Houellebecq es un autor francés que ya me dejó impactado con su primer libro Ampliación del Campo de Batalla, y que se asentó en mi canon, definitivamente, con su segundo libro, Las partículas elementales.
Houellebecq es
un autor políticamente incorrecto, iconoclasta, irónico, con una mirada
fría y certera de la sociedad finisecular, y que anticipa los grandes
problemas del siglo XXI. Trata sin tapujos la prostitución, el amor, las
ideologías, la política, desde una perspectiva particular repasa el
pensamiento marxista y la contradicción de la burguesía que se ahoga en
sus propias especulaciones. Sus personajes son tan humanos que
reconocemos a quien querríamos ser o haber sido, contradictorios,
solitarios, rechazan los convencionalismos y se adentran en la búsqueda
del individualismo militante, a través de diferentes caminos.Su
perspectiva es muy masculina, si hablamos, como hemos quedado, de una
literatura de género, y no se esconde. Este hecho es una revolución en
la sociead hiperbólica y eufemística en la que vivimos. Joder, casi me
costipo con este aire gélido que me ha herido la cara!
En este libro,
dividido en cuatro capítulo libros, el autor se convierte en personaje
de su propia novela, en facilitador y en víctima, en núcleo creativo y
en solución a diferentes proyectos vitales. La novela se proyecta desde
el pasado al futuro, (2030...) y nos presenta el mundo de un artista, en
realidad de dos. Sus reflexiones sobre el arte, la vida, la creación,
las relaciones personales, ponen en valor la inteligencia del autor.
Escrita magistralmente, premio Goncourt 2010, la novela transita por los universos particulares del pintor, Jed Martin,
el protagonista, por su infancia, por las relaciones con su padre, con
la muerte; la muerte está tratada sin gilipolleces, es cruda, sádica,
salvaje, irracional, pero encuentra, a través de uno de los personajes,
la manera de dotarla de sentido como foco de meditación y vida.
Aunque
no os lo creáis, el autor inserta en el tercer libro, una novela
policiaca, negra, absurda, utiliza el género como Cervantes utiliza los
libros de caballería, desde la trivialidad de la acción, la rapidez de
la trama, para reflexionar sobre diferentes cuestiones que importan al
hombre post, post moderno.
Novela altamente recomendable, densa,
inteligente, que dota de carácter a la literatura francesa actual. Su
brillantez, sus análisis, su intelectualismo, la dotan de un sentido
peculiar que invita a su lectura.
Publicada por Anagrama en 2011, aquí os dejo la sinopsis y los comentarios de la editorial:
Si
Jed Martin, el protagonista de esta novela, tuviera que contarles la
historia, quizá comenzase hablando de una avería del calentador, un 15
de diciembre. O de su padre, arquitecto conocido con quien pasó a solas
muchas noches navideñas. Evocaría a Olga, una rusa a la que conoce al
principio de su carrera en la exposición de su obra fotográfica,
consistente en los mapas de carreteras Michelin. Después llegará el
éxito mundial con la serie de «oficios», retratos de personalidades de
todos los sectores. También referiría cómo ayudó al comisario Jasselin a
dilucidar un caso criminal atroz. Al final de su vida, Jed ya sólo
emitirá murmullos. El arte, el dinero, el amor, la muerte, el trabajo,
son algunos de los temas de esta novela decididamente clásica y
abiertamente moderna.
«El Premio
Goncourt habría perdido toda credibilidad y se habría deshonrado si
hubiese tenido la arrogancia de denigrar esta gran novela» (Nelly Kaprièlian, Les Inrockuptibles).
«Magistral de principio a fin» (Le Figaro).
«En
contra de lo que cabría suponer de una obra de tan magnitud que parece
no imponerse límite ni restricción alguna, no hay pasajes crípticos en
el texto. Por decirlo de alguna manera, se lee con la fluidez y
la expectación de una novela apasionada cuyo ritmo, pese a su densidad
conceptual, no desfallece en ningún instante. El mérito
debe atribuirse a la construcción del formidable artefacto literario,
que nunca rechina, y a la alta calidad de la prosa que mantiene el pulso
de la primera a la última línea… La novela ha abordado desde
puntos de vista críticos las relaciones de familia, el amor, las
perversidades del capitalismo salvaje, su influencia en el arte
contemporáneo y hasta qué punto coarta la libertad del artista. Han
intervenido ya otras personas con nombres y apellidos –así el novelista
Frédéric Beigbeder, autor de 13,99 euros y Una novela francesa, o la editora Teresa Cremisi de Flammarion– pero la irrupción de Houellebecq es abrumadoramente espectacular y capital… Imposible
de transmitir la ironía, el sarcasmo, el tono corrosivo, pero también
el fondo sensible, la nostalgia, la tristeza, la impotencia, la
sabiduría y la agudeza que exuda el texto por todos sus poros. Creo que
estamos antes un libro serio, honesto, valiente, que por fuerza consagra
a quien lo ha escrito cualquiera que sea la fama que arrastre» (Robert Saladrigas, La Vanguardia).
