viernes, 11 de diciembre de 2015

Personas como yo, In One Person, John Irving

Portada de Personas como yoSiempre he tenido una especial predilección por John Irving. De hecho casi empecé este blog con la reseña de La última noche en Twisted river. Hay algo de magnetismo en este autor clásico que elabora las historias al estilo decimonónico, recreando una cronología histórica que hace conocer la evolución fundamental del personaje en su configuración actual y conocida. John Irving ha trabajado en novelas extraordinarias, novelas que me han hecho disfrutar de una lectura sosegada y de una recreación de ambientes desconocidos fundamentales en mi construcción como lector: Una mujer difícil, El mundo según Garp, Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra, La cuarta mano, Hasta que te encuentre.

No conozco a ningún autor que haya escrito, he calculado por encima unas 8000 páginas y que no decaiga en alguna ocasión. Con esto quiero decir que el que esta obra me haya aburrido y que me haya resultado tópica no significa que no sea una obra interesante, que no trate los temas con una sensibilidad especial o que no tenga aspectos literarios. Vayamos por partes. Destacaría su capacidad para configurar personajes, su capacidad para crear períodos de intensidad narrativa, la configuración misma de la historia, la adecuación histórica, como hechos notables. En el apartado negativo señalaría la reiteración, el juego con lo melodramático como recurso para enganchar al lector, la excesiva extensión o la incapacidad para crear un ritmo narrativo-lector interesante.
La bisexualidad, el amor multidireccional, la homosexualidad, el SIDA, la dificultad para integrarse en un mundo de convenciones heterosexuales van construyendo las tramas para configurar a Billy y a su entorno, con toda la complejidad habitual en los constructos argumentales de  nuestro autor. Esta vez, como he comentado, entiendo que la trama se hace demasiado obvia, predecible, algo lenta en el sentido de reiterativa. Tópicos sobre la homosexualidad, y algo de inocencia candorosa en el trato del trasgénero. Creo que pierde la oportunidad de reflexionar sobre la construcción del género como paradigma occidental y cultural de identidad sexual; el trasgénero como una oportunidad única de explicar las contradicciones cuerpo-sentido, de indagar en el extraordinario viaje al centro mismo del deseo y de la identidad. 
El despertar de la sexualidad y la aceptación del pene, el ano, todo muy freudiano.

Dado lo que ahora sé, dudo sinceramente de que mi encaprichamiento con Richard Abbott tuviera cura, por mucho que los individuos como el doctor Harlow y el doctor Grau —las autoridades más a mano en ciencias médicas por aquel entonces— creyeran a pie juntillas que mi encaprichamiento con Richard Abbott se hallaba en la categoría de afección tratable.(...)
No obstante, al enamorarme de la señorita Frost había comprobado, sin lugar a dudas, que mi pene tenía ideas propias y que éstas parecían por completo independientes de mi pensamiento. Y si los penes podían tener ideas propias, tampoco era tan difícil (para un niño de trece años) imaginar que los pechos también pudieran pensar por sí mismos.(...)
supe con total certeza que deseaba follarme a otros chicos y hombres, incesantemente, pero siempre con mi pene metido en sus culos; nunca deseé que el pene de otro chico u hombre me penetrara. (En la boca, sí; en el culo, no.) Incluso cuando deseaba a Kittredge, sabía eso de mí mismo: quería follármelo, y tener su pene en mi boca, pero no quería que él me follara a mí. 

Pero he dicho  que era bisexual,

—Sí, sí, sí me gustan las chicas —respondí.(...)

—Sí, sí tienes —afirmé. Algo tenía allí, y admito que deseaba tocarle los pechos. (Confieso que deseaba tocar toda clase de pechos, en especial los pequeños.(...)
Fue así como ocurrió. La noche de la muerte de nuestro presidente conocí el sexo vaginal: me gustó muchísimo. Creo que fue durante la escena de locura de Lucia cuando Esmeralda alcanzó su orgasmo, muy estridente; para ser sincero con ustedes, nunca sabré si aquel mi bemol agudo fue de Joan Suthedand o de Esmeralda. Esta vez sus muslos no protegían mis orejas; pese a vibrarme los oídos, llegué a oír los ladridos del perro de la casera.


La explicación de la trasformación de género en la apariencia y asunción del rol socialmente establecido para la mujer,


—¿Sabes cuál es la diferencia entre un transformista aficionado y alguien como yo? —preguntó Donna.
Yo conocía la respuesta: era su respuesta de siempre.
—Sí, la sé: para ti, cambiar tu cuerpo es un compromiso.

Pero también ronda otros temas, la amistad, las relaciones con las mujeres, la fidelidad, la solidaridad, el arte.
 También teníamos edad suficiente, cuando nos embarcamos en esa aventura, para saber que los amigos eran más importantes que los amantes, sobre todo porque en general las amistades duraban más que las relaciones. (...)
Aquello que no adoran en ti, aquello que ni siquiera les gusta..., en fin, ¿adivinas qué hacen las mujeres con eso?Creen que pueden cambiar esos detalles, eso hacen las mujeres. Creen que pueden cambiarte —dijo mi padre.

El libro lo podemos encontrar en Tusquets, y aquí os dejo datos de vuestro interés.
NARRATIVA (F). Novela
Marzo 2013
ISBN: 978-84-8383-460-2
472 pág.
21,63 € (IVA no incluido)

En el pequeño teatro de aficionados de la localidad de First Sister, y también en el Club de Teatro del colegio, al adolescente Billy Dean suelen caerle en suerte papeles complejos y ambiguos, pero sin duda nunca serán tan valientes y comprometidos como los que tendrá que interpretar en ese otro gran teatro que es la vida. Lo cierto es que, a sus trece años, su existencia da un vuelco tras conocer al atractivo Richard Abbott, su futuro padrastro y figura clave en su educación sentimental. Richard también le presentará a la señorita Frost, la maravillosa bibliotecaria del pueblo, quien guía sus primeras lecturas antes de acabar convirtiéndose en fiel cómplice. A medida que avanzan los cursos escolares, y mientras se forja como escritor, Billy se embarca en la búsqueda de su identidad sexual al tiempo que vive cada vez de manera más apremiante la necesidad de conocer a su verdadero padre, ese eterno ausente del que nadie habla. Tardará toda una vida en dar con él, y será en Madrid. 

2 comentarios:

  1. Pues a mi me pasa lo mismo; tengo algo "especial" con este autor. Uno intenta leer de lo mejor contemporáneo norteamericano (Delillo, Ford, McCarthy, Pynchon, Volmann...), las críticas colocan a Irving un poco por debajo, pero una y otra vez (en cada novela suya) uno encuentra muy buena literatura, muy buenas sensaciones. Precisamente estoy terminando "Hasta que te encuentre" y me tiene encantado (y perturbado; es un autor que perturba); me falta "La última noche en Twisted River" y ésta....y acaba de editar otra en EEUU.
    Seguiré con él, es algo personal.

    Enhorabuena por el blog

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  2. Ya tengo la última, a ver qué nos cuenta. Gracias por tus comentarios, tan amables, un saludo cordial.

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