sábado, 25 de junio de 2016

Un filo de luz, Una lama di luce, Andrea Camilleri



Vuelvo a la luz. El título es significativo como el sueño del principio, o premonitorio, no sé, el caso que vuelvo a Montalbano, a mirarle a los ojos, a ver su esquematismo entrañable, su machismo sin machismo, su construcción estereotipada, vuelvo a verlo todo, y pienso en esta literatura para ser vista, para imaginarla en la cama mientras lees, mientras cierras los ojos y hueles la pasta de Enzo, o te ríes con la simplicidad de Catarella. Todo es entrañable y reconocible, es, de nuevo, saber e identificar.

Montalbano no tardó ni un minuto en llamar al doctor Pasquano. Puso el manos libres.—Doctor, disculpe la molestia, pero…
—La molestia que usted me ocasiona es tanta y de tal envergadura que no hay disculpa que pueda aliviarla.
—Pero ¡qué lenguaje tan elevado emplea cuando se lo propone!
—Gracias. Es usted quien me produce este efecto. El lenguaje elevado me sale instintivamente para poner distancia entre nosotros dos. Intuyo que quiere saber algo sobre el cadáver calcinado, ¿no es así?
—Si me considera digno de tal trato…

No decepciona, su verosimilitud dentro de lo ficcional sigue intacta, con éxito. Montalbano envejece, se enamora, aún puede hacer deporte o hacer el amor como los héroes antiguos y denostados de las novelas negras, porque eso es mi personaje, un héroe antiguo, un hombre de película.
La serie no se resiente, Camilleri mantiene una capacidad creativa y un oficio en perfecta forma. La estructura no se resiente, los personajes son comparsas del comisario que ocupa y llena todos los espacios de la novela. Todos son puro esquema, pura construcción profesional, porque eso es lo que requiere una serie, un entorno perfectamente construido para poder resaltar la virtú del personaje principal.
Pero no nos deja indiferentes, para nada. Montalbano crece, se desespera y vuelve a la duda, a la indecisión resuelta por lo premonitorio, por lo emocional, ese hacerse mayor cambia la perspectiva, el sexo, la atracción o las necesidades.Livia presente en su ausencia infinita, presente porque su sufrimiento es un personaje más que, sutilmente, construye la novela.
 
Quería que Livia estuviera a su lado, y si no podía ser Livia, cualquier otra mujer atractiva le valdría. Y lo curioso de este deseo era que no tenía nada de sexual, simplemente le gustaría sentir el calor de otro cuerpo junto al suyo.
 
Además encontramos, claro, esa conciencia social que nunca falta, esa mala leche que contribuye a hacer de Camilleri quien es, un clásico vivo.
 
era especial porque el señor ministro del interior, de regreso de su visita a la isla de Lampedusa, en cuyos "centros de acogida para inmigrantes"(¡sí, señor, tenían el valor de llamarlos así!) ya no cabía ni un niño de pecho -las sardinas en lata tenían más espacio-
 
Estupenda lectura de verano (o de invierno, o de primavera, o de otoño) La tenemos como siempre en Salamandra, y aquí os dejos datos que os interesan.


ISBN: 978-84-9838-654-7 
Número de páginas: 224 
Tipo de edición: Rústica con solapas
Sello editorial: Salamandra 
Colección: Narrativa 
PVP: 16,00 €

Como en anteriores ocasiones, una pesadilla provoca en el comisario Montalbano un malestar profundo, una aciaga sensación que lo deja receloso y aprensivo. Por desgracia, una vez más, los acontecimientos parecen darle la razón. 
Primero entra en escena Marian De Rosa, milanesa, propietaria de una galería de arte, mujer elegante y con experiencia, una auténtica femme fatale ante la que Montalbano cae rendido de inmediato. En su fuero interno, Salvo sabe que su atracción por Marian no es una aventura cualquiera; se trata de algo distinto, como una fuerza invisible que lo trastorna y amenaza con trastocar su lucidez. Livia pasa a ser sólo una voz al otro lado del teléfono y Salvo es incapaz de sincerarse con ella, recurriendo a tácticas y subterfugios para postergar una decisión. Y mientras se debate en el torbellino de sus sentimientos, tres casos importantes requieren su atención: por un lado, la jovencísima esposa de Salvatore di Marta, dueño de un supermercado, es víctima de un atraco; por otro, dos tunecinos que trabajan en una finca agrícola desaparecen en lo que aparenta ser un asunto de tráfico de armas; y por último, una operación delictiva de altos vuelos aterriza en Vigàta. 
Así pues, el siniestro sueño de las primeras páginas resultará premonitorio. En el desenlace de sus investigaciones, alguien muy querido para Montalbano resurge tristemente en su vida, y su relación con Livia recupera un cariz olvidado. Con la nitidez con la que un filo de luz recorta la zona de sombra, un comisario Montalbano más vulnerable que nunca afronta su destino con el alma convulsa.

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