Los libros son armas cargadas para ser usadas, armas para liberarnos de la tiranía de la uniformidad, de la ortodoxia asfixiante y apestosa que nos cala sin remedio en un mundo unido por las manos de algunos hombres. Todo es inmediato, todo sencillo, todo conectado, pero todo, al mismo tiempo, uniforme, viciado, falso. La literatura es nuestro aire, la ilusión limpia y sucia, la diversidad, la ortodoxia y la heterodoxia, el dogma y el libre pensamiento absoluto. La literatura es la carga que nos falta para tener una vida plena.
Este libro se adentra en
terrenos complejos, muy complejos. La trama bordea peligrosamente la
inclinación de un joven adolescente de origen pakistaní de caer en las redes
del integrismo islámico británico, peligroso y violento. Pero la literatura le
ha dado sentido común, y el amor, la necesidad de encontrar y encontrarse. El
autor lo hace deslizarse con sabiduría, con una escritura limpia y potente,
reflexiva, que hace que el lector se sienta partícipe de la evolución de Shahid, nuestro héroe, de sus
contradicciones, de su vida.
Es un libro lleno de
reflexiones filosóficas, políticas y morales, pero en ningún momento creemos
estar ante una moralina o un sermón anodino, son reflexiones que nos hacen
sentir que leer merece la pena.
Quiero
aprender, pero estoy perdido en Londres, es gigantesco y todo es anónimo. ¡Hay
locos por todas partes, opero la mayoría parecen normales!
Las reflexiones que Shahid hace sobre ¿qué es la literatura?
o ¿qué sentido tiene? Me ayudan a situar el personaje en esa contradicción
adolescente entre el querer ser y el ser real, entre el anhelo de encontrarse y
encontrar el camino que le marcará la vida. La literatura como opción, la
escritura, es un desierto de sinsabores y dolor; sin embargo, el entusiasmo no
se puede gobernar fácilmente, por eso Shahid
no pierde su entusiasmo, su ser real a pesar de intentar ser en el grupo, en la
identidad colectiva, vaya.
-En
general ahora prefiero novelas y relatos- confesó Shahid-, Suelo tener cinco
empezadas a la vez./-¿por qué lees?/¿Por qué?/-Sí, ¿Qué sentido tiene?
Efectivamente, ¿Qué sentido tiene
cuando está la fe y la ortodoxia, los partidos y las iglesias, los dioses y las
tecnología?¿Para qué leer y aprender a pensar por uno mismo, tener criterio,
conocer la vastedad infinita del pensamiento y del mundo?
-La literatura nos ayuda a reflexionar sobre nuestra propia naturaleza,
¿no?
Sí, ese es el problema.
-Nos
hace pensar./-¿Qué falta hace pensar?/-¿Cómo?/-¿Debemos preferir ese capricho
al satisfactorio y profundo consuelo de la religión? Y si no podemos tomar en
serio las creencias de millones de personas, entonces ¿qué? ¡No creemos en
nada! Somos animales que viven en la letrina, no seres humanos en una sociedad
liberal.
Las preocupaciones sociales
son constantes. Los grupos radicales religiosos, en este libro islamistas,
trabajan las capas más modestas de la sociedad para reintegrarlos en la ilusión
colectiva, en esa reentrada la persona se vuelve a encontrar con el grupo, sale
del aislacionismo social y cree tener una identidad, colectiva, pero identidad.
Casi
todos estaban sin empleo. Y sus padres, por lo general patriotas y orgullosos
de la bandera británica, no sabían nada
de su propia cultura. Pocos tenían siquiera libros en casa; no libros que
hubiesen escogido y abierto, sino incluso manuales de jardinería, atlas,
selecciones del Reader's Digest.
El tema del integrismo
siempre está latente, es una amenaza para el lector y para los propios
personajes. El libro intenta descubrirnos sus causas, sus miedos, sus pasiones,
su irracionalidad. La necesidad de diferenciarse, de segregarse, de buscar la
originalidad en lo diferente, pero dotándolo de un aura de misticismo, religión
y fe.
¡Y
a nosotros nos gustaría integrarnos aquí! Pero no debemos asimilarnos, si no queremos
perder el alma. Somos orgullosos y obedientes. ¿Qué hay de malo en eso?¡No
somos nosotros quienes hemos de cambiar, sino el mundo! -Chad no apartaba los
ojos de Shahid-.
Es por ello que:
Actualmente,
todo el mundo insistía en afirmar su identidad, de hombre, mujer, homosexual,
negro, judío, enarbolando cualquier rasgo distintivo que pudiera reclamar, como
si la calidad de ser humano se perdiera al no llevar etiquetas.
Por eso los fanatismos
llevan a la erradicación de la heterodoxia, de la discrepancia, ha de ser
perseguida y censurada, eliminada, purgada, porque el pecado pone en peligro el
alma fiel, el alma pura que se deja empapar por los efluvios místicos de la fe
sin pensamiento. La novela usa como elemento desencadenante en la trama la
persecución del libro de Shalman Rusdi, Los versos satánicos, con su quema
pública, su persecución, como ejemplo del peligro de cercenar el pensamiento
independiente.
-Este libro lleva mucho tiempo circulando impunemente por ahí -contestó
Chad-. Nos ha insultado a todos: al profeta, a sus mujeres, a toda su familia.
Es un sacrilegio y una blasfemia. El castigo es la muerte. Ese individuo irá al
patíbulo.
Porque la heterodoxia es
extremadamente peligrosa, pensar por uno mismo todavía peor.
Los personajes están muy
bien matizados: el extremismo de Riad
o la fe ciega de Chad, al contraste
entre un Shahid intelectual y Chili, juerguista, crápula, tremendo,
excesivo, drogadicto. Los contrastes ya sabéis que funcionan en literatura para
poder resaltar al héroe. en este caso Shahid,
en el que impera el sentido común respecto a las actitudes integristas y
agresivas de sus amigos, y los vaivenes emocionales de su hermano.
Por todo ello es un libro recomendable, una
extraordinaria novela que no se conforma con la configuración de la trama, más
o menos interesante, sino que hace que la literatura quede al servicio del
hombre. La tenemos en Anagrama, y os dejo datos interesantes.
ISBN 978-84-339-7345-0
PVP sin IVA 9.13 €
PVP con IVA 9.50 €
Nº de páginas 288
Colección Compactos
Traducción Benito Gómez Ibáñez
Shahid
es «casi un inglés», está en el paso de la adolescencia a la edad adulta y,
como cualquier chico listo de su edad, quiere cambiar la aburrida vida de
provincias por la excitación de la gran metrópoli. Aprovechando que va a
comenzar la universidad, abandona Kent y la protección de su rica familia, y se
marcha a estudiar a Londres. Desgarrado entre su educación inglesa y sus raíces
pakistaníes, será captado por un grupo integrista musulmán, pero también se
fascinará con Deedee Osgood, una carismática y desinhibida profesora que les
ilustra sobre Toni Morrison y Alice Walker pero también sobre Prince, el ídolo
de Shahid. Y, atrapado entre un deleitoso liberalismo ilustrado y un
fundamentalismo exaltante, tendrá que encontrar su propio camino en la vida y
en el laberinto de las ideologías y los goces de la contemporaneidad. «Los
diálogos estallan de ironía, furia e inteligencia, y hay un notable vigor y
generosidad en la construcción de los personajes, aun en los más desagradables.
Es también una espléndida novela de ideas» (Jonathan Coe).
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