jueves, 14 de mayo de 2020

Mis rincones oscuros, My Dark Places, James Ellroy

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El viaje a los infiernos personales es un anhelo del intelectual, o debería serlo, viaje, al fin y al cabo, determinado por la necesidad del autoconocimiento que libera al ser de la esclavitud del miedo. Convivir con fantasmas y recuerdos es complejo, mucho, porque nuestro cerebro se ha ido amoldando a los elementos que nos han herido o animado. Así el viaje iniciático, en el que se necesita una actitud abierta y flexible, no está al alcance de la mayoría de los mortales: en algunos casos no es posible, la necesidad de supervivencia no deja que nos abandonemos a la reflexión; en otros, el recuerdo se ha bloqueado porque el dolor es grande y bucear en el abismo es siempre peligroso, es posible que mentirnos sea el camino por el que se ha optado; algunas veces dejamos que pequeños destellos alumbren nuestra psique, los observamos y, o bien los volvemos a bloquear, o bien intentamos volver a amoldarnos a ellos. Pero siempre está quien vence el miedo, quien mira al dolor a la cara y lo analiza porque necesita saber qun es el señor que lo mira todas las mañanas reflejado en el espejo.

Ellroy lo hace. La novela, que no es una novela, pero que parece una novela porque en ella podemos ver todos sus elementos: narración, diálogo, descripción de personajes, tramas y subtramas, linealidad cronológica, voluntad de estilo, transita por a vida recordada del autor con los elementos que presuponemos de ficción añadidos. Pretende, es su mérito, servir como documento vital de indagación en los abismos del yo a raíz del hecho que desencadena la trama, por lo tanto la vida del asesinato de su madre en 1958. Ese desencadenante sirve al autor para poder profundizar en los diferentes aspectos que determinaron su vida, desde la infancia y el divorcio de sus padres, pasando por el hecho concreto del asesinato, la adolescencia y la primera juventud, para saltar al proceso de la investigación treinta años después. Por eso podemos decir que la novela se divide, al menos, en tres partes. La primera el mero informe policial, la narración objetiva del informe, el detalle, los procesos criminalísticos se imponen. La segunda, novela propiamente dicha, realismo sucio de la más pura tradición americana donde el autor transita por los recuerdos de su infancia post asesinato y su adolescencia y primera juventud, me pararé en ello; para finalizar con el proceso de la investigación retomada treinta años después donde se combina el relato policíaco, la investigación técnica y las reflexiones literarias del propio autor sobre los recuerdos y sensaciones que despierta su madre muerta. El ejercicio es complejo porque requiere valentía y determinación.

Así, a partir del hallazgo de un cadáver de una mujer pelirroja en la cuneta de una carretera con signos de violación, se detallan los diferentes aspectos de los informes forenses y policiales recreando el universo del escenario ode un crimen.


Se trataba de una mujer, de raza caucásica. Tenía la piel muy clara y era pelirroja. Debía de rodar los cuarenta años. Se hallaba tendida boca arriba en un macizo de hiedra a pocos centímetros del bordillo.


El tono de informe que acompaña los primeros pasos de la novela me engancha sin remedio y me reencuentra con la buena literatura policial, meticulosidad del investigador en la toma de datos, la precisión médica del forense, todo esto acaba por crear una atmósfera limpia que produce una reacción de simbiosis con el lector.


Se advierte una ligadura doble en torno al cuello, apretada con fuerza, que ocluye los conductos y produce profundos surcos en los tejidos blandos. La ligadura se compone de un cordón similar a los usados para tender la ropa. Al parecer, fue el primero en ser colocado alrededor del cuello y en ser atado firmemente en la zona posterior izquierda. Los extremos del cordón están sueltos; uno es sumamente corto y tal vez se haya roto al hacer el nudo, mientras que el otro tiene una longitud regular y se extiende por debajo. Sittuada sobre esta primera ligadura hay una media de nailon firmemente apretada, cuyo nudo también se localiza en la zona lateral posterior izquierda del cuello. En ese punto, la media de nailon cubre el extremo más largo del cordón. Presenta dos ataduras; la primera, el habitual medio nudo, y, la segunda, un lazo muy estrecho por debajo de un nudo corredizo parcial.


Así la novela aúna varios estilos, el desprovisto de carga emocional propio de los informes forenses o policiales que lo acerca en algunos aspectos a fragmentos de A sangre fría, con descripciones de situaciones condensadas con inteligencia que consiguen el impacto deseado en el lector, así los recuerdos de su infancia o de sus padres consiguen el efecto de situarlo, a -Ellroy, dentro de la/su historia.


Mi padre me arrastró hasta un aseo de caballeros y se acuclilló para hablar conmigo. Mi madre irrumpió en el baño y me sacó a rastras. Mi padre dejó que lo hiciera. Un hombre inmóvil ante un urinario, con la polla en la mano, observaba el espectáculo.

Subí al estrado y le dije a un amable juez que quería vivir con mi padre, pero él ordenó otra cosa. Su sentencia establecía turnos de días laborables y fines de semana: cinco días con mi madre y dos con mi padre, con lo cual me condenaba a levar una vida dividida entre dos personas empeñadas en un odio mutuo irrenunciable.


