martes, 21 de julio de 2015

Demian, Historia de la juventud de Emil Sinclair; Demian: Die Geschichte von Emil Sinclairs Jugend Herman Hesse

El otro días os hablaba de literatura después de haber leído a Dylan Thomas. En esa entrada os comentaba que la literatura, como arte puro, no aspira a la trama, se preocupa en exclusiva por la formación, a través de la palabra convertida en acto poético, en mensaje subconsciente y transformador de la realidad, de un universo auténtico. Literatura era, así, un arte puro, el único como sabéis que mantengo, porque cambia, remira y metaforiza el mundo que creemos vivir. Efectivamente, la literatura pura nos cambia el mundo porque cambia el lenguaje, lo hace suyo, lo usa, porque es la única forma de dar con los principios rectores de eso que los mortales llaman realidad dimensionada y nosotros, los enfermos, los lletra ferits, llamamos realidad ficcional.
Solo se tiene miedo cuando se está en disensión consigo mismo.

Pero también hay una literatura de trama, obras con un afán transformador importante que, además, se preocupan por lanzar un mensaje. En este sentido la literatura se adentra más en otras prácticas relacionadas con el entretenimiento y es, cuando digo, que la literatura es un invento perfectamente burgués que sirve para el solaz de las lectoras. Sin embargo, eso no es un desdoro, en absoluto, es una parte más de la grandeza inmensa de nuestro arte, porque no solo es capaz de serlo puro, a través de la poesía, sino que también es capaz de compartir su artesanía con el ocio y el entreteniendo. También hay una literatura que usa la trama para reflexionar con el mundo y en el mundo. Es una literatura iniciática, filosófica, una literatura que pasa a formar parte de la historia del pensamiento con nombre propio. Es posible que no utilice un método preciso de reflexión y lógicas, sin embargo es capaz de asimilar y recrear las diferentes visiones que nos ayudan a entender esa realidad de la que hemos hablado.
En fin, la novela que os traigo hoy es un clásico absoluto, literatura en el sentido de la reflexión. Es una novela de crecimiento personal, de ayuda, de reconsideración del mundo y de sus limitaciones dimensionales, porque Demian es capaz de pensar, no el personaje, que por supuesto, la novela, me refiero, como un ente auténtico y vital, autónomo y saludable. Piensa, recrea, elabora los límites de lo sensible para intentar adentrar al lector en una lectura propia del universo que, entonces y aún ahora, era absolutamente desconocido para la  mayoría de los lectores, es por ello que, en muchos sentidos, es una novela iniciática, porque nos ayuda a entender que lo real no es lo percibido, sino que va mucho más allá. Se adentra en los universos que podemos ver con el tercer ojo. 
Hace mucho tiempo esta novela se consideró como una novela adolescente, y lo es en todos los sentidos, porque nos ayuda a entender los cambios fundamentales que se producen nosotros. Sin embargo, ¿es posible su lectura hoy en día por los mismos adolescentes que la leímos hace treinta años? No, pero sí. No porque requiere una paciencia que ha desaparecido, el placer debe ser inmediato, instantáneo, en absoluto diferido, no porque es una lectura que requiere de conocimientos previos filosóficos, gnósticos y religiosos; pero sí porque aún con todos estos inconvenientes, te hace entender que la vida es el camino del homo viator, del quijote que no tiene miedo a abrir los ojos para percibir lo que ve, y a cerrarlos para asegurarse de los mundos que no ha visto, pero ha sentido. 
Mi historia con Demian es curiosa, la escribo aquí para no olvidarla. En mi adolescencia me encontré con un personaje que se asemejaba extraordinariamente a Demian, su visión del mundo no tenía nada que ver con el resto de adolescentes, pero que nada. Ángelo me ofreció la lectura de Hesse, El lobo estepario, Shiddartha, Demian, me adentró en Kafka, respecto a la música me ofreció a Supertramp, Pink Floyd, Led Zepellin, en filosofía me presentó a Nietzsche, así que aún hoy me siento deudor del mundo que me supo dar. A Sinclair le pasa exactamente lo mismo. Nunca nos pidieron nada.

La mayoría de las cosas que nos enseñan son seguramente verdaderas, pero se pueden ver desde otro punto de vista que el de los profesores y generalmente se entienden entonces mucho mejor.

nada hay más molesto para el hombre que seguir el camino que le conduce a sí mismo.


Hace gala de un vitalismo a prueba de terremotos, una actitud que nos permite avanzar sobre nosotros mismos, reinventarnos y ser definitivamente lo que hemos de ser. Nosotros en nuestras dimensiones, en nuestra realidad, en nuestro camino sin huellas.

Muchos viven tal morir y renacer, que es nuestro destino, sólo en ese momento de su vida en que el mundo infantil se resquebraja y se derrumba lentamente, cuando todo lo que amamos nos abandona y, de pronto, sentimos la soledad y la frialdad mortal del universo que nos rodea. Muchos se estrellan para siempre en este escollo y permanecen toda su vida apegados dolorosamente a un pasado irrecuperable, al sueño del paraíso perdido, que es el peor y más nefasto de todos los sueños.

