viernes, 11 de diciembre de 2015

Escritos de un viejo indecente, Notes of a Dirty Old Man, Charles Bukowski

CM  84Hoy os traigo un género nuevo, que uso mucho, pero que sistematizo poco. El artículo literario. Vaya, me diréis, si jamás has hecho una entrada en este blog sobre literatura periodística, cierto, sin embargo leo casi todos los días algún artículo, bueno no quiero ser pretencioso ni darles la importancia que no tienen y que se arrogan los escritores, columnas, más bien, donde se nos ofrecen todo tipo de ideas, más o menos inteligentes, sobre la condición humana, la política, la economía o la ciencia. Pero claro, leerme un libro entero de columnitas, uf!, se me hace muy, pero que muy pesado. 

Pero llego de nuevo a Bukowski. Hay autores que me devuelven a la vida con ese golpe necesario en las pelotas que me hace sentirme vivo. Ya lo sé, es cierto, cuando lees una literatura como la de nuestro autor acabas aburriéndote, sí, los temas se repiten, las historias se parecen y el personaje se convierte en una caricatura de sí mismo. Sin embargo este libro me ha sorprendido. Aquí encontramos al escritor profesional que escribe en una revista underground sobre diferentes aspectos de su vida y de la vida: encontramos el alcohol, claro, el sexo Bukowski, la ironía en su sentido más retórico y más filosófico simultáneamente, escenas de la vida cotidiana, matrimonios, relaciones, cuernos, amistades, literatura, bares, es decir, un conjunto muy interesante que bajo el título de Escritos de un viejo indecente, nos presentan a un autor notable, sorprendente, claro, y tan auténtico como siempre, es decir, auténtico en cuanto verosímil, sucio en cuanto a contenido y literario en cuanto a la forma. Todo un reto, vaya.
Veamos los diferentes temas. Las apuestas, joder cómo le gustan a este tío las apuestas de caballos o de beisbol, el submundo esotérico, las amenazas, la inmensa tristeza de los jugadores que desfilan en una sucesión de angustia vital dentro de la metáfora de la rueda de la fortuna (sinceramente dudo que Bukowski suscriba una sola palabra de lo que cuento)

estábamos sentados en la oficina después de otro de aquellos partidos de siete a uno, (...)

los apostadores veteranos no se desvanecen sin más. mueren, dura y finalmente, en Quinta Este o vendiendo periódicos enfrente con gorra de marino, fingiendo que es todo una broma, la mente partida en dos, las tripas colgando, pijo sin dulce coño, creo que fue uno de los discípulos preferidos de Freud, que se ha convertido ahora en un filósofo de cierto renombre (mi ex esposa solía leerlo) quien dijo que el juego era una forma de masturbación. qué bonito ser un chico listo y decir cosas. casi todas las frases contienen una verdad secundaria. si yo fuese un chico inteligente y perspicaz, diría por ejemplo: «arreglarse las uñas de los dedos con una lima sucia es una forma de masturbación». y probablemente me diesen una beca, una ayuda, la espada del rey en el hombro y catorce culitos calientes. sólo diré esto, que procede de un pasado de fábricas, bancos de parque, trabajos de mierda, malas mujeres, mal período de Vida: la razón de que el individuo medio siga en el tajo es que están atornillados por el cierre del cerrojo, la cara chiflada del capataz, la mano del casero, el sexo muerto de la amante. impuestos, cáncer, melancolía; ropas que se desmoronan la tercera vez que te la pones, agua que sabe a orina, médicos que tienen consultorios indecentes con trabajo en cadena, hospitales sin corazón, políticos con cráneos llenos de pus... podemos seguir y seguir y sólo conseguiríamos que nos tachasen de amargados y de dementes, pero el mundo nos convierte a todos en locos (y locas) y hasta los santos están dementes. nada se salva. en fin, a la mierda. según mis cifras, sólo he tenido dos mil quinientos coños, pero he visto doce mil quinientas carreras de caballos, y si he de dar a alguien un consejo, doy éste: dedícate a pintar acuarelas.
 
