Tengo
acabada la entrada y se me borra. Debe ser que no era el camino, debo
volver a pensar, a decir lo que quiero. Se me ocurre, así, de
pronto, los clásicos, ¿qué son, quién los determina? Tonterías
al fin y al cabo porque hay libros, lo sabemos, que perviven a pesar
de lo canónico escolar, una de las pocas vías que nos quedan para
la superveniencia de ciertos libros (pasaría como con las pelis en
blanco y negro, pero los libros no se pueden colorear, o sí, se
adaptan, se reconfiguran sin el menos pudor y se hacen versiones
quijotescas para estudiantes de treinta páginas, reducción tal vez
agradable para el profesorado que no ha de releerse cientos de
páginas en blanco y negro), una pervivencia estabulada en manuales,
las más de las veces o en pequeñas asignaturas universitarias para
pocos estudiantes universitarios. Así pues, me fascina esa atracción
que conlleva la adición que opera en mí, como si saber que existe
un clásico y no lo he leído fuera una puerta a un universo
desconocido que aún no he sido capaz de descubrir, y eso me atrae
tanto que sigo buscando con paciencia
Me
acerco a este libro por casualidad, gracias a Brunetti,
porque está en mi subconsciente
por varias razones. Una, la de la lectura referida, otra por la
extraña y extraordinaria peli de Coppola,
Apocalypse now,
Kurtz-Brando, Willard-Marlow-Sheen,
la guerra de Vitnam, el río que se remonta, la lentitud del viaje,
la selva que va configurando un enorme corazón y cómo van llegando
al final, a las tinieblas del alma y a la oscuridad que produce la
propia selva. El libro es un referente, un símbolo que el director
toma y reconfigura, pero que pervive en mí por el impacto emocional,
filosófico y humano después de años de haberla visto (unos pares
indeterminados de veces)
El
libro es un viaje, pues, en el sentido de homo
viator, de
movimiento iniciativo en que un capitán de barco debe buscar a
Kurtz, místico, héroe,
dios, tirano, sabio (‘Se
lo vuelvo a decir’, exclamó, ‘ese hombre ha ensanchado mi
mente’),
en las entrañas mismas de la civilización, y rescatarlo de sí
mismo y de una locura que ha devastado amplias zonas de África. El
marino cree entenderlo y se convierte en su altavoz ante los hombres,
‘Le conocí tan
bien como es posible que un hombre conozca a otro’
Porque África fue devastada, claro, el colonialismo hizo y deshizo
oculto, o no, tras los intereses de las grandes compañías que
explotaron los ingentes recursos de África, que
la compañía tenía derecho a cada ápice de información sobre sus
‘territorios’.
Por eso el marfil es la metáfora, es el santo grial que simboliza el
recurso, la expoliación, el abuso y Kurtz es la meta nombrada,
presente y ausente, la evocación de los excesos divinos y humanos,
la tiranía del poder absoluto y el desprecio al otro.
La
conquista de la tierra, que por lo general consiste en arrebatársela
a quienes tienen una tez de color distinto o narices ligeramente más
chatas que las nuestras, no es nada agradable cuando se observa con
atención
El
adentrarse en el corazón significa reconocerse, o al menos reconocer
elementos básicos de la propia existencia en la soledad del barco y
del río, fijarnos en los pensamientos, en las sensaciones y en las
especulaciones.
No,
es imposible; es imposible comunicar la sensación de vida de una
época determinada de la propia existencia, lo que constituye su
verdad, su sentido, su sutil y penetrante esencia. Es imposible.
Vivimos como soñamos...solos.
Así,
lo puramente descriptivo es más excepcional que en la literatura de
la época tomando más cuerpo otras técnicas como el monólogo
interior, la introspección o la mera reflexión subjetiva.
Remontar
aquel río era como volver a los inicios de la creación cuando la
vegetación estalló sobre la faz de la tierra
y los árboles se convirtieron en reyes. Una corriente vacía, un
gran silencio, una selva impenetrable.
Es de agradecer un sentido
negro del humor que pone en valor lo dicho. La ironía es un arma muy
poderosa.
Durante
el viaje habíamos enganchado una tripulación con algunos de esos
muchachos. ¿Excelentes tipos aquellos caníbales! Eran hombres con
los que se podía trabajar, y aún hoy les estoy agradecido. Y,
después de todo, no se devoraban los unos a los otros en mi
presencia.
Podemos encontrarla en
diferentes editoriales, en ebook, pdf, bibliotecas, librerías de
lance, os dejo la sinopsis de Editorial
Juventud.
ISBN:
978-84-261-3518-6
Encuadernado
en rústica
Formato: 11 x 17,5 cm 176
páginas
Joseph
Conrad escribió esta novela basada en su experiencia en el Congo.
Este clásico habla de la lucha del hombre contra los elementos
naturales, si bien ha servido y sirve para criticar la amarga
historia de un pueblo sometido a los excesos y privilegios de la
colonización.
El
corazón de las tinieblas,
publicado en 1902, trasciende la circunstancia histórica y
social para convertirse en una exploración de las raíces de lo
humano, esas catacumbas del ser donde anida una vocación de
irracionalidad destructiva que el progreso y la civilización
consiguen atenuar pero nunca erradicar del todo.
Quizá la mejor
introducción a El
corazón de las tinieblas sea
el escueto comentario que el propio Conrad hizo tras su viaje al
Congo en 1890: "Antes del Congo yo era un solo un simple
animal". Aquel viaje que sin duda representó para él un
descenso a los infiernos, es el que nos cuenta por boca de Marlow,
su alter
ego,
con un relato estremecedor en el que las fueras elementales de la
Naturaleza hallan su contrapartida en las fuerzas oscuras y
primitivas que actúan en el interior del hombre.
En este
relato, de una rara y subyugadora perfección estilística, Conrad
parece que alcanza su objetivo como escritor: nos hace oír, sentir y
ver por medio del poder de la palabra escrita.
El
corazón de las tinieblas es
una de las historias más conocidas de Conrad, y en ella se basaría
Francis Ford Coppola para filmar Apocalypse
Now.
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