viernes, 15 de noviembre de 2013

Los que vivimos, Ayn Rand

La literatura política no suele ser del agrado del gran público, sus implicaciones  afirmaciones, reflexiones,  la propia estructura narrativa, hace que la atención y conocimientos del lector deban ser importantes, por ello, es una literatura que suele ceñirse a amantes específicos del género, o como yo, a lectores que disfrutan con los pensamientos del escritor, sus vivencias literarias y la construcción personal que hace de un mundo que conocemos referenciado.
La historia intenta ser objetiva en la descripción de lo acontecido, intenta trasmitir la realidad como se supone que ha sido, ya sabéis que yo no siempre comparto esta visión tan optimista de esa disciplina humanística, soy más bien escéptico, por eso me quedo siempre con la literatura, que me aporta una visión rica, imaginativa de la experiencia. Esta visión tan personal ya sé que no es compartida por muchos historiadores y lectores, pero es un convencimiento íntimo y una actitud vital. 
Un período que me interesa especialmente, es el que intenta explicar la revolución soviética y sus consecuencias políticas como hecho trascendente. Me importa la visión vivencial, la imagen que el escritor proyecta sobre el lector de lo que pudo ser esta experiencia histórica. La primera gran guerra la tendríamos en la monumental Guerra y Paz de Tolstoi. Sobre la guerra civil el advenimiento del comunismo y su desarrollo posterior me gustó doctor Zhivago de Boris Pasternak; después encuadraría nuestra novela, que se adentra en los primeros años del comunismo y de la subida de las élites del partido sustituyendo una oligarquía aristocrática por otra de cuadros. Sobre la guerra mundial la extraordinaria Vida y Destino, de Vasili Grossman, en cuyas páginas podemos encontrar todo el horror y la dimensión exacta de la tragedia humana. Sobre las purgas, ya sabéis que me gusta aunque es de un húngaro, El cero y el infinito. Sobre la represión y los campos de concentración, la inolvidable Archipiélago Gulag, de Aleksandr Solzhenitsyn. Si queréis leer algo sobre el nuevo realismo soviético, mi recomendación es clara: El Don apacible de Mijail Shólojov.
La literatura rusa me fascina. Su capacidad vivencial, su capacidad para representar la realidad literaria  y por extensión, histórica, es notable y casi única en el panorama mundial. La literatura rusa trabaja la introspección, la psicología, el hecho narrativo puro, el desarrollo magistral de la trama con una claridad, elegancia de estilo y capacidad técnica sobresalientes. Solo nos tenemos que fijar en autores como Chéjov, Tolstoi, Gogol, Gorki, Bulgákov, Dostoyevski, Leskov, Turguénev, para darnos cuenta de la dimensión de su literatura.
La obra que os presento trata un periodo histórico que coincide con los años posteriores a la guerra civil, es decir, los años 20 del siglo XX, recién estrenada la revolución. Nos describe, de una manera cercana, directa, vívida, la Rusia trasformada por el comunismo en la que se van sucediendo las purgas, la censura, y la sustitución paulatina del yo por el nosotros. Y aquí está el tema que me obsesiona, lo que diferencia al librepensador del ente totalitario: el yo como entidad única, como principio nucleador de lo social, como núcleo de la existencia frente al poder sin escrúpulos del Estado que intenta la uniformización, el desdibujameinto y la obediencia sin reflexión, sin reivindicación. El yo, el superhombre frente al superestado. La literatura es prolija en el análisis de lo que os estoy contando, de los ejemplos que podemos encontrar os recomiendo, ambas en el blog, El cero y el infinito, del húngaro Arthur Koestler, vid supra, retrato dramático del sometimiento del individuo por los designios de la burocracia estatal; y 1984, de George Orwell, que, en el mismo sentido, trabaja sobre la idea de un Estado sin individuos, que ejerce, por lo tanto, un control absoluto sobre el alma, la vida, la historia y el devenir.
La autora disecciona con precisión la imposición del pensamiento totalitario y va presentando la sustitución paulatina de los cuadros dirigentes por los nuevos y emergentes funcionarios soviéticos que, en su afán de control, van deshaciéndose de los elementos burgueses indeseables, así como de los héroes de la guerra civil, p.e. Troski. Este pensamiento totalizador, controlador, manipulador de la existencia, va imponiéndose en una sociedad liquidada que contrasta entre la sustitución de las élites, de la que os he hablado, por su desprecio del individualismo, con ese individualismo hipócrita de los que controlan el poder. El individuo es sacrificado por el todo, por la idea impuesta por el partido y ejecutada por sus funcionarios. En este ambiente la resistencia al totalitarismo es difícil, por eso la novela es una tragedia en el sentido griego, y sólo enfrentándose al destino se puede salir de una situación de esclavitud moral. La catarsis es la muerte, es, por ello, el único camino para liberarse del hedor del control, de la anulación de ese yo despreciado por los nuevos cuadros. 