«Houellebecq, ya es hora de decirlo, es de lejos el mejor escritor francés de hoy y uno de los tres o cuatro mejores de Europa y esta novela uno de los libros más complejos, ricos, estimulantes y totalizadores de los últimos tiempos, además de un apasionante thriller» (Santiago Gamboa, El País).
«Ha logrado no sólo epatar y electrocutar al lector, sino incluso emocionar con algunos momentos de una rara belleza.
Por supuesto, hay pimienta que alegra el guiso: Picasso es un estúpido;
los chinos, sucios; los franceses del interior, imbéciles; menos mal
que todavía hay sitios donde las prostitutas te la chupan sin condón…
Pero el guiso es mucho más intenso y amargo que todo eso: la angustiosa
sensación de que las personas estamos condenadas a nacer y a morir
solos, que la sociedad feliz occidental es un ridículo montaje abocado
al fracaso» (Antonio G. Iturbe, Qué Leer).
«El mapa y el territorio es su última gran provocación, una bomba de relojería contra el arte moderno y la cultura contemporánea… El final resulta, inevitablemente, desolador: sólo quedan la impostura y la muerte, pero antes se suceden páginas llenas de amor y derrotas» (Nuria Azancot, El Mundo). «En ella encontramos ironía, reflexión y personajes e ideas brillantes (y alguna más bien peregrina)… Con esta novela me estoy convirtiendo en houellebecquista» (Manuel Rodríguez Rivero, El País).
«Houellebecq es el hombre lobo de las letras francesas, un hombre que hinca los dientes, feroz, a todo lo que se mueve. Lo confirma su nuevo libro» (Rodrigo Fresán, Vanity Fair).
«Quizá la novela más provocadora de las que Houellebecq ha escrito…
Qué cosa más provocadora puede haber que el propio escritor decida
autoinmolarse en la ficción que escribe y que además lo haga con la
radicalidad con la que lo hace Houellebecq, sirviéndose de la
escenografía más truculenta y escabrosa… Una novela radical y desasosegante» (Iñaki Ezquerra, El Correo Español).
«Sólo dejaría indiferente a un muerto» (Antonio Lozano, La Vanguardia Magazine).
«Sencillamente es un gran escritor y ahí está El mapa y el territorio para demostrarlo y ese premio Goncourt que da respetabilidad y sosiego» (Pau Arenós, Dominical).
«La novela abunda en temas que resultan interesantes y, como suele decirse, rabiosamente actuales… Pero si nos gusta especialmente El mapa y el territorio es porque en esta obra Houellebecq
logra crear un personaje memorable. Se llama Michel Houellebecq y es un
famoso escritor francés enamorado de los prostíbulos de Tailandia» (Andrés Ibáñez, ABC).
«Un autor imprescindible… El mapa y el territorio es muy interesante y sale a la caza de las presas habituales de Houellebecq» (Nadal Suau, El Mundo).
«El mapa y el territorio triunfa en su voluntad de erigirse en uno de los títulos más sólidos del año tal y como acertó a auparse a lo más alto del cajón de honor del Goncourt. Fascinante en sus aciertos y jugoso incluso en sus imperfecciones» (Milo Krmpotic, Sigueleyendo).
«El texto, en lo estrictamente literario, supone la
expiación de todos sus pecados anteriores y la vuelta a las páginas
brillantes que le consagraron hace años como una voz distinta,
irreverente y radical… No es un texto genial, pero sí contiene
recursos absolutamente geniales, especialmente en la respuesta final,
brusca e impredecible, capital para entender la propia búsqueda estética
y vital del narrador francés… Houellebecq hasta llega a tirar de
Houellebecq, al que convierte en su propio personaje en una estrategia
narrativa que al principio desagrada, luego resulta simpática por
esperpéntica y finalmente epata por su sadismo, su conjura y su sentido
del humor. Quién lo diría. El escritor francés lo ha vuelto a hacer. Justo cuando aparecía apoltronado y apático. O precisamente por eso. El mapa y el territorio tiene mucho que decir» (Lucas Martín, La Opinión de Málaga).
«Una novela extraordinaria, inteligente y poderosa… Es
hilarante, inteligente hasta el asombro, crítico de sí como ya
quisieran serlo aquellos que alguna vez lo han criticado, humilde: sí,
humilde, humano: sí, humano, devastador, desolador y aún más
nietzscheano que el propio Nietzsche pues se arrima a Charles
d’Orléans y no deja lugar al optimismo: “El mundo está harto de mí y yo
estoy harto de él”» (Emiliano Monge, Frente, México).
