Hace tiempo que leí el libro, no sé, tal vez un par de meses, y como estoy tan liado intento dejar constancia de unos cuatro al mes, así que hay meses en que leo unos diez, pero no puedo dejar todos los comentarios; sin embargo, en otras no leo más de cuatro o cinco, así que compenso: técnica bloguera. Esto me da una perspectiva alucinante sobre lo que leo, porque el tiempo ayuda a situar su carga en mi cerebro, me ayuda a procesarlo, a asimilarlo o a olvidarlo, sí, a olvidarlo, y eso me ha pasado con este libro.
En
realidad no es que sean insustanciales, para nada, pero su contenido
es prescindible, es mero entretenimiento. ¿Os acordáis cuando hablo
de los Best seller? Pues esto es lo que lo explica perfectamente:
tienen su mérito, pero su carga de contenido es muy baja, su peso en
el canon trivial, y en la historia de la literatura prescindible. Eso
no significa que no tengan un valor en sí mismos, que lo tienen, ya
que el esfuerzo de composición, el entramado, la caracterización de
los personajes etc., es muy compleja y requiere, o bien oficio, o
bien tesón, y ambos los aprecio.
Podemos
encontrar un poco de todo, recuerdo mientras os escribo esto: amor,
mucho dolor, dictadura argentina, venganza, psicopatías, y eso está
bien, te entretiene. Germinal es un policía ejemplar salpicado
por un acto de venganza, de justicia en un sentido ético, por lo
tanto personal, que debe aceptar su vida, la de su hijo y la de ese
pasado que aparece gracias a una carambola del destino (siempre digo
que las carambolas del destino son las que nos permiten crear
situaciones novelescas). Aun así, su sentido de la justicia, su
actitud, por decirlo de alguna forma, no deja de ser íntegra.
«Locos», pensó Germinal; el mundo está lleno de degenerados para quienes los demás son solo parte del paisaje en el que discurre su vida. No los ven, no son conscientes de que existen, solo pasan por encima de ellos o los atraviesan, los utilizan, los aplastan y luego los arrojan como despojos. [...]
No
le interesaba lo que había después de la muerte. Vivía para no
morir; no porque amase la vida, sino porque la muerte lo aterraba.
Observamos,
también, elementos de la novela negra, ciertos guiños a los
clásicos con descripciones muy americanas: sobrias, impactantes y
que permiten encontrarnos con un ritmo adecuado.
Los
faros del descapotable iluminaban un cartel oxidado a pie de
carretera y el intermitente parpadeaba sobre las letras desdibujadas.
La carretera terminaba unos metros más adelante. Después solo
quedaba el horizonte líquido, el fin del mundo.
Como comentaba, ese esquematismo tópico de la acción también lo encontramos en el diálogo, ese diálogo prescindible que pretende aportarnos una perspectiva psicológica para configurar al personaje, pero que en realidad contribuye a la esencia del best seller dotándolo de ingenuidad narrativa.
Como comentaba, ese esquematismo tópico de la acción también lo encontramos en el diálogo, ese diálogo prescindible que pretende aportarnos una perspectiva psicológica para configurar al personaje, pero que en realidad contribuye a la esencia del best seller dotándolo de ingenuidad narrativa.
—¿No cree que la gente tiene derecho a una segunda oportunidad?
—Pregúntele a Amanda Malher o a su madre lo que piensan de las segundas oportunidades.
—¿Eso es lo que le hizo tomarse la justicia por su mano?
—Trató de escapar. Se tiró del coche en marcha y se partió el cuello.
—Esa es la versión oficial, pero ¿cuál es la suya?
—Yo
no tengo ninguna versión, doctora. Solo sé que los huesos de una
niña descansan en el cementerio. Y que, no muy lejos, están los del
hombre que la violó y la mató.
La
doctora se aparta con un gesto de conmiseración.
—¿No
le asusta su cinismo, inspector?
Ibarra
niega lentamente.
—Y
a usted, doctora, ¿no le asusta su bondad?
La doctora permanece callada. Inspira con fuerza y se aleja.
La doctora permanece callada. Inspira con fuerza y se aleja.
Ibarra
mira al cielo. La doctora tiene razón: no se ve ni una estrella.
En
fin, leer este tipo de obras tiene su aquel, me encanta esta
expresión, te debates entre esto no y vaya, parece buena, pero como
que no, es que trabaja con el tiempo y enlaza las historias de
Argentina y sus desaparecidos con lo policial y el thriller
psicológico, o con un guion de cine, parece de nuevo que te gusta,
pero te parece obvia a un tiempo,
pura contradicción, ¿será este el nuevo camino de lo que va a ser
la literatura?
Y
después, cuando sus ojos se secan, solo queda mirar de nuevo y
lanzar aquellas palabras al mar. Arrancar una hoja...
Lo
podemos encontrar en editorial Destino, y aquí os dejo
datos de interés.
Nº
de páginas: 416 págs.
Encuadernación: Tapa dura
Editorial: DESTINO
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788423350650
Encuadernación: Tapa dura
Editorial: DESTINO
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788423350650
Germinal Ibarra es un policía desencantado al que persiguen los rumores y su propia conciencia. Hace tres años que decidió arrastrar su melancolía hasta una comisaría de La Coruña, donde pidió el traslado después de que la resolución del sonado caso del asesinato de la pequeña Amanda lo convirtiera en el héroe que él nunca quiso ni sintió ser. Pero el refugio y anonimato que Germinal creía haber conseguido queda truncado cuando una noche lo reclama una mujer ingresada en el hospital con contusiones que muestran una gran violencia.
Una
misteriosa mujer llamada Paola que intenta huir de sus propios
fantasmas ha aparecido hace tres meses en el lugar más recóndito de
la costa gallega. Allí se instala como huésped en casa de Dolores,
de alma sensible y torturada, que acaba acogiéndola sin demasiadas
preguntas y la introduce en el círculo que alivia su soledad.
El cruce de estas dos historias en el tiempo se convierte en un mar con dos barcos en rumbo de colisión que irán avanzando sin escapatoria posible.
El cruce de estas dos historias en el tiempo se convierte en un mar con dos barcos en rumbo de colisión que irán avanzando sin escapatoria posible.
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