Las sordidez de un cuarto oscuro, sus coqueteos homosexuales, pero de esa forma tan heterosexual que tiene de describir las cosas, esa ironía única, ese cinismo a prueba de literaturas.

yo había estado viendo que la gente se metía detrás de la gran cortina. algunos salían a los diez o veinte minutos. otros no salían nunca. el asunto aquel llevaba rodando cuarenta y ocho horas. terminé la segunda cerveza, me levanté, corrí la cortina, me metí allí. estaba muy oscuro dentro pero olía a yerba. y a culo. me quedé quieto hasta que mis ojos se acostumbraron a la oscuridad. había sobre todo tíos. lamiendo culos, exprimiendo. chupando. no era para mí. soy un carca. aquello era como el gimnasio de hombres
después de que todos han pasado por las paralelas. el ácido olor a semen. sentí náuseas. un negro de color claro se acercó a mí.
—oye tú eres Charles Bukowski, ¿verdad?
—sí —dije.
—¡vaya! ¡la mayor emoción de mi vida! ¡leí CRUCIFIX IN A DEADHAND! ¡te considero el más grande desde Verlaine!
—¿Verlaine?
—¡Sí, Verlaine!
estiró el brazo y me echó mano a los huevos. le aparté la mano.
—¿qué pasa? —preguntó.
—en este momento no, pequeño, busco a una amiga.
—oh, perdón...
se alejó. seguí mirando por allí y me disponía ya a irme cuando vi una mujer medio apoyada en un rincón lejano. tenía las piernas abiertas pero parecía bastante mareada. me acerqué y le eché un vistazo. me bajé los pantalones y los calzoncillos. tenía buena pinta. metí el chisme. metí lo que tenía.
—oooh —dijo ella—. ¡qué bueno! ¡la tienes tan curvada! ¡como un garfio!
—un accidente que tuve de niño. con un triciclo.
—oooh...
cuando ya se ponía bien el asunto algo me EMBISTIÓ entre las nalgas. vi ante mis ojos relampagueos de luces.
—¡eh, qué DEMONIOS!
me saqué aquello. allí me vi de pie con la chorra de aquel tío en la mano.
—¿qué coño pretendes, amigo? —le pregunté.
—oye —dijo él—, esto es como un juego de cartas, si quieres entrar en el juego, tienes que aceptar las cartas que salgan.
 
Lo cotidiano es lo que constituye la verdadera literatura, lo que la alimenta, con sus anécdotas, los espacios de la escritura. No os dejéis engañar por la sordidez, el pesimismo o la angustia, es un grandísimo escritor que reflexiona sobre la vida y sobre el dolor de una manera sobresaliente.
 tantos viajes, tantas páginas de Kerouac, tanta cárcel, para morir solo bajo una gélida luna mexicana, solo, ¿comprendes? ¿ves los pequeños cactus miserables? México no es un sitio malo simplemente porque esté oprimido; México es un mal sitio simplemente, ¿ves cómo miran los animales del desierto? las ranas, cornudas y simples, esas serpientes como hendiduras de mentes humanas que reptan, se paran, esperan, mudas bajo una muda luna mexicana, reptiles, rumores de cosas, contemplando a aquel tipo allí en la arena con su camiseta blanca de manga corta. (...)
el escritor de la calle está dejando a los imbéciles chuparle la polla del alma. sólo hay un lugar para escribir, SOLO ante una máquina. el escritor que tiene que irse a la calle es un escritor que no conoce la calle. he visto suficientes fábricas, prostíbulos, cárceles, bares, oradores de parque, para cubrir cien vidas de cien hombres. ir a la calle cuando tienes un NOMBRE es elegir el camino fácil. con su AMOR, su whisky, su idolatría, su coño, mataron a Thomas y a Behan y medio asesinaron medio centenar más. CUANDO DEJAS TU MAQUINA DEJAS TU AMETRALLADORA Y LAS RATAS INVADEN. cuando Ca-mus empezó a hacer discursos en las academias, murió su fuerza de escritor. Camus no empezó como orador, sino como escritor; no fue un accidente de automóvil lo que le mató, no. 