La religión tiene una importancia fundamental en el crecimiento de Sinclair, la que profesa su padre y la que ha de superar él: culpa, pecados pilares del esclavo; es peligroso utilizar las palabras porque pueden ser cargadas de estupidez, claro, pero esta reivindicación de lo primordial, es maravillosa, enriquecedora, revitalizante. Las referencias a la biblia, fundamentales, porque configuran nuestra cultura, pero Demian las reinterpreta con una inteligencia singular, preclara.

Nuestro profesor de religión hablaba de la historia de Caín y Abel.

los hombres con carácter quedan siempre malparados en la Biblia.

No tengo nada en contra de que se venere al Dios Jehová.¡En absoluto! Pero opino que deberíamos santificar y venerar al mundo en su totalidad, no solo a esa mitad oficial, separada artificialmente. Por lo tanto, deberíamos tener un culto al demonio junto al culto divino. Sería lo justo.

El malestar en la cultura, Freud, la reflexión sobre los límites de nuestra socialización, el tabú.

También hoy cualquiera puede acostarse con una mujer si antes ha ido al sacerdote y se ha casado con ella. En otros pueblos es de otra manera.

las llamadas tentaciones de la carne, con amor y respeto; entonces nos descubren su sentido porque todas tienen sentido.

La ideología, el buscar la explicación de las cosas en el pensamiento. No puedo evitar pensar en lo lejos que están los adolescentes, el hombre de hoy, del pensamiento crítico, en muchos casos estupidizados por la indiferencia del constructo contemporáneo del no  pensamiento, de la inercia uniformadora del rebaño. Leyendo el libro paré un segundo y estuve hablando de él a mi hijo adolescente. No lee, no le interesa, pero le interesa que me interese, le parece un anacronismo curioso. Aproveché para expresarle lo que sentía, y vi que me escuchaba con cierta atención, de verdad y ¿si algún día se interesase por ver el mundo más allá de una pantalla de LED? No desespero, pero es su vida, claro.

Para mí iba a significar la entrada en un mundo ideológico que me había sido revelado por Demian.

Lo gnóstico, lo esotérico, lo luminoso, Sinclair tiene una infancia luminosa, son importantísimos en la concepción de la obra. Lo pagano, lo primigenio.

intentaba reconstruir con sincero esfuerzo un mundo luminoso"

Abraxas significa mucho más. Podemos pensar que es el nombre de un dios que tiene la función simbólica de unir lo divino y lo demoníaco.

No menos importante es el mundo de los sueños, de la interpretación simbólica. Jung aparece con una fuerza luminosa, el inconsciente colectivo, todos los hombres uno.

Un sueño determinado, un juego de la fantasía que aparecía una y otra vez, cobró una significación especial.

-Acostumbramos a trazar límites demasiado estrechos a nuestra personalidad. Consideramos que solamente pertenece a nuestra persona lo que reconocemos como individual y diferenciador. Pero cada uno de nosotros está constituido por la totalidad del mundo; y así como llevamos en nuestro cuerpo la trayectoria de la evolución hasta el pez y aún más allá, así llevamos en el alma todo lo que desde un principio ha vivido en las almas humanas.

Todos los hombres estaban hermanados.

Y por supuesto el crecimiento personal, la voluntad de ser, la determinación de abarcar el mundo y rehacerlo desde una mismidad única y superior, un elitismo ontológico muy potente.

Cuando alguien necesita algo con mucha urgencia y lo encuentra, no es la casualidad la que se lo proporciona, sino él mismo. El propio deseo y la propia necesidad conducen a ello.

Sobre mi mesa tenía unos tomos de Nietzsche.

¿No irá usted a creer que todos esos bípedos que andan por la calle son hombres sólo porque anden derechos y lleven a sus crías nueve meses dentro de sí?

-Las cosas que vemos -dijo Pistorius con voz apagada- son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad que la que tenemos dentro.

Nuestro libro lo podemos encontrar en Alianza Editorial. Si no lo has leído, no tengas miedo, abre tu ojo cósmico y déjate llevar.



Colección: El libro de bolsillo>Bibliotecas de autor>Biblioteca Hesse
Páginas: 192
Publicación: Enero 2011
Precio: 9,95€
I.S.B.N.: 978-84-206-7436-0
Código: 3403118
Formato: Estándar, Papel
Tamaño: 12,5 x 18,5
Páginas: 192
Edición: 01ª edición
Clasificación IBIC: 
Ficción clásica (FC

Escrita tras las trágicas experiencias de la Gran Guerra, Demian es una de las obras más emblemáticas de Hermann Hesse (1877-1962). La novela –en la que late la repulsa de la sociedad burguesa y masificada y el llamamiento a los elegidos (los que llevan en su frente el «estigma de Caín») para conquistar la autenticidad y emprender la reconstrucción comunitaria de la humanidad– narra, como reza su subtítulo, la «historia de la juventud» de Emil Sinclair, quien, en ruptura con el mundo claro y seguro de su infancia, va a la busca de su personalidad y de su destino, sólo realizables en el mundo oscuro, incierto y amenazador de los adultos.




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