El personaje principal, Kira, es una mujer iluminada, valiente, decidida a luchar con todas las fuerzas de su ser, por no se fagocitada por las fauces descontroladas del partido. La autora, inteligentemente, presenta a Kira en  la disyuntiva de elegir, de amar y ser, y por eso no es baladí que sus amantes sean los máximos representantes de las dos facciones enfrentadas en la guerra civil: el combatiente, héroe de la revolución, perteneciente al ejército rojo, hombre íntegro, auténtico en el sentido más etimológico de la palabra; y, por otra parte, Leo, máximo representante de la burguesía erradicada, hijo de los blancos. Esta dialéctica que establece desde el amor,  en ocasiones melodramático, hace que el lector pueda entender la lucha personal de la protagonista, así como su decisión final.
La autora establece cuatro grandes grupos de personas, que van siendo sustituidos por los siguientes conforme avanza la revolución y se asienta el poder del partido comunista: la aristocracia y antigua burguesía, perseguidos, paulatinamente erradicados y, en muchos casos, reeducados , como la madre de Kira; sus hijos, entregados de lleno a la revolución como fin para, no como fin en sí; los proletarios del partido comunista, que van configurando, al menos al principio, el pedriguí de clase, y los comunistas depravados que provienen de cualquier clase, corrompidos por el poder y el dinero, inmorales y despreciables.
Es un canto absoluto a la libertad personal y de elección, a la vida como bien inalienable. Os dejo algunos fragmentos para que lo veáis:
Tienen ustedes derecho a matar, como lo tienen todos los combatientes. Pero nadie, antes que vosotros, ha pensado en negar la vida a los que todavía viven
Aquí observamos el canto desesperado a la vida como fin en sí mismo, como  elemento fundacional de  la dignidad.Este vitalismo objetivo, esta reivindicación del vivo frente al muerto, del ciudadano frente al tirano, es una contaste de nuestro libro.
En otro tiempo les dominaba la fe, luego les dominó el miedo, ahora les domina el hambre. Los hombres han llevado cadenas en el cuello, en las muñecas, en los tobillos. Pero ahora están encadenados por la barriga. Lo que sucede es que por la barriga no se coge  a los héroes. La culpa es nuestra.
En esta novela se exploran todas las vertientes del hambre como símbolo de la opresión: hambre moral, hambre física, hambre de amor. El hambre llevó a una verdadera epidemia de muertes en los primeros años de la revolución rusa; las desigualdades de trato, la asimetría, el control, llevaron a Rusia a una situación límite. El hambre doblega el ánimo y el espíritu, pero no de los héroes, que son sabedores de su destino.
No hay decisión de Partido que pueda matar en un hombre aquello que es capaz de decir yo.
Porque el yo es lo que contrasta con el estado, con lo totalitario, con lo planificado.el hombre es libre para elegir su destino, su vida y su muerte, por ello varios personajes optarán por la muerte como grito supremo de la reivindicación de lo individual.
Es una gran novela, yo he disfrutado mucho leyéndola. La podemos encontrar en la editorial Grito Sagrado. Aquí tenemos la sinopsis:
Formato: 17.5 x 13.5cm

ISBN: 978-987-1239-50-4
Idioma: Español
Páginas: 544
Precio: USS 20
Es el grito de quien comprendió la desigual lucha entre el idealismo destructivo de los fanáticos comunistas y la vulnerabilidad de quienes resultaron sus víctimas. En su trama hay amor, traiciones y atropellos, terribles infamias que ponen al descubierto la naturaleza bárbara del totalitarismo comunista. Verdugos y víctimas son presas del horror y la irracionalidad del régimen, régimen que todo lo decide, hasta la vida y la muerte de los otros. Carlos Alberto Montaner. Solo Ayn Rand con su exquisita sensibilidad femenina, pudo describir en esta obra multifacética la maldad de las dictaduras. Este libro no es un alegato contra la dictadura comunista sino contra todas las tiranías. Manfred Schieder. La heroína en esta historia evidencia lo mas cercano a la autobiografía de la autora, es así que Kira, su protagonista y la novela se elevan a una gran categoría de la literatura y del pensamiento universal. José Ignacio García Hamilton

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