viernes, 11 de diciembre de 2015

Hombres sin mujeres, 女のいない男たち, Onna no inai otokotachi, Haruki Murakami


El relato. El cuento. Os he hablado tantas veces de mi pasión por la capacidad de síntesis, de hacer literatura excelsa con retazos de trama, en un microespacio tiempo único, que me temo aburriros con mis ensoñaciones de lector alucinado. El relato. El cuento, arte supremo, cumbre de la narrativa: trama, entrelazado, creación de personajes, desenlaces, todo en ese tiempo en que tomamos una copa, o nos acercamos a la ventana para ver cualquier gilipollez. La capacidad de sintetizar es un don y un ejercicio lleno de complicaciones, de trampas y de engaños; las tentaciones de dormirse en la escritura complaciente son cada vez más intensas para el escritor, me imagino que piensa, ¿dónde coño voy con veinte páginas escritas?¿Quién va a comprar esto?¿Quién va a leerlo? Yo, yo y tú, nosotros que disfrutamos con la intensidad, con el subidón sin paliativos, con la inteligencia reforzada en cada página, en cada enunciado seleccionado de entre muchos otros para brindarnos este placer que no cesa.


Murakami es ¡tan inteligente!, ¡tan perspicaz! En sus novelas siempre me encuentro con elementos que no espero, pero tratados con esa calma intensa que me hipnotiza y me lleva a leerlos uno tras otro. Y ahora relatos, ¡lo que faltaba! Y encima extraordinarios. Hay una modalidad en la redacción de cuentos que me gusta especialmente, y es cuando el escritor desarrolla una temática perspectivada desde las diferentes redacciones y posibilidades que nos da este formato, así Hombres sin mujeres son eso, hombres que tienen mujeres, pero que sufren la ausencia porque en nosotros existe cierta incapacidad emocional, o afectiva, que nos marca de una manera importante. Voy a pasar a contaros uno a uno quiénes son estos hombres y qué quieren.


Drive My Car. La historia se va construyendo apoyándose en otras que se antojan fundamentales para configurar la trama, ves cómo se va haciendo la novela que se queda en un relato breve. La complejidad de cada personaje va haciendo que todo tenga un fin en sí mismo y vaya volviéndose verosímil.
¿No le resultó complicado emocionalmente? Charlar y salir de copas con alguien que se acostaba con su mujer...

Yesterday. A partir de otro título de una canción de los Beatles desarrolla una historia cotidiana sobre la amistad y las relaciones de pareja, sobre los caminos que toma el destino y cómo hemos de empezar a cambiar nuestras vidas. Nunca sabemos qué motiva  a las personas a no seguir por donde parecía que debían hacerlo.

Kitaru llevaba saliendo con una chica desde que cursaban primaria. Lo que se dice una novia desde la más tierna infancia. Tenían la misma edad, pero ella actualmente estaba matriculada en la Universidad Sofía de Tokio. Estudiaba filología francesa y frecuentaba el club de tenis universitario. Me había mostrado algunas fotos y era una chica tan guapa que, al verla, uno sentía el impulso irrefrenable de silbar.(...)

—Dime, Tanimura, ¿a ti no te apetecería salir con mi novia?


Un órgano independiente. El doctor Tokai es un cincuentón que vive felizmente soltero hasta que se enamora perdidamente y su naturaleza se consume por ese anhelo. Es un relato hermoso que describe la personalidad y la vida del doctor a través de los ojos del protagonista y cómo todos podemos bajar al infierno cuando nos creemos a salvo.


—¿Y dice que está haciendo un esfuerzo para que alguien no le guste demasiado?

—Exactamente. Justo ahora, en este preciso momento, estoy haciendo ese esfuerzo.

—¿Y por qué?

—Por un motivo muy sencillo: cuando alguien te gusta demasiado, lo pasas mal. Sufres. Como no creo que mi corazón sea capaz de soportar tal peso, me esfuerzo todo lo posible para que no me guste.(...)

Acordarse de un muerto durante mucho tiempo es más difícil de lo que la gente piensa. Haré todo lo que pueda por no olvidarme de él.

Se lo prometí. Soy incapaz de juzgar si el corazón del doctor Tokai era purísimo o no, pero está claro que en cierto sentido no era un ser normal y corriente y vale la pena recordarlo.

Sherezade. Bajo el nombre de una heroína que contaba cuentos, nos relatan las relaciones que se pueden construir de una manera incontrolable. Una mujer y un hombre que a través del azar se acuestan juntos, hacen el amor de manera doméstica y ella cuenta historias de otra vida y otros amores donde el sexo adquiere sentido en el hecho de compartir la palabra.

Cada vez que mantenía relaciones sexuales con Habara, ella le contaba una extraña y apasionante historia. Como la Sherezade de Las mil y una noches. A diferencia de lo que ocurría en el cuento, por supuesto, Habara no tenía ni la más mínima intención de cortarle el cuello al amanecer (para empezar, ella jamás se había quedado junto a él hasta la mañana del día siguiente). Si le narraba aquellas historias era simplemente porque le apetecía. Sin duda ella también querría consolar a Habara, que se veía obligado a permanecer encerrado en la casa a solas.(...)

(le gustaban los libros que requieren repetidas lecturas o largo tiempo para terminarlos)

Kino. Es un relato precioso, lleno de símbolos: serpientes, sauces, gatos, espíritus. Murasaki puro. En él presenta a un hombre que después de dejar a su esposa debe rehacer su vida y aceptar las brechas que han ido produciéndose en su corazón. El sexo aparecerá como una alucinación, como un sueño puntual porque aquí hablamos de hombres sin mujeres, pero con ellas.

