martes, 14 de abril de 2015

Cumandá o un drama entre salvajes, Juan León Mera

Resultado de imagen de cumandaPor trabajo suelo encontrar libros que me han pasado desapercibidos, libros que, aunque han significado mucho en la historia de la literatura, yo no he leído por muchas razones. Sin embargo, en ocasiones, me encuentro con que tengo que leer alguno que tiene significado propio dentro del canon literario, que adquiere vida propia y que nos ofrece una serie de elementos que le hacen estar vivo, que le dan una dimensión única. Y esto me ha pasado con Cumandá, un libro interesante, precioso en muchos aspectos y singular.

El libro lo podemos encuadrar en el romanticismo, no carece de elementos propios de la época: gusto por una naturaleza exuberante que se convierte en personaje activo de las tramas (característica muy propia, también, de la literatura hispanoamericana); gusto por lo escabroso; gusto por las ruinas y cierta decadencia de la civilización; pasiones desatadas e incontrolables que entroncan con la parte más irracional y primitiva del hombre; primitivismo y búsqueda de los orígenes; tramas enredadas y dominadas por lo irracional; separación y azar en las relaciones de los amantes; búsqueda de los orígenes que determinan un americanismo militante usando al indio como elemento americanizador frente a lo español; necesidad de ir construyendo una literatura nacional; la tragedia como elemento necesario del drama humano; una visión entre Roussoniana y empirista; elementos de novela histórica como la expulsión de los jesuitas ( 19 de agosto de 1767 fueron expulsados de los dominios de España los jesuitas, y las Reducciones del Oriente decayeron y desaparecieron) o algunas matanzas por parte de indígenas. Como vemos multitud de facetas, multitud de enfoques.
La novela es una reflexión sobre el amor, claro, un amor auténtico, espiritual, limpio, no podría ser de otra manera por la relación que tiene Carlos y Cumandà y que solo podremos descubrir, apresuradamente, al final de la novela, pero también es una reflexión sobre la religión católica y su fuerza civilizadora que saca lo mejor de los que la practican. Así el buen indígena es el convertido al cristianismo, vive en una misión y contrasta por su buen criterio, sentido común y racionalidad frente al indígena puramente salvaje, obsesionado por sus ritos paganos (el mungía triunfe(...) el malvado mungía, con permiso del buen Dios, atajaría el curso de todos los ríos del mundo, haría caer todas las aguas de las nubes, y la Tierra volvería a ser, como en otros tiempos, un lago muy grande, mil veces grande, donde sin remedio nos ahogaríamos todos.) y falsos ídolos, sus demonios de la selva y los rituales nada civilizados como el de asesinar a la esposa favorita del guerrero cuando este ha muerto para que le acompañe en su viaje al más allá. 

El curaca Yahuarmaqui contaba el número de sus victorias por el de las cabezas de los jefes enemigos que había degollado, disecadas y reducidas al volumen de una pequeña naranja.

Este contraste dice mucho del autor que, tomándonos las licencias que consideramos oportunas como lectores, sin exceder, claro está, los límites del propio texto,se posiciona en un conservadurismo católico evidente, en un didactismo sin disimulo: este contraste del que hablaba quiere mostrarnos la superioridad del cristianismo como elemento aglutinador, como fuerza real que puede hacer una nación, frente al indígena por civilizar, así identifica civilización y evangelización como motores de la identidad nacional americana.

Ha más de un siglo, la infatigable constancia de los misioneros había comenzado a hacer brillar algunas ráfagas de civilización entre esa bárbara gente; habíala humanado en gran parte a costa de heroicos sacrificios.

¡Oh, felices habitantes de las solitarias selvas en aquellos tiempos!¿Cuánto bien pudo haberse esperado de vosotros para nuestra querida patria a no haber faltado virtuosos y abnegados sacerdotes que continuasen guiándoos por el camino de la civilización a la luz del evangelio!¡Pobres hijos del desierto! ¿Qué sois ahora...?
 
