sábado, 10 de mayo de 2014

El álbum negro, The Black Album, Hanif Kureishi



Los libros son armas cargadas para ser usadas, armas para liberarnos de la tiranía de la uniformidad, de la ortodoxia asfixiante y apestosa que nos cala sin remedio en un mundo unido por las manos de algunos hombres. Todo es inmediato, todo sencillo, todo conectado, pero todo, al mismo tiempo, uniforme, viciado, falso. La literatura es nuestro aire, la ilusión limpia y sucia, la diversidad, la ortodoxia y la heterodoxia, el dogma y el libre pensamiento absoluto. La literatura es la carga que nos falta para tener una vida plena.

Este libro se adentra en terrenos complejos, muy complejos. La trama bordea peligrosamente la inclinación de un joven adolescente de origen pakistaní de caer en las redes del integrismo islámico británico, peligroso y violento. Pero la literatura le ha dado sentido común, y el amor, la necesidad de encontrar y encontrarse. El autor lo hace deslizarse con sabiduría, con una escritura limpia y potente, reflexiva, que hace que el lector se sienta partícipe de la evolución de Shahid, nuestro héroe, de sus contradicciones, de su vida.

Es un libro lleno de reflexiones filosóficas, políticas y morales, pero en ningún momento creemos estar ante una moralina o un sermón anodino, son reflexiones que nos hacen sentir que leer merece la pena.

Quiero aprender, pero estoy perdido en Londres, es gigantesco y todo es anónimo. ¡Hay locos por todas partes, opero la mayoría parecen normales!

Las reflexiones que Shahid hace sobre ¿qué es la literatura? o ¿qué sentido tiene? Me ayudan a situar el personaje en esa contradicción adolescente entre el querer ser y el ser real, entre el anhelo de encontrarse y encontrar el camino que le marcará la vida. La literatura como opción, la escritura, es un desierto de sinsabores y dolor, sin embargo el entusiasmo no se puede gobernar fácilmente, por eso Shahid no pierde su entusiasmo, su ser real a pesar de intentar ser en el grupo, en la identidad colectiva, vaya.

-En general ahora prefiero novelas y relatos- confesó Shahid-, Suelo tener cinco empezadas a la vez./-¿por qué lees?/¿Por qué?/-Sí, ¿Qué sentido tiene?

Efectivamente, ¿Qué sentido tiene cuando está la fe y la ortodoxia, los partidos y las iglesias, los dioses y las tecnología?¿Para qué leer y aprender a pensar por uno mismo, tener criterio, conocer la vastedad infinita del pensamiento y del mundo?

-La literatura nos ayuda a reflexionar sobre nuestra propia naturaleza, ¿no?

Sí, ese es el problema.

-Nos hace pensar./-¿Qué falta hace pensar?/-¿Cómo?/-¿Debemos preferir ese capricho al satisfactorio y profundo consuelo de la religión? Y si no podemos tomar en serio las creencias de millones de personas, entonces ¿qué? ¡No creemos en nada! Somos animales que viven en la letrina, no seres humanos en una sociedad liberal.

Las preocupaciones sociales son constantes. Los grupos radicales religiosos, en este libro islamistas, trabajan las capas más modestas de la sociedad para reintegrarlos en la ilusión colectiva, en esa reentrada la persona se vuelve a encontrar con el grupo, sale del aislacionismo social y cree tener una identidad, colectiva, pero identidad.

Casi todos estaban sin empleo. Y sus padres, por lo general patriotas y orgullosos de la bandera británica,  no sabían nada de su propia cultura. Pocos tenían siquiera libros en casa; no libros que hubiesen escogido y abierto, sino incluso manuales de jardinería, atlas, selecciones del Reader's Digest.

El tema del integrismo siempre está latente, es una amenaza para el lector y para los propios personajes. El libro intenta descubrirnos sus causas, sus miedos, sus pasiones, su irracionalidad. La necesidad de diferenciarse, de segregarse, de buscar la originalidad en lo diferente, pero dotándolo de un aura de misticismo, religión y fe.

¡Y a nosotros nos gustaría integrarnos aquí! Pero no debemos asimilarnos, si no queremos perder el alma. Somos orgullosos y obedientes. ¿Qué hay de malo en eso?¡No somos nosotros quienes hemos de cambiar, sino el mundo! -Chad no apartaba los ojos de Shahid-.

Es por ello que:

Actualmente, todo el mundo insistía en afirmar su identidad, de hombre, mujer, homosexual, negro, judío, enarbolando cualquier rasgo distintivo que pudiera reclamar, como si la calidad de ser humano se perdiera al no llevar etiquetas.

Por eso los fanatismos llevan a la erradicación de la heterodoxia, de la discrepancia, ha de ser perseguida y censurada, eliminada, purgada, porque el pecado pone en peligro el alma fiel, el alma pura que se deja empapar por los efluvios místicos de la fe sin pensamiento. La novela usa como elemento desencadenante en la trama la persecución del libro de Shalman Rusdi, Los versos satánicos, con su quema pública, su persecución, como ejemplo del peligro de cercenar el pensamiento independiente.

-Este libro lleva mucho tiempo circulando impunemente por ahí -contestó Chad-. Nos ha insultado a todos: al profeta, a sus mujeres, a toda su familia. Es un sacrilegio y una blasfemia. El castigo es la muerte. Ese individuo irá al patíbulo.

Porque la heterodoxia es extremadamente peligrosa, pensar por uno mismo todavía peor.



Los personajes están muy bien matizados: el extremismo de Riad o la fe ciega de Chad, al contraste entre un Shahid intelectual y Chili, juerguista, crápula, tremendo, excesivo, drogadicto. Los contrastes ya sabéis que funcionan en literatura para poder resaltar al héroe. en este caso Shahid, en el que impera el sentido común respecto a las actitudes integristas y agresivas de sus amigos, y los vaivenes emocionales de su hermano.

Por todo ello es un libro recomendable, una extraordinaria novela que no se conforma con la configuración de la trama, más o menos interesante, sino que hace que la literatura quede al servicio del hombre. La tenemos en Anagrama, y os dejo datos interesantes.

ISBN 978-84-339-7345-0
PVP sin IVA 9.13 €
PVP con IVA 9.50 €
Nº de páginas 288
Colección  Compactos
Traducción Benito Gómez Ibáñez

Shahid es «casi un inglés», está en el paso de la adolescencia a la edad adulta y, como cualquier chico listo de su edad, quiere cambiar la aburrida vida de provincias por la excitación de la gran metrópoli. Aprovechando que va a comenzar la universidad, abandona Kent y la protección de su rica familia, y se marcha a estudiar a Londres. Desgarrado entre su educación inglesa y sus raíces pakistaníes, será captado por un grupo integrista musulmán, pero también se fascinará con Deedee Osgood, una carismática y desinhibida profesora que les ilustra sobre Toni Morrison y Alice Walker pero también sobre Prince, el ídolo de Shahid. Y, atrapado entre un deleitoso liberalismo ilustrado y un fundamentalismo exaltante, tendrá que encontrar su propio camino en la vida y en el laberinto de las ideologías y los goces de la contemporaneidad. «Los diálogos estallan de ironía, furia e inteligencia, y hay un notable vigor y generosidad en la construcción de los personajes, aun en los más desagradables. Es también una espléndida novela de ideas» (Jonathan Coe).

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