domingo, 25 de agosto de 2013

La piel fría, Albert Sánchez Piñol


Como he comentado en alguna ocasión, la literatura siempre nos reserva sorpresas, de algún modo: la narración, la trama, la disposición de los personajes, la propia escritura. Es posible que no haya ningún libro del que no podamos extraer algo, y eso es hermoso. Nosotros como lectores tenemos derechos, derecho a dejar un libro, a acabarlo, a disfrutarlo, a saltarnos páginas, a crear un final diferente, a imaginar y recrear espacios divergentes a los del escritor, por eso el libro, la novela, puede ser interpretada desde diferentes ópticas. Siempre he dudado de la posibilidad del análisis objetivo más allá de lo meramente lingüístico (tiene tantos verbos en presente, tantos adverbios, tantas oraciones coordinadas, tantos conectores, etc, inutilidades para el lector y fuente infinita de sabiduría para el académico), por esa razón también dudo de los análisis que se centran, exclusivamente, en si el autor es un antropólogo, o médico, o abogado, es posible que ese hecho casual ayude a la configuración de parte de su universo, pero ¿de todo? No lo creo, con total sinceridad, acaso ¿crees que todos los escritores son lingüistas o filósofos o profesionales de las humanidades? o, más fácil aún, ¿especialistas en el análisis sicológico o histórico de una situación dada?, pues no, siento decepcionaros, no. Incluso muchos escritores no son grandes lectores, más bien han leído lo justo para ir por casa.



Por todo ello centrar el análisis objetivándolo y haciendo creer al potencial lector en las excelencias de tal o cual obra, no deja de ser un ejercicio que depende del bagaje del crítico, de sus gustos literarios, que los tiene, o, simplemente, de cuestiones más prosaicas como intereses, compromisos, fobias y filias. He leído tanto de este libro, tan interesado, tan alejado de lo literario, que he decidido centrarme solamente en esto, en lo que entiendo que afecta a la trama y a la construcción de un universo. Pero dudo que sea capaz, porque tengo mis gustos, mis filias, mis rencores literarios, mis manías, mis necesidades.

El libro podemos encuadrarlo dentro de la ciencia ficción con humanoides violentos. Vaya, diréis lo que lo habéis leído, a mí me parece una parábola, a mí un cuento, a mí una reflexión sobre el derecho de un pueblo a reclamar lo que es suyo ante la tiranía de los colonizadores, es una alegoría política, dirán otros. Pues puede serlo todo, da igual dónde queráis encasillarlo, porque puede ser todas y cada una de estas interpretaciones, u otra completamente diferente. Por eso no os digo que no tengáis razón, que toda la trama pretenda decirnos que los pueblos tienen derecho a la libertad, a reclamar su territorio, a no ser esclavizados por la fuerza y animalizados, cosificados, sin respetar su cultura o su modo de vida por bárbaro que nos pueda parecer; es una lectura posible, no es casualidad que el personaje principal sea un nacionalista irlandés, o que Batís Caffo esclavice, con fines sexuales, a una humanoide como cualquier esclavista que solo ve en su esclava un objeto de satisfacción. Pero esa es una interpretación de cada uno de nosotros, incluso del propio autor, que tiene libertad de interpretar su obra como entienda. Pero aquí viene lo trasgresor, lo literario, nosotros podemos decirle al autor, no, campeón, tú has querido hacer una alegoría sobre tal o cual cosa, pero te ha salido otra. Así que me centro.

