peta") perdonarme por la expresión tan vulgarota para un blog de nivel como este.JA¡¡¡
Me encuentro con una saturación laboralis tal, que si no me derramo por aquí mismo, reviento por las costuras.
Y leo y leo cual posesa pero la verdad es que últimamente no me da para pensar después, me quedo con cosas, indudablemente, y disfruto mucho, casi siempre pero dejo que el poso se asiente y fluya, con la mente parada, con el cerebrito en ahorro de energía, no se si me explico, probablemente no.
Repaso mis lecturas, aquí lo hago y en la lista que confecciono no sé con que fin.
Murakami, tan zen pero tan universal.
Mi vuelta a Millás, ya sabéis, he hablado de él otras veces, me gusta su cerebro más que su letra, porque lo veo a través del papel, cada vez menos me gusta como columnista..¿Porqué tanta política Millás? No, tú no.
Leo a Ian Mc Ewan, lo tenía pendiente: Expiación y me fascina como se anticipa al personaje, como te hace sentir que tú vas delante de las emociones del protagonista porque para eso eres el lector, el privilegiado lector....
Hoy estoy de vuelta al papel, agradecida a mi e book que me ha regalado tres lecturas ágiles, livianas(en el sentido de no soportar el tomo de la Espasa entre huelga y huelga de la FGV) pero deseosa de volver a la estantería y al marcapáginas.
Estar, estamos, leer, leemos, entrar, entramos, mirar, miramos.....
Sigo en la oficina aunque aquí todo sabe a papel mojado.
Besos
A mí Millas, pues no, ya sé que escribe muy bien, pero lo aburrí en un doble sentido: lo escuchaba en el programa de Gemma Nierga, y me jodía su sectarismo, su falta de objetividad, su soberbia intelectual disfrazada. Cuando daba segundo de Bachiller solía seleccionar columnas de él, y acabé hasta la coronilla. Eso no significa nada, ya lo sé.
ResponderEliminarYo de trabajo estoy hasta más arriba de las orejas, no sólo tengo mi trabajo, sino que vuelvo a Denia alguna tarde, oseaasé, que trabajo como un burro, leo, porque es la única parcela individual que todavía no me han robado, y escribo en este blog, lento (esto es absolutamente subjetivo y relativo, al menos os dejo cuatro comentarios mensuales, que no está mal, claro) que sigue suponiendo para mí un espacio de libertad y mismidad único, nunca imaginé: que leyera tanto, es decir, leía y no sabía qué leía, joder, y que tuviera tal nivel de disciplina: conclusión, lento, pero firme.
Yo también soy esclavo del ebook, ahora tengo una biblioteca de 17000 volúmenes. Antes los pocos centenares que quedan en mi librería me agobiaban, ahora los miles de mi ordenador me dan tranquilidad. ¿Lo entendéis?
Besos