lunes, 26 de noviembre de 2018

El corazón de las tinieblas, Heart of Darkness Joseph Conrad


Tengo acabada la entrada y se me borra. Debe ser que no era el camino, debo volver a pensar, a decir lo que quiero. Se me ocurre, así, de pronto, los clásicos, ¿qué son, quién los determina? Tonterías al fin y al cabo porque hay libros, lo sabemos, que perviven a pesar de lo canónico escolar, una de las pocas vías que nos quedan para la superveniencia de ciertos libros (pasaría como con las pelis en blanco y negro, pero los libros no se pueden colorear, o sí, se adaptan, se reconfiguran sin el menos pudor y se hacen versiones quijotescas para estudiantes de treinta páginas, reducción tal vez agradable para el profesorado que no ha de releerse cientos de páginas en blanco y negro), una pervivencia estabulada en manuales, las más de las veces o en pequeñas asignaturas universitarias para pocos estudiantes universitarios. Así pues, me fascina esa atracción que conlleva la adición que opera en mí, como si saber que existe un clásico y no lo he leído fuera una puerta a un universo desconocido que aún no he sido capaz de descubrir, y eso me atrae tanto que sigo buscando con paciencia

Me acerco a este libro por casualidad, gracias a Brunetti, porque está en mi subconsciente por varias razones. Una, la de la lectura referida, otra por la extraña y extraordinaria peli de Coppola, Apocalypse now, Kurtz-Brando, Willard-Marlow-Sheen, la guerra de Vitnam, el río que se remonta, la lentitud del viaje, la selva que va configurando un enorme corazón y cómo van llegando al final, a las tinieblas del alma y a la oscuridad que produce la propia selva. El libro es un referente, un símbolo que el director toma y reconfigura, pero que pervive en mí por el impacto emocional, filosófico y humano después de años de haberla visto (unos pares indeterminados de veces)
El libro es un viaje, pues, en el sentido de homo viator, de movimiento iniciativo en que un capitán de barco debe buscar a Kurtz, místico, héroe, dios, tirano, sabio (‘Se lo vuelvo a decir’, exclamó, ‘ese hombre ha ensanchado mi mente’), en las entrañas mismas de la civilización, y rescatarlo de sí mismo y de una locura que ha devastado amplias zonas de África. El marino cree entenderlo y se convierte en su altavoz ante los hombres, ‘Le conocí tan bien como es posible que un hombre conozca a otro’ Porque África fue devastada, claro, el colonialismo hizo y deshizo oculto, o no, tras los intereses de las grandes compañías que explotaron los ingentes recursos de África, que la compañía tenía derecho a cada ápice de información sobre sus ‘territorios’. Por eso el marfil es la metáfora, es el santo grial que simboliza el recurso, la expoliación, el abuso y Kurtz es la meta nombrada, presente y ausente, la evocación de los excesos divinos y humanos, la tiranía del poder absoluto y el desprecio al otro.

La conquista de la tierra, que por lo general consiste en arrebatársela a quienes tienen una tez de color distinto o narices ligeramente más chatas que las nuestras, no es nada agradable cuando se observa con atención

El adentrarse en el corazón significa reconocerse, o al menos reconocer elementos básicos de la propia existencia en la soledad del barco y del río, fijarnos en los pensamientos, en las sensaciones y en las especulaciones.

No, es imposible; es imposible comunicar la sensación de vida de una época determinada de la propia existencia, lo que constituye su verdad, su sentido, su sutil y penetrante esencia. Es imposible. Vivimos como soñamos...solos.

Así, lo puramente descriptivo es más excepcional que en la literatura de la época tomando más cuerpo otras técnicas como el monólogo interior, la introspección o la mera reflexión subjetiva.

Remontar aquel río era como volver a los inicios de la creación cuando la vegetación estalló sobre la faz de la tierra y los árboles se convirtieron en reyes. Una corriente vacía, un gran silencio, una selva impenetrable.

Es de agradecer un sentido negro del humor que pone en valor lo dicho. La ironía es un arma muy poderosa.

Durante el viaje habíamos enganchado una tripulación con algunos de esos muchachos. ¿Excelentes tipos aquellos caníbales! Eran hombres con los que se podía trabajar, y aún hoy les estoy agradecido. Y, después de todo, no se devoraban los unos a los otros en mi presencia.

Podemos encontrarla en diferentes editoriales, en ebook, pdf, bibliotecas, librerías de lance, os dejo la sinopsis de Editorial Juventud.

ISBN: 978-84-261-3518-6
Encuadernado en rústica
Formato: 11 x 17,5 cm    176   páginas



Joseph Conrad escribió esta novela basada en su experiencia en el Congo. Este clásico habla de la lucha del hombre contra los elementos naturales, si bien ha servido y sirve para criticar la amarga historia de un pueblo sometido a los excesos y privilegios de la colonización. 
El corazón de las tinieblas, publicado en 1902, trasciende la circunstancia histórica y social para convertirse en una exploración de las raíces de lo humano, esas catacumbas del ser donde anida una vocación de irracionalidad destructiva que el progreso y la civilización consiguen atenuar pero nunca erradicar del todo.
Quizá la mejor introducción a El corazón de las tinieblas sea el escueto comentario que el propio Conrad hizo tras su viaje al Congo en 1890: "Antes del Congo yo era un solo un simple animal". Aquel viaje que sin duda representó para él un descenso a los infiernos, es el que nos cuenta por boca de Marlow, su alter ego, con un relato estremecedor en el que las fueras elementales de la Naturaleza hallan su contrapartida en las fuerzas oscuras y primitivas que actúan en el interior del hombre.
En este relato, de una rara y subyugadora perfección estilística, Conrad parece que alcanza su objetivo como escritor: nos hace oír, sentir y ver por medio del poder de la palabra escrita.
El corazón de las tinieblas es una de las historias más conocidas de Conrad, y en ella se basaría Francis Ford Coppola para filmar Apocalypse Now.

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