Y siempre su visión descarnada de sí mismo, su dolor, su pesimismo, su nihilismo militante que te encoje el corazón y te hace sentir un dolor vital irremediable. La vida es una cadena interminable de sucesos y la vida corriente es dura, anodina y repetitiva, una constante universal que se sucede sin término, Hank nos despierta de nuestro sueño de humanos y nos pega una patada muy fuerte en la boca del estómago para que nos espabilemos, para que observemos y nos concienciemos de la amargura inherente de la condición humana, bueno, en realidad no es su intención, le suda la polla lo que pensemos de él, o no, pero no importa porque es mi lectura, no la tuya ni la suya, la mía.



sí, Bukowski vino a Venice a verme, toda la cara llena de cicatrices, los hombros caídos, parece acabado, apenas habla, y cuando habla dice vulgaridades, no parece que haya escrito todos esos libros de poemas, pero es que ha estado demasiado tiempo en esa oficina de correo, es muy escurridizo, le ha sorbido el espíritu, una vergüenza, pero así son las cosas, de todos modos, sigue siendo un jefe, un verdadero jefe, ¿comprendes? (...)

dejé Nueva York poco después, no volví, no volveré. las ciudades están hechas para matar a la gente, y hay ciudades afortunadas y de las otras. sobre todo de las otras. en Nueva York tienes que tener toda la suerte. yo sabía que no tenía tanta. lo siguiente que supe fue que estaba sentado en una linda habitación del este de la ciudad de Kansas oyendo al encargado zurrar a la chica porque no había conseguido venderme un poco de su culo. era real y pacífico y sano de nuevo. escuchaba los gritos sentado allí en la cama, con el vaso a mano. eché un buen trago, luego me estiré entre las sábanas limpias. el tipo estaba pasándose. oí la cabeza de ella pegando en la pared.(...)
en todas partes nos aferramos a las paredes del mundo, y en lo más profundo de la resaca, pienso en dos amigos que me aconsejaron varios métodos de suicidio. ¿qué mejor prueba de amorosa camaradería? (...)

y así me vi yo en Atlanta, peor todavía que en Nueva York, más tronado, más loco, más enfermo, más flaco; sin más oportunidades que puta de cincuenta y tres o araña en bosque en llamas. en fin, allí iba yo calle abajo y era de noche y hacía frío y a Dios le daba igual, a las mujeres les daba igual, y al imbécil del editor le daba igual. a las arañas les daba igual, no podían cantar, no conocían mi nombre, pero el frío sí y las calles lamían mi vientre helado y vacío, ja ja, las calles sabían de más, y yo andaba por ellas con mi blanca camisa californiana. y helaba y llamé a una puerta, eran más o menos las nueve, casi dos mil años después de que Cristo palmara, y la puerta se abrió y en el quicio apareció un hombre sin rostro. y yo dije, necesito una habitación, vi que tenían un cartel Se Alquila Habitación. y él dijo, no me gustas. así que no molestes. (...)
las calles no tenían muy buen aspecto, pocas veces lo tenían. la calle era una estructura planeada para ratas y hombres y tenías que vivir y que morir en ella. pero como dijo una vez un amigo mío: «nunca se te prometió nada, no firmaste ningún contrato». entré en la bodega a por el vino.
el muy hijoputa se inclinó un poco hacia adelante, esperando sus puercas monedas.

