COSITAS

12 mayo 2025

Tres enigmas para la organización, Eduardo Mendoza

La sátira, en ocasiones, debe recurrir al absurdo para, desde lo cotidiano conocido, elaborar una trama que ponga en el punto de mira precisamente ese aspecto, lo normal. La literatura satírica se caracteriza por su agudo sentido del humor, el uso de la ironía y la exageración para denunciar vicios y defectos sociales, políticos o humanos. Se vale de la burla y la parodia para abrir un espacio de reflexión crítica sobre la realidad, invitando al lector a cuestionar las normas establecidas. Esta tradición satírica sigue vigente, siendo un recurso valioso para expresar críticas de forma inteligente y entretenida, y manteniendo su relevancia en el diálogo cultural contemporáneo.

Eduardo Mendoza es un maestro de este tipo literario, de esta literatura de especialidad, por decirlo de algún modo. Usa el surrealismo de las situaciones para montar una historia que, como es de esperar, tiene una solución sencilla. Lo real puede aparentar ser irreconocible; esa técnica fomenta la lectura agradable. Desde luego que no es el libro que más me ha gustado, hay otros del autor, muchísimo más divertidos, pero los incondicionales pasamos un rato agradable. Sin embargo, echo de menos al detective manicomial y paródico que protagoniza El misterio de la cripta embrujada.

El tono satírico y absurdo, pues, lo sustenta con un humor surrealista que altera la realidad para reconfigurarla como un esperpento ridículo. La Organización es una caricatura cruel, una suerte de TIA de Ibáñez, de los servicios de inteligencia y los personajes, personas ridículas que se acercan al gran Mortadelo y Filemón. Todo ello en el tono que Mendoza ha impuesto a alguna de sus obras, aunque, tal vez, en esta ocasión, falta ese punto que diferencia la trama divertida de la repetición monótona. Sin embargo, encontrar en español un autor con esta capacidad de humor, es difícil.

 

Ayer tarde, cuando iba conduciendo el taxi por la avenida de Roma, camino a la estación de Sants, ¿con quién cree usted que me crucé?

El jefe ponderó un instante el acertijo.

—¡Con un gato negro! —dijo finalmente.

—¡No, hombre! —dijo el taxista dejando escapar una risita burlona—

En una calle de Barcelona un gato no dura treinta segundos. Me crucé…, ponga atención…, con una furgoneta de reparto de Conservas Fernández. De inmediato di un golpe de volante y, no sin riesgo, me puse a seguir a la furgo, a pesar de las protestas de los pasajeros, que se negaban a perder el tren, incluso habiéndoles dicho que yo trabajaba para una agencia secreta en un caso de secuestro. En este ten con ten y por culpa de un semáforo, perdí de vista la furgo. ¿Qué le parece?

 

Le reconozco la guasa, la presentación de lo obvio cambiándole el tono con socarronería. Sí, es buen humor.

 

Además, los fantasmas no existen. Y si existieran, serían unos pobres desgraciados. Cuando murió mi marido, su espíritu se estuvo manifestando no sé cuánto tiempo: se movían las mesas, oscilaban las lámparas, se oían ruidos de ultratumba. Yo decía: Gustavito, ¿estás ahí? Al final descubrí que eran las obras del metro. Vino la crisis, se pararon las obras y no he vuelto a saber más de mi pobre Gustavito. A la habitación sólo quiero echarle una ojeada. Puro morbo.


La encontramos en Seix Barral.

 

Publicación 24 ene 2024

Colección Biblioteca Breve

Presentación Rústica con solapas

Formato 13.3 x 23 cm

Editorial Seix Barral

ISBN 978-84-322-4282-3

Páginas 408

Código 0010337455

Tinta texto interior Blanco y negro

Barcelona, primavera de 2022. Los miembros de una organización gubernamental secreta se enfrentan a la peligrosísima investigación de tres casos que tal vez estén relacionados entre sí, o tal vez no: la aparición de un cuerpo sin vida en un hotel de Las Ramblas, la desaparición de un millonario británico en su yate y las singulares finanzas de Conservas Fernández.

Creada en pleno franquismo y perdida en el limbo de la burocracia institucional del sistema democrático, la Organización sobrevive con apuros económicos y en los límites de la ley, con una reducida plantilla de personajes heterogéneos, extravagantes y mal avenidos. Entre el suspense y la carcajada, el lector deberá unirse a este disparatado grupo si quiere resolver los tres enigmas de este apasionante rompecabezas.

Eduardo Mendoza entrega su mejor y más divertida aventura hasta la fecha. Y lo hace con nueve agentes secretos en una novela de detectives que actualiza los clásicos del género, y en la que el lector encontrará la inconfundible voz narrativa, el brillante sentido del humor, la sátira social y la comedia de enredo que caracterizan a uno de los mejores autores de la lengua española.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Debido a algún comentario improcedente que no respeta ni al autor del blog ni a los participantes del mismo, me veo obligado a moderar los comentarios. Disculpa las molestias.