Veamos aspectos más concretos sobre la novela. La naturaleza, su descripción y exuberancia, su fuerza creadora, elemento que ya alucinó a Colón y que fascinó a los Buendía de Márquez, origen y principio del todo, elemento que subyuga todo lo demás.

En la parte en la que nos ocupamos, agria y salvaje, por extremo, parece que los Andes, en violenta lucha con las ondas, se han rendido solo a más no poder y las han dejado abrirse paso por sus más recónditos senos. A derecha e izquierda la secular vegetación ha llegado a cubrir los estrechos planos...

allí está otro mundo; allí la naturaleza muestra con ostentación una de sus fases más sublimes: es la inmensidad de un mar de vegetación prodigiosa bajo la azul inmensidad del cielo.

Ese caos remeda los del pasado y el porvenir, entre los cuales puesto el hombre brilla un segundo cual leve chispa y desaparece para siempre; y el conocimiento de su pequeñez, impotencia y miseria es la causa principal del abatimiento que le sobrecoge a vista de aquella imagen que le hace tangible la verdad de su existencia momentánea y de su triste suerte en el mundo

aquí está diversificado el pensamiento de la arquitectura, desde la severa majestad gótica hasta el airoso y fantástico estilo arábigo, y aún hay órdenes que todavía no han sido comprendidos ni tallados en mármol y granito por el ingenio humano.

Hojas, ramas, festones enteros vienen a tierra; luego son árboles los que se desploman, y aun animales y aves que han perecido aplastados por ellos o despedazados por el rayo que no cesa de estallar por todas partes. Por todas partes, asimismo, corren torrentes que barren los despojos de las selvas, y los llevan arrollados y revueltos a botarlos a los ríos principales.
 
Porque la naturaleza lo jerarquiza todo: hace a los hombres, construye, o hace que lo auténtico, como la poesía, adquieran su máxima expresión.

poesía, aquí en las entrañas de estas selvas hijas de los siglos, se l asiente más viva, más activa, más poderosa que entre el bullicio y caduco esplendor de la civilización.

Y así se nos presenta la acción se la encuadra en una estructura clásica de introducción, de la que os acabo de hablar, que sirve de marco referencial; desarrollo o trama o historia que tiene varias subtramas relacionadas con los personajes. Trama principal el amor de Cumandá y Carlos; trama secundaria primera, la historia de José Orozco, padre de Carlos y cómo perdió a su familia a manos de indígenas insurrectos, esta trama nos ayuda a comprender que un buen cristiano puede ser un mal hacendado, un pésimo gestor, por ello paga un precio brutal, un dolor que le rompe el corazón y que desemboca en su ejercicio como religioso en una aldea.

Arraigada profundamente, en europeos y criollos, la costumbre de tratar a los aborígenes como a gente destinada a la humillación y la esclavitud y los tormentos, los colonos de más buenas entrañas no creían faltar a los deberes de la caridad y de la civilización con oprimirlos y martirizarlos.

La subtrama segunda que sería la que nos presenta a todos los indios de los ríos y sus relaciones, este marco nos presenta a Cumandá y la subtrama tercera que sería la relación que se establece entre Cumandá y Carlos, trama desencadenante principal, con sus padres, y con el resto de las tribus, que sería una cuarta trama costumbrista y la que decide su futuro trágico. 
 
Lector, hemos procurado hacerte conocer, aunque harto imperfectamente, el teatro en que vamos a introducirte: déjate guiar y síguenos con paciencia. Pocas veces volveremos la vista ala sociedad civilizada; olvídate de ella si quieres que te interesen las esencias de la naturaleza y las costumbres de los errantes y salvajes hijos, de las selvas.

Esta trama central va desarrollándose al más puro estilo romántico:  irracional, apasionado, jugando un papel fundamental el azar y el caos, los elementos incontrolables que dirigen nuestras vidas. El amor es universal motor que mueve al hombre desde los orígenes y lo determina.