También tenemos su poesía, sus imágenes impactantes, su capacidad para literaturizar el mundo a través de la palabra, del arte, de la contemplación. La literatura como obra artística, como arte sin dudas ni condiciones. Y el mundo de la literatura, del acto creativo, de sus opiniones sobre escritores: Verlaine, Miller, Kerouak, Boccaccio, Mark Twain, Dostoievski; sobre los editores y sobre los lectores, no exentos de ese cinismo que le acompaña en cada palabra que escribe.

entra la mujer del Pájaro, nos presentan, es una mujer líquida de vestido marrón, sólo fluye fluye con ojos risueños, fluye, de veras, fluye. 
—¡UAU UAU UAU UAU! —exclamo. 
tiene tal aspecto que tengo que cogerla, abrazarla, y apoyármela en la cadera izquierda, hacerla girar, reír, nadie me toma por loco, reímos todos, todos comprendemos, la dejo, nos sentamos.(...)
cuando Amor se convierte en una orden, Odio puede convertirse en un placer,(...)
cogí un trocito de papel de algún sitio y cuando nadie me miraba escribí: amor es una vía con cierto significado; sexo es significado suficiente.(...)
un intelectual es un hombre que dice una cosa simple de un modo complicado; un artista es un hombre que dice una cosa complicada de un modo simple.(...)
Caresse Crosby, la directora, me escribió: «un maravilloso relato de lo más insólito. ¿quién ERES tú?». y yo contesté: «Querida señora Crosby: no sé quién soy. sinceramente suyo, Charles Bukowski».(...) 
-soy artista muy raras veces. l amayor parte del tiempo no soy nada. (...)

«Querido señor Bukowski: Dice que empezó a escribir a los treinta y cinco. ¿qué hacía usted antes, entonces? E.R.»

«Señor E.R. No escribir.»(...)
leí tus relatos y son HORRIBLES. la gente no quiere leer cosas HORRIBLES. deberías escribir como Mark Twain. él sí que era un gran hombre. era capaz de hacer reír a la gente, en todos tus relatos la gente se suicida o se vuelve loca o asesina a alguien. la mayor parte de la vida no es tal como tú te la imaginas. consigue un buen empleo. HAZTE un hombre de provecho(...)

el público toma de un escritor, o de un escrito, lo que necesita y deja pasar lo demás. pero normalmente suelen tomar lo que menos necesitan y dejan ir lo que más necesitan.(...)
así pues, para algunos escritores, incluido el gloriosamente impertinente Bukowski, el sexo es sin duda la tragicomedia. no escribo sobre sexo como instrumento de obsesión. escribo sobre él como una representación cómica en la que tienes que llorar, un poco, entre acto y acto. Giovanni Boccaccio lo escribió mucho mejor. tenía la distancia y el estilo. yo estoy demasiado cerca del objetivo para lograr gracia total. la gente piensa que soy sólo un marrano. si no has leído a Boccaccio, léelo. podrías empezar con «El Decamerón».  

También nos habla de política, de esa actitud anarquista ante las estructuras civiles, y esas reflexiones impactantes que te hacen pensar sobre las mentiras de las ideologías.
sí, revolución suena como muy romántico. pero no lo es. es sangre y tripas y locura; es niños asesinados por interponerse en el camino, niños que no entienden qué coño prsa. es tu puta, tu mujer con el vientre abierto de un bayonetazo y violada luego ante tus ojos. es hombres torturando a hombres que antes reían con los dibujos del ratón Mickey.(...)
pero antes de matar algo asegúrate de que tienes algo mejor con que sustituirlo; algo mejor que oportunistas políticos que sueltan palabrería de odio en el parque público.

