martes, 26 de enero de 2016

Un relato policíaco, A nyomkereső: Két regény. Detektívtörténet, Imre Kertesz

Resultado de imagen de un relato policiaco imreLa literatura nunca es fútil o trivial, al menos la literatura que pretende algo. ¿Toda la literatura pretende algo? La literatura sí, el entretenimiento, no lo sé. La literatura adopta el género que más le conviene para reescribir la realidad que se agolpa a nuestro alrededor, para domarla y lanzárnosla con toda la fuerza de la palabra. Por eso hay literatura policíaca, de aventuras, política, filosófica, y muchas más, pero lo que las caracteriza es la marca de ser, de buscar más allá del puro convencionalismo genérico y trascender al lector como vehículo de revisión, de reflexión o de contemplación.

La elección de la novela policíaca es un artificio como elegir, en otras novelas, el relato breve, el cuento o la intriga política, no nos quedemos en lo formal. El protagonista sí es un policía, bueno, para ser más exactos es un policía de la represión comunista, del totalitarismo que controla a la colectividad y anula al individuo como peligro permanente de control. Pero claro, el autor utiliza un doble artificio: el del género, útil para enmascarar la intención, y el del argumento, cambiando a personajes húngaros por personajes sudamericanos propios de cualquier dictadura bananera. Y el artificio funciona, salva la trama y crea la historia. 

Enrique lo bosquejó en su diario. Además, hablé con él personalmente sobre el asunto. Y Estela complementó los datos que faltaban. Estela, o simplemente Jill.

Parte de la detención y depuración de un policía político, de un torturador. Parte del relato de un abogado y parte del diario de un encausado inocente, de un soñador que pretende cambiar el rumbo de lo político: culpable por lo tanto por pensar, por ser libre y por creer en la utopía de la democracia. El fin es justo, la muerte y la tortura son partes del camino del individuo si se rebela contra la colectividad uniformizadora. 

El manuscrito que hago público a continuación me fue confiado por mi defendido, Antonio Rojas Martens.

No es la primera vez que os traigo algún libro que hable del totalitarismo, del control absoluto sobre el individuo y su anulación, sobre la criminalización del pensamiento político, sobre lo mal que el ser humano lleva la dialéctica entre contrarios. La tendencia al control de la masa entendida como un todo desdibujado, en realidad como un todo perfectamente trazado, contraponiéndola a los intereses egoístas del individuo, es una constrante en la política universal, y la literatura, claro, no ha dejado de meter el dedo donde duele, en clamar afónica contra los totalitarismos. A mí me preocupa mucho el totalitarismo unidireccional de la palabra, el control de los medios y la uniformización del pensamiento, la manipulación de la historia y la reescritura de lo acontecido. Os recomiendo que os acerquéis a algunos de estos títulos:


creía que aquí estábamos al servicio de la ley.-Del poder, muchacho...
-Primero el poder y luego la ley -respondió...

Pero como es literatura también tiene pensamientos muy interesantes que le ayudan a construir una historia con una trama fuerte, bien estructurada y atractiva desde un punto de vista literario. No olvidemos que lo policíaco no es más que un paso, un ardid de la ilusión para la verdadera novela.

Claro que la vida también es una forma de suicidio: su desventaja es que dura tanto...
¿sabes al menos que te mintieron en la escuela, que no existe ni el más allá ni la resurrecciuón? ¿Sabes que sólo nos pertenece esta única vida y que, si la perdemos, nos perdemos también nosotros?¿Lo sabes?...
El término medio es una enfermedad...

La podemos encontrar en Acantilado, y aquí os dejo datos de vuestro interés.


Colección:Narrativa del Acantilado, 111
Temática Novela
Traducción: Adan Kovacsics
ISBN:978-84-96489-85-1
Encuadernación: Rústica cosida
Formato: 13 x 21 cm
Páginas: 108
Precio: 12.00 €Un

Un miembro de la policía secreta de un país latinoamericano sin precisar relata, poco antes de ser ejecutado, su experiencia en el Cuerpo. Vuelven a surgir de este modo las preguntas que Imre Kertész siempre nos formula: ¿Cómo se implica el ser humano en la maquinaria de una dictadura? ¿Cómo llega a participar en ella? En este caso, Kertész lo narra desde la perspectiva no de la víctima, sino del verdugo. Con extrema economía, con frialdad, explica la caída de un hombre en la indiferencia moral y en el empobrecimiento definitivo del alma y da así con una de las claves para entender nuestra época.

"Un relato policíaco es una introspección lúcida de la mente del verdugo convertido en víctima."
Cecilia Dreymüller, El País

"Nada de cuanto ha escrito desde que escapó del holocausto hasta recoger el Nobel tolera el calificativo de «leve»."
Robert Saladrigas, La Vanguardia

"Las reflexiones y la trama de Un relato policíaco tienen una vigencia absoluta."
Victoriano S. Álamo, Canarias 7

"Pasajes de semejante intensidad sitúan este relato contenido, humilde y efectivo entre lo mejor de la obra del Nobel húngaro."
Pablo Martínez Zarracina, El Correo

"Un relato policíaco responde a un corte esquemático casi insuperable."
Santiago Aizarna, El Diario Vasco

“La fría precisión del lenguaje, el tono distanciado, el relato corto, seco, en el que casi nada es expuesto directamente, multiplican el efecto perturbador de esta fábula medulosa (se recomienda una segunda lectura), en la cual, más allá de mecanismos de poder, conductas individuales o circunstancias históricas, lo que se pone bajo la lupa es la propia naturaleza humana”.
Fernando López, La Nación (Argentina)

“Un relato estremecedor. El giro inesperado de la trama potencia la fuerza dramática de este excepcional relato policíaco”.
Victoria Gómez, Va y ven (Uruguay)

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