La ciencia ficción se centra en temas que dan miedo al hombre, le abren fronteras, nuevos espacios, nuevas perspectivas sobre su presente y futuro. La ciencia ficción no es solamente une ejercicio de virtuosismo narrativo, más o menos afortunado, repleto de monstruos, alienígenas o civilizaciones extraterrestres, no, es también una reflexión obre el mundo presente y futuro. Así, los grandes padres del género, Miller, Asimov, Lovecraft, P.K.Dick, reflexionan sobre política, antropología o sicología, imaginando qué somos o en qué nos vamos a convertir. La Piel fría es un ejercicio literario de primer orden, que suscita multitud de interpretaciones, que deja un espacio abierto para la intervención del lector. Los náufragos son como robinsones que se enfrentan a sus contradicciones, a sí mismos, esperando encontrar a un Viernes que les ayude en el periplo por su mismidad, que les libere su incomunicación, los Acuáticos, los monstruos, son nuestras contradicciones, los caníbales que quieren devorarnos y hacernos suyos, son los diferentes, los no entendidos, los desconocidos a los que tenemos miedo y con los que nos enfrentamos violentamente, rechazando el contacto que solo nos da la esclavitud de la sirena. Porque la esclava es una sirena, tiene un canto magnético, un canto que quiere atrapar a Ulises en la isla que solo tiene un faro como refugio y atalaya desde la que todo se ve, una fuente de protección, cárcel y destino del hombre que se tiene que enfrentar a su lado más oscuro para entender la ternura de los cantos que no nos quieren llevar al naufragio, sino a la liberación de la mente, a compartir experiencias y vivencias. Si todo esto pudiera ser cierto, no lo es menos la acción, la pura y simple acción literaria que ocurre, que ocupa la mayor parte del espacio narrativo: las batallas, los muertos, las descripciones de los ataques, en definitiva, la acción, la historia de amor, el triángulo amoroso, la lucha por la supervivencia.

Aquí es donde encontramos la grandeza de esta alegoría de ficción, de este ejercicio de la imaginación, en la utilización de diferentes fuentes, conscientes o no, eso importa relativamente para este post, y así se crea un espacio ficcional donde todo cabe, donde es válida cualquier interpretación porque no es un ensayo, no es una novela de tesis, es una cuento sobre lo que somos, sobre nosotros como hombres, sobre los límites de la pasión y del amor, sobre la violencia o la incomprensión; es un fresco sobre la naturaleza, sobre la literatura, sobre el mar, sobre la libertad de elección, sobre el sometimiento, sobre las relaciones humanas, es, a fin de cuentas, una brillante reflexión literaria que nos descubre un nuevo universo de los infinitos universos que existen en nuestra imaginación de lectores. Sí, pero protagonizada por humanoides antárticos, con membranas entre los dedos, con la piel fría de reptiles y a los que les gusta la carne humana, no deja de ser una ficción, ¿o no?

¿Veis como es imposible sustraerse a la interpretación personal? También podría deciros que es una novela muy bien escrita, solo existe algún problema de causalidad en la acción, pero poco importante, y que utiliza con gran profesionalidad la sintaxis y la gramática. Esta crítica, ¿sería realmente la que deseáis? No lo creo. Lo tenemos en EDHASA, y aquí os dejo la sinopsis:

 
ISBN: 978-84-350-1960-6
Rústica
288 pp | 12.5 x 19 cm
Precio sin IVA: € 8.61.-
Precio con IVA: € 8.95.-

En una isla perdida en medio del océano, dos hombres encerrados en un faro se defienden, noche tras noche, del asedio de unas extrañas criaturas submarinas que los atacan sin que los hombres lleguen a saber muy bien por qué. Sometidos a la extrema tensión de los ataques nocturnos, desesperados ante la imposible victoria, los protagonistas tendrán que replantearse su actitud ante lo desconocido para resolver la difícil situación en que se encuentran.

La piel fría es una novela apasionante, repleta de intriga y de aventura que, al mismo tiempo, nos hace experimentar íntimamente los grandes interrogantes de la condición humana. La lucidez y la enajenación, el rechazo y el deseo, la crueldad y el amor o el miedo y la esperanza son solo algunas de las fases de un viaje al centro de las propias entrañas, que nos obliga a replantearnos no sólo nuestra mirada sobre el mundo sino, sobre todo, la mirada hacia el exterior, lo ajeno, lo extraño.

 

1 comentario:

  1. La verdad es que en su día lo leí y me dejó algo indiferente, pero tu reseña me ha hecho pensar en releerlo con más atención. Un saludo.

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