Ver tres serpientes en una semana era demasiado. Algo debía de estar fraguándose en aquella zona.(...)

—Cierre el local por un tiempo y váyase lejos —dijo al cabo—. En este instante creo que es lo único que puede hacer. Si conoce a algún monje budista con autoridad, también estaría bien que le pidiera que viniese a rezar sutras y pegar talismanes de papel alrededor de la casa. Pero en la época en que vivimos no resulta fácil encontrar a nadie así. De modo que lo mejor será que se vaya de aquí antes de que descargue el próximo aguacero. Perdone que me inmiscuya, pero ¿dispone de dinero suficiente para hacer un viaje largo?

Samsa enamorado. Mi querido escarabajo, Gregorio Samsa, has vivido tu adolescencia trasformado en una cucaracha, en un escarabajo, encerrado en tu habitación en una Praga imaginada por millones de lectores de todo el mundo que te han ido creando en sus mentes. Murakami te redime, te devuelve a tu yo humano, a tu ser adulto con piernas y cuerpo de hombre. Praga ahora de los tanques y un Samsa que es devuelto a la humanidad como un niño recién nacido, débil, desvalido, y se encuentra en una casa abandonada con una cerrajera jorobada, la mujer que le puede corresponder en ese espacio extraño que le produce un sentimiento. Si Kafka nos asombra con su inicio, ya sabéis mi predilección por los buenos inicios en el relato, no os perdáis este que recupera el del maestro y lo utiliza para la nueva trasformación.

Cuando despertó, descubrió que se había metamorfoseado en Gregor Samsa.

Estaba boca arriba en la cama, observando el techo de la habitación. Sus ojos tardaron un tiempo en adaptarse a la penumbra. Por lo que pudo ver, era un techo normal y corriente, como el de cualquier otro sitio. Originalmente debió de haber sido blanco, de un tono crema claro o algo así. Pero a causa del polvo o la suciedad acumulada con el tiempo, ahora era de un color que recordaba a la leche cortada. No tenía adornos, ni ninguna característica en particular. Tampoco declaraciones o mensajes. Parecía desempeñar, aparentemente sin impedimentos, su función estructural de techo, sin mayores pretensiones.(...)

Samsa no tenía ni idea de dónde se encontraba ni de qué debía hacer. Lo único que a duras penas comprendía era que se había convertido en un ser humano llamado Gregor Samsa. ¿Cómo lo sabía? Tal vez alguien se lo había susurrado al oído mientras dormía: «Te llamas Gregor Samsa».(...)

—Ya veo. Lo que te pasa es que tienes curiosidad por saber cómo será follarse a una jorobada, ¿no? —le espetó ella.

—¿Follarse? —dijo él. Esa palabra no le sonaba de nada.

—Crees que, como tengo la espalda encorvada, es la postura ideal para metérmela por detrás, ¿no? —dijo la muchacha—. ¿Sabes? Hay bastantes tíos a los que les van esas perversiones. Y todos piensan que, por ser como soy, dejaré que me lo hagan. Pues lo siento mucho, pero las cosas no funcionan de esa manera.

—No entiendo lo que pasa —dijo Samsa—, pero si te he ofendido, te pido disculpas. Lo siento. Perdóname. No ha sido con mala intención. Como he estado enfermo algún tiempo, todavía no me entero de muchas cosas.

Hombres sin mujeres. ¿Qué ocurriría si nos llamase, a la una de la mañana , el marido de una ex amante para comunicarnos que esta ha muerto? Nuestro recuerdo de ella, su irrealidad, puede que su irrelevancia, volvería a nosotros produciéndonos cierta conmoción, cierta sensación de no saber quién se es.

 La conmoción que provoca una muerte reciente es altamente contagiosa. Se transforma en un temblorcillo que se propaga por la línea telefónica, deforma el eco de las palabras y hace que el mundo se sincronice con su vibración(...)

Un buen día, de repente, te conviertes en un hombre sin mujer. Ese día sobreviene de repente, sin mediar el menor indicio o aviso, sin corazonadas ni presentimientos, sin llamar a la puerta y sin carraspeos.(...)

en ocasiones perder a una mujer supone perderlas a todas. Así es como nos convertimos en hombres sin mujeres


Como toda la obra de Murakami los podemos encontrar en Tusquets. Ahí van unos datos de interés.


NARRATIVA (F). Cuentos

Marzo 2015
ISBN: 978-84-9066-043-0
País edición: España
272 pág.
18,27 € (IVA no incluido)

En su obra más reciente, Haruki Murakami ofrece a los lectores siete relatos en torno al aislamiento y la soledad que preceden o siguen a la relación amorosa: hombres que han perdido a una mujer, o cuya relación ha estado marcada por el desencuentro, asisten inermes al regreso de los fantasmas del pasado, viven el enamoramiento como una enfermedad letal, son incapaces de establecer una comunicación plena con la pareja, o ven extrañamente interrumpida su historia de amor. Otros experimentan atormentados amores no correspondidos o, incluso, como en el relato protagonizado por una metamorfosis kafkiana, desconocen todavía los mecanismos del afecto y del sexo. Sin embargo, las verdaderas protagonistas de estos relatos —llenos de guiños a los Beatles, el jazz, Kafka, Las mil y una noches o, en el caso del título, Hemingway—, son ellas, las mujeres, que, misteriosas, irrumpen en la vida de los hombres para desaparecer, dejando una huella imborrable en la vida de aquellos que las han amado, o de los que, al menos, intentaron amarlas.

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