Acabo La posibilidad de una isla de Houellebecq y pienso: Guay, en el blog de Jaume ya se puede clasificar, que es una de las cosas que más nos gusta a las personitas, etiquetarlo todo, meter las cosas y personas en pequeños cajoncitos de esos para guardar anillos o miniaturas coleccionables en función del color, la utilidad o vete tu a saber. Así que, claro, meto mi comentario del libro de Michel en la entrada creada para Michel que queda clasificado como literatura,contemporánea,francesa,premiada así hasta que uno quiera y pienso ¿Pero....si algo tiene este autor es que es adorablemente inclasificable¿ no?
ResponderEliminarPues eso,como meter la cabeza en una batidora, es irónico pero a la vez parece hablar en serio, es racional y a la vez arrastra toda las flaquezas de lo humano, es chic,es moderno pensando en actual pero a la vez en futuro, habla de ciencia como si fuera científico o como un guionista de pelis del género ficción, habla de arte como si lo apreciara todo o lo despreciara todo, habla de sexo como lo haría un hombre maduro, como él, con los miedos, las realidades crudas de la madurez recién estrenada. Adorable en su individualismo, tan duro, tan masculino que a la vez duele y atrae en una lectora mujer desde la que hablo. Y es capaz de salirse del yo para fijar la mirada en lo universal, en lo global, en la especie humana haciéndose muchas preguntas que trascienden(me llama la atención, lo hace distinto, un escritor que no se mira solo el ojo del culo, con perdón)
Salvo algún capitulo infumable(se pasa un poco con el rollito neocon, no dejaba de pensar en una peli mala malísima de unos tipos neohumanos llamados caraconos). El contraste si vienes de leer un clásico como me ha pasado a mi, genial.
Y como siempre os dejo mi apunte de intimidad...el cómo llega el libro hasta mi:
Este estaba en mi estantería, he descubierto que los amigos de mi compañero de piso llevan 6 o 7 años regalándole por su cumpleaños un libro, por lo que he observado, el que pega fuerte ese año, vamos, el primero que pillan en el mostrador reclamo de El Corte inglés. Este es de 2005, pues sería el tocaba ese año, en cada uno de los libros hay una inscripción en la primera página a lápiz que dice: "Regalo de cumple de mis amigos por mi 33 cumplaños" y así encuentro ejemplares del cumpleaños 34, 35,36 y sucesivos.Los amigos aún no se han enterado de que mi compañero de piso no lee, que no se me olvide llamar hoy al detallista que siempre se acuerda de comprarlos para darle las gracias, 7 años después y decirle que Houellebecq fue una buena elección.
Saludos blogueros
JAJAJAJAJAJAJAJ me ha encantado lo e mi compañero de piso no lee, es absoluto, delicioso. Parecido a las corbatas, a las colonias, y a multitud de regalos que el destinatario no usa, pero acoge con más o menos entusiamo, con cara de póker, y con una sonrisa más falsa que la de ZP, bueno esto último es difícil.
EliminarHoulle... me encanta, es un autor muy moderno, inteligente, puro macho, hombre, habla sin tapujos de las putas, del comercio sexual etc, y eso es muy de agradecer en un mundo donde la hipocresía es absolutamente absoluta.
Yo no tengo compañera de piso a la que le regalen libros, así que los tomo prestados de la biblioteca, pero creo que no pasa nada, es bueno. Espero algún día poder tener un ebook para poder leer con algo más de libertad.
Encantado de encontrarte por aquí, Laura.
Houellebecq (siempre he de mirar cómo se escribe) sin duda crea adicción. No me ha pasado tanto con esta novela como leyendo Plataforma, donde está en estado puro (Las partículas elementales la verdad es que no lo recuerdo demasiado, tendré que releerla) y también Ampliación del campo de batalla, aunque aquí los ya casi veinte años que han pasado se dejan notar. En la novela que reseñas esa vuelta de tuerca de convertirse en personaje literario da mucho de sí. En algún sitio leí que no escribía novelas "acabadas", sino más bien "esbozos" de novelas que no se acaban del todo. Tal vez su estilo tan torrencial y directo, la cantidad de materiales e ideas que usa, su falta de ortodoxia hagan pensar en eso. La verdad es que a mi me ha causado siempre una extraña sensación de dulce decadencia. En fin, no se si darle el Goncourt es para él más un estorbo que un favor pero no creo que le haya afectado demasiado. Tal vez le haya dado la pasta suficiente para viajar por el sudeste asiático y volver con las pilas cargadas.... Saludos.
ResponderEliminarCreo que los premios le agobian, para él dudo que sean un fin, pero tampoco un medio valorarle. Veo independencia, autenticidad, inteligencia, y sobretodo ,mala leche, mucha mala leche que me hace sentir que no todo está acabado.
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