Cuando se establecen los libros que marcarán nuestra vida, alguien, sesudo, poco realista, normalmente, determina aquellos libros esenciales, fundamentales, imprescindibles. Así se impone un criterio, la mayoría de veces, académico y alejado de los gustos, expectativas y deseos del momento. A esto se le suele llamar el canon, término que me parece peligroso, porque, claro, depende de si el autor sesudo es anglosajón, oriental, afrancesado, hispano, o qué se yo. En fin, la Metamorfosis creo que está en cualquier canon.
Yo me la leí cuando tenía 14 años, obviamente obligado por el profesor de literatura, se lo agradecí entonces. El caso, para no enrollarme, el libro me marcó, dejó una huella que ha quedado presente en mis posteriores gustos. ¿Cuántas veces la habré citado, o me habrán venido sus primeras palabras? De hecho durante muchos años recopilé cualquier cosa publicada por Kafka para leerla, analizarla y volver a encontrarme con ese golpe en el estómago que tanto me hizo pensar.
¿Es un libro para adolescentes? Ahora se cumple el primer centenario de su escritura, creo, tampoco es imprescindible saberlo, y a mí me da la impresión que su vigencia es absoluta, su lectura necesaria, su interpretación obligada. ¿Puedo poner este libro a adolescentes agilipollados por Disney Chanel? Joder, no lo sé, me jode decirlo, pero no lo sé, igual que hace tiempo que no sé si puedo hacerles leer a Lope, a Garcilaso, a Hurtado de Mendoza, a Cervantes, no lo sé, no sé si disfrutan como yo lo hice, si quieren pensar a través de la palabra, no lo sé, y no quiero ser un hipócrita. Repito, eso me jode.
La relectura después de 30 años resiste sin problemas, sigue siendo actual, necesaria, sigue reflejando la necesidad de encontrarse a uno mismo, de ser independientemente de los demás. Gregorio Samsa es un insecto, un ser repulsivo que llega a aceptarse en su absoluta diferencia, que llega a sentirse cómodo en su mundo particularísimo de mierda y polvo. Los demás, incluso los que parece que nos quieren, pueden no ser capaces de respetar en nosotros ese cambio que nos muta, que nos hace crecer en la dirección que decidamos, normalmente por caminos distintos de lo que se espera. Es cierto que Gregorio no elige, pero cambia, y también lo es que su familia no saber ver en él al Gregorio que les daba de comer, que les quería, que les permitía darse una vida regalada; el rechazo de sus padres, de su hermana, de su jefe, es una alegoría sobre el mundo contemporáneo, sobre la necesidad que algunos tenemos de ser en nosotros mismos independientemente de la percepción que los demás tengan, Sé que es difícil: hemos de ser buenos padres, amantes, esposos, amigos, sin embargo me pregunto, yo creo que Kafka se lo preguntó toda su vida, ¿cuándo tenemos tiempo para ser realmente nosotros aunque nos hayamos convertido en un insecto repulsivo?
Sus lecturas son tantas, lo que se piensa al leerla tan diverso, que me niego a hacer un análisis sesudo: yo me vi como el niño al que le gustaba la soledad, leer los domingos por la mañana hasta acabarme los libros, o qué se yo, yo me veo a mí, tú has de verte a ti, ese el secreto oculto de mi adorado Kafka.
La edición que manejo es una traducción del año 1966 con una pronominalización pésima, calco, mala elección léxica, etc, sin embargo conserva el sentido que encontré a cada palabra cuando empezaba a ser un hombre, un tipo duro que necesitaba leer.
Sinopsis general, extraída de la misma editorial, Alianza: Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en un monstruoso insecto.» Tal es el abrupto comienzo, que nos sitúa de raíz bajo unas reglas distintas, de "La metamorfosis", sin duda alguna la obra de Franz Kafka que ha alcanzado mayor celebridad. Escrito en 1912 y publicado en 1916, este relato es considerado una de las obras maestras del siglo xx por sus innegables rasgos precursores y el caudal de ideas e interpretaciones que desde siempre ha suscitado.
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