La ironía que impregna gran parte del texto, al menos en su segunda parte, realza el desencanto vital y, paradógicamente, llena de vitalismo existencial la trama como contradicción fundamental para vivir, todo esto lo entronca con el realismo sucio de Bukowsky y se sirve de la autobiografía que codifica la realidad con signos inequívocamente de la adicción y el nihilismo.


Alquilé un apartamento de una habitación en los Versailles y fui a una agencia de empleo temporal. Hice algunos trabajos de mensajero.

El funcionario de la libertad condicional encontró satisfactoria mi vida laboral, y se mostró satisfecho con mi pelo corto y mis pantalones discretos. Me aconsejó que evitara a los hippies; todos se colaban con sustancias que alteraban la mente.

Lo mismo que yo.

Hacía mis chapuzas de lunes a viernes. Para desayunar me tomaba un cuarto de litro de whisky mezclado con Listerina, un elixir bucal. El piloto automático me permitía llegar al almuerzo con algo de vino y/o hierba. Me emborrachaba cada noche y los fines de semana me los pasaba viajando gracias a los inhaladores.


La tercera parte nos sorprende con un relato de novela policiaca donde se centra en la pura investigación de todas las pustas que puedan llevarlo a resolver el asesiinato. Añade la figura del policía, Bill Srtoner, que le da peso a la trama.


Se llamaba Bill Stoner. Tenía cincuenta y tres años y era detective de la Brigada de Homicidios en la Oficina del Sheriff del condado de Los Ángeles. Estaba casado y tenía dos hijos gemelos de veintiocho años.

Marzo de 1994 tocaba a su fin. A mediados de abril dejaría el trabajo; llevaba treinta y dos años en él, catorce de los cuales en homicidios. Se retiraba como sargento con veinticinco años de antigüedad en el puesto. Con su pensión viviría bien.


En la cuarta parte, después de la presentación del detective, vuelve a primera línea de LA y se traslada a NY. Hay algunos aspectos de lo que he señalado sobre el estilo, y lo vemos en el siguiente fragmento con claridad: narrativa con impacto emocional en el lector y aspectos del realismo sucio descarnado y abierto.


Nueva York era puro cristal de metadona. Se enredaba con mi vida en un mundo dual. Escribía en mi apartamento y cargaba bolsas de golf a cambio de un sueldo de subsistencia. Manhattan estaba a un latido de distancia. Manhattan estaba llenos de mujeres provocativas.


Así el estilo cada vez concentra más la expresión lo que dota a la narración de cierto ambiente de asfixia que se relaciona con el avance de la investigación. En ocasiones es impreciso, va a golpes como excavando en los recuerdos, como sacado a trompicones, escena a escena, con una sintaxis simple, periodos muy cortos, escasos complementos, porque quiere conseguir trasmitir al lector la urgencia de la desesperación por una investigación, repito, inacabable y frustrante.


Las mujeres muertas me retenían y me impedían hacerlo. Habían muerto en Los Ángeles y me decían que me quedara por allí un tiempo, todavía. yo estaba quemado como detective. Estaba frito hasta las pestañas de tabtas consultas negativas den los bancos de datos y de tanta información imprecisa y errónea. Tenía información imprecisa y errónea. Tenía a la pelirroja dentro de mí. Podía llevármela donde fuese. En mi ausencia, Bill seguiría las pistas y hurgaría en los detalles de su vida.


La investigación puede que no fracase, es mi punto de vista, el viaje por su oscuridad es la verdadera investigación que le puede llevar a desentrañar el misterio de toda una vida. En Random House.




Título: Mis rincones oscuros

Autor (es): James Ellroy

Sello: LITERATURA RANDOM HOUSE

Precio sin IVA: 22.02 €

Precio con IVA: 22.90 €

Formato, páginas: Tapa blanda con solapas, 496

Medidas: 145 X 229 mm

ISBN: 9788439733942

Fecha publicación: 01/2018En junio de 1958, James Ellroy tenía diez años cuando recibió la terrible noticia del asesinato de su madre. El cadáver de Geneva Hilliker fue hallado cubierto de hiedra en una cuneta de las afueras de Los Ángeles, estrangulado con una cuerda y unas medias de nylon y con signos evidentes de violación. El caso no se resolvió, pero la brutal muerte marcó para siempre la vida del autor y fue el germen de toda su obra.


En 1994, después de publicar el último volumen del «Cuarteto de los Ángeles», Ellroy decidió descubrir la verdad sobre el crimen. Para ello contrató los servicios de un veterano y experimentado «detective» llamado Bill Stoner. A medida que ambos avanzaban en este caso enterrado desde hacía treinta años, Ellroy descubría el misterio que en realidad fue su madre, cuáles fueron sus aspiraciones y por qué decidió salir de un pequeño pueblo de Wisconsin para empezar una nueva vida en Los Ángeles.


Mis rincones oscuros relata esta investigación, en una mezcla de crónica negra y memorias confesionales, y se convierte en un libro fascinante que proporciona las claves autobiográficas de sus novelas y, a su vez, en la introducción perfecta a la perturbadora obra de este autor imprescindible de la novela del siglo XX.


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