Desde una perspectiva feminista nos encontraremos a un misógino, dirían que odia a las mujeres, sin embargo siempre he pensado que le resultan indiferentemente necesarias, pero como los otros escritores o amigos: su individualismo creo más bien que es egoismo, no idealismo romántico.
las señoras suelen irse detrás de los más tontos. por eso la raza humana está donde está hoy: hemos engendrado astutos y sempiternos Casanovas, todos huecos por dentro, como los huevos de Pascua de chocolate que damos a nuestros pobres niños.(...)—recuerdo aquella vez que agarramos a aquella vieja borracha. la atamos a una cama con una cuerda. cobramos a cincuenta centavos el polvo. vinieron todos los tullidos, locos y chiflados del barrio.en tres días y tres noches, pasaron por allí por lo menos quinientos clientes. 
—¡por Dios, «Red», vas a conseguir que me ponga malo! 
—creí que eras el Viejo Indecente. —eso es sólo porque no me mudo los calcetines a diario.(...)
se llamaba Henry Beckett y era una mañana de lunes, acababa de levantarse, miró por la ventana a una mujer de minifalda cortísima, pensando, casi no me impresiona ya, eso no es bueno. una mujer tiene que llevar algo encima o no hay nada que quitar. carne cruda es sólo carne cruda.(...)
la hice quedarse con las medias y los zapatos de tacón. soy un raro. no puedo soportar al ser humano en su estado actual, he de ser engañado. los psiquiatras deben tener un término para designar eso, yo también lo tengo para los psiquiatras.(...)
no sé si fueron aquellos caracoles chinos de culitos redondos o si fue el turco del alfiler de corbata púrpura o si fue simplemente que yo tenía que irme a la cama con ella siete u ocho o nueve veces por semana, o algo más, algo más, algo, pero estuve una vez casado con una mujer, una chica, que iba a heredar un millón de dólares.(exactamene así se inicia un relato, columna, artículo o lo que escriba...)
pero en aquella época, sencillamente nunca lo había hecho de ese modo, y me sentía un poco loco, como siempre, y tenía esta extraña idea de que dándoles por el culo resolvería un montón de MIS problemas espirituales y mentales.(...)
la conocí en una librería. llevaba una falda muy corta y ceñida, altísimos tacones, y sus pechos se veían patentemente bajo el jersey azul y suelto. tenía la cara muy afilada, austera, no llevaba maquillaje, el labio inferior no parecía colgar bien del todo. pero con un cuerpo como aquél podías olvidar gran número de cosas. sin embargo, resultaba muy extraño que no tuviese algún matón grande y protector acechando por allí. luego vi sus ojos —Cristo, parecían no tener pupilas— sólo aquel relampagueo profundo profundo de oscuridad. allí me quedé viendo cómo se inclinaba una y otra vez.
En los artículos hay un Bukowski mucho más serio, trascendente en cierto sentido; su pesimismo, su escepticismo vital impregnado en alcohol, junto a las imágenes poéticas, la ironía y el cinismo se suceden como un torrente imparable de dolor, de lucidez y de literatura. En ocasiones nos puede parecer un escritor de Playboy o de Penhouse, de cualquier revista de Husler, o un escritor de relatos policiales por entregas, o un pornógrafo irredento, o un borracho sin talento que escribe con vómitos; es todo eso, probablemente, y ¿qué? Lo podemos encontrar en Anagrama, y aquí os dejo datos de interés.


ISBN 978-84-339-2088-1
PVP SIN IVA 8,56 €
PVP CON IVA 8,90 €
NÚM. DE PÁGINAS 216
COLECCIÓN Compactos
TRADUCCIÓN J.M. Alvarez Flórez y Angela Pérez


Con sus relatos, reunidos en este volumen, escritos en total libertad para la revista underground Open City, Charles Bukowski se convirtió de inmediato en una celebridad «una leyenda viviente» (New York Review of Books), cuya fama fue aumentando vertiginosamente con la publicación de sus otros libros de relatos y poemas: «el sucesor de Miller y Burroughs», comentó Le Nouvel Observateur. Con su brutalidad, su salvaje y tierno sentido del humor, su tremenda sinceridad, Bukowski -borracho, enloquecido, atrapado en una sociedad cuyos presuntos valores le asquean- consigue, con su estilo descarnado y escueto, conectar inmediatamente con el lector.
«Brindarle una copa el demonio y rascarse las tripas revueltas. Y a la mierda con el mundo de mentirosos y amantes, de patriotas y comerciantes, de padres de familia y padres de conocimiento, de la esperanza, la visión, la seguridad, la luz de neón y, bueno, todo eso» (Jorge García Berlanga, El País).

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