Del amor y sus defectos no está libre el corazón de una salvaje. ¡Qué decimos!; pues no solo no lo está, sino que, exento de toda influencia social, de todo arte, de todo lo que no emana inmediatamente de la naturaleza, se presta a que sin obstáculo ninguno eche hondas raíces en él, y crezca, y se desarrolle y se vuelva gigante la planta de la pasión amorosa.
 
¡Oh, blanco, blanco!, los de tu raza no tienen el corazón ardiente como los de la mía, y  por eso no acuden presto a la llamada de sus amantes.

¿No sabes que mientras más tristeza tengo, te amo más, y que se aumenta mi tristeza a medida que crece el amor?

este sentimiento misterioso queme domina, esta llama que devora todo mi ser, ni el dolor queme consume sin remedio.

Son los sentimientos los que hacen del héroe romántico un ser particular, valiente, temerario, gobernado por las pasiones y el corazón.

el lenguaje del corazón que se llama presentimiento; lenguaje misterioso que expresa casi siempre una terrible verdad futura.
 
El indígena un ser bello, pero salvaje, no identificando su cultura con ningún tipo de civilización.

fornidos músculos, de caprichosos dibujos pintada la piel, ceñida la frente del tendema de concha y plumas y la cintura de cordones de hilo purpúreo o de cabellos humanos, con adornos también de hermosas plumas, lujo de tocado y vestuario de los hijos de las selvas.

Y como siempre el gusto romántico por la muerte, la noche, lo lúgubre.

Los fuegos fatuos se enredaban entre los matorrales (...) Millares de luciérnagas recorrían lentas el seno tenebroso de la selva...

Como decía la novela tiene una estructura clásica que acaba con el desenlace, con las revelaciones, con el destino trágico que se impone.

¿ Con qué derecho lo impediremos? ¿somos acaso dueño de sus costumbres y leyes?...

-¡Oh hijo! -le interrumpe el fraile con vehemencia-, ¡lo impediremos con el derecho de la humanidad, con el derecho de racionales, con el derecho de cristianos! Somos dueños de impedir la injusticia y la iniquidad. ¿Tendremos valor de entregar a esa infeliz joven a la muerte?, ¿no clamaría su sangre contra nosotros? Y yo... ¡ah! ¡si supieras lo que siento al verla! ¡si supieras que en ella me parece contemplar algo que en otro tiempo me pertenecía, que formaba mis delicias y mi vida, y que lo perdí para siempre!... ¡Ah! ¡Si penetraras en mi pecho y leyeras en mi corazón ciertos recuerdos!...

El amor puro será mostrado ante los lectores que comprenderán por qué sus besos han sido castos, por qué Cumandá le salvó tres veces la vida a Carlos, por qué ella era una extraña entre los salvajes, pura y virginal.

¡ah! ¡con cuánta razón sentí por ella ese afecto purísimo y generoso que sólo puede inspirar un ángel ! No ha sido humano este amor, no: por eso lo he sentido yo que siempre había desdeñado las bellezas y los atractivos de la tierra. ¡Oh, hermana mía!...

Una novela propia de un tiempo, de un pensamiento, pero con descripciones impactantes, con un gran trabajo sobre las costumbres y culturas indígenas. Como es un clásico de la literatura hispanoamericana, lo podemos leer en Cervantes virtual, tenemos el texto completo, aunque también lo podemos encontrar en la editorial Alfar (es mucho más difícil)


Título: CUMANDÁ O UN DRAMA ENTRE SALVAJES (2ª ed.)
Autores: Juan León Mera. Edición y estudio preliminar de Trinidad Barrera
ISBN-10(13): 978-84-86256-71-5

Una de las mejores muestras de “novela indianista”, metagénero singular dentro de la narrativa romántica que facilitó una visión exótica, decorativa y lejana del indio.

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