martes, 27 de diciembre de 2016

Bendición de la tierra. Markens Grøde Knut Hamsun

Uno de los métodos que utilizo para encontrar nuevos libros para leer, es fijarme en los comentarios de los personaje en las novelas, no me importa mucho si es el narrador o el narratario quien hace las referencias, me importa el contenido de las mismas. Bukowski refiere su admiración por Fante y Hamsun, este último me ha costado un poco de rastrear, querría haber le´çido hambre, pero me has ido complicado, así que he elegido esta novela que me pareció curiosa. Elegir libros es un arte, ahora voy algo loco leyendo las reseñas de los críticos que van anunciando, cual heraldos, los mejores libros del 2016, es un buen punto de partida si no te dejas llevar por los gustos, sospechosamente parciales, que asocian tal o cual escritor a cual u otra editorial pero prescindiendo de estos problemas menores que intento obviar, me suelen resultar muy cómodas. Tomo las coincidencias y los libros que tienen, aparentemente, algo peculiar: estilo, forma, autoría, publicación.

El libro que hoy os traigo se inserta en la naturaleza, así, a lo bruto, como las obras clave de la literatura hispanoamericana. Literatura salvaje, de dominación del hombre sometido a una naturaleza dura, pero hermosa, principio y fin de la realidad. La escritura intenta ser sobria, sencilla e impactante, como son los personajes, sobrios, silenciosos, trabajadores y respetuosos con el entorno que, aunque hostil, les va a dar todo lo que necesitan para llevar una vida venturosa, eso sí, si se lo ganan.


Eran sobrios, vivían en la edad de la cuchara de madera, y les iba bien. «Vamos a dormir», pensaba. Y en efecto, dormían. Con los primeros destellos del alba se levantaban. No es que les faltaran penas que ahuyentar; el gozo y la pena alternaban, sí; porque así es la vida.

Isak e Inger aparecen a nuestros ojos con esa distancia panorámica que va retratándolos con firmeza, ese hombre primero, perfecto, el coloso que está destinado a trasformar la naturaleza desde el trabajo, y ella, deforme pero hermosa, compañera perfecta en la distancia de la soledad, en el desierto que debe ir construyéndose. Luego vienen los hijos, las pasiones, las vicisitudes humanas, pero siempre en el marco sin igual de los bosques conquistados, de la trasformación de la industria que pasará, pero que dejará siempre los pilares sólidos del contacto con la naturaleza.

Isak prosigue la carrera hasta llegar a un charco del pantano y se detiene. La lagunilla es negra y profunda; su superficie, de un tono azul, se mantiene inmóvil. Isak conocía su utilidad: pues apenas en su vida se había servido de otro espejo que de un charco así. ¡Miradle! Con su camisa roja está guapo y atildadamente vestido. Ahora saca unas tijeras, y se recorta la barba. ¿Pretendía hoy el petulante coloso embellecerse y desprenderse de su vieja barba de cinco años? No se cansa de cortar y cortar, ni de mirarse en el espejo del agua. ¿Qué inconveniente podía haber en que hiciera esto en su casa? ¿Le avergonzaba la presencia de Oline? Ya era mucho haberse presentado ante ella con la camisa roja. Tijeretazo va, tijeretazo viene; una buena porción de barba flota sobre el agua inmóvil. Como el caballo se impacienta, Isak da por terminada su tarea. Sí, señor. Se siente mucho más joven. Y, ¡qué diantre!, si sus ojos no le engañaban, ¡hasta más esbelto!

Y ella nos sirve para introducir el tema del aborto, de la dificultad de mantener la prole, de la regulación natural y salvaje; sin matrimonio, amancebados, vivir y morir es parte del todo, y los niños, los niños no son siempre bienvenidos. Hay una interesante reflexión desde el primer asesinato de un recién nacido, hasta el juicio, parte importante a mi juicio, que intenta delimitar un derecho femenino determinado por la voluntad y la libre disposición del cuerpo.


—No, la ley ya no es en este punto tan inhumana como antes —decía Barbro—. Y, además, no siempre se descubre. En Bergen, una de las camareras de un hotel había cometido dos veces infanticidio; era de Cristianía, y llevaba un sombrero con plumas; por último, la tuvieron tres meses en una cárcel, pero de lo del primer hijo no se supo nunca nada —contaba Barbro...

Mataban a sus hijos aun antes de nacer; había médicos especializados en eso. Algunos matrimonios no querían tener más que un hijo; todo lo más dos. Y por eso el doctor mataba los hijos en las entrañas de la madre. Podía creerla: allá en el gran mundo no se tomaba el asunto tan en serio...

Pero, ¿no existiría entre todas las leyes humanas una siquiera favorable a la madre desventurada? Prueben de imaginarse ustedes una sola vez lo que ha pasado por ella de cabo a cabo del embarazo, los tormentos que ha sufrido para disimular su estado, y el no hallar ninguna solución ni para sí misma ni para su hijo. No hay, sencillamente, nadie capaz de imaginárselo. La madre no desea ni para sí misma ni para aquella criatura de sus entrañas algo tan malo como resultaría el vivir; la ignominia se le hace insoportable y madura en ella el plan de matar a su hijo.

Libro muy interesante, que podemos encontrar en 

Nº de páginas: 464 págs.
Encuadernación: Tapa blanda
Editorial: BRUGUERA
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788402420299

Ésta es la historia de un hombre de buena voluntad que entra en posesión de un trozo de tierra sin cultivar e inicia una dura lucha contra la hostilidad del suelo y la naturaleza. Sin embargo, el autor no se centra empecinadamente en este motivo, susceptible de convertirse en retórica facilona, sino que lo que le importa es contar, poéticamente, una historia común y conmovedora. El protagonista se casa con una mujer sencilla y valiente como él. La fortuna parece protegerlos y, a pesar de los obstáculos y las dificultades, todo va bien.

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