lunes, 9 de febrero de 2015

Mujeres, Women, Charles Bukowski

La literatura amorosa es tan antigua que se remonta a las primeras manifestaciones literarias, tanto populares como cultas, porque el amor es un argumento perfecto para el entretenimiento y el solaz del lector o el oidor de historias. Es evidente que hablar de amor hablando de Charles Bukowski es algo extraño, casi obsceno, sin embargo me encantaría deciros que la obscenidad depende mucho de los puntos de vista, del criterio cultural con que vemos las cosas. Consideramos obscena una escena en la que se nos cuenta explícitamente, cómo el autor se folla a una joven, o cómo se alcoholiza y no puede correrse, o una historia en que ambos follan violentamente o como perros. Es cierto que lo obsceno tiene que ver con lo obvio, con lo que se muestra de manera estereofónica, es una realidad aumentada que, sin embargo, no deja de ser eso, una realidad practicada por cualquier hombre o mujer sanos. Sin embargo, retomo el argumento, no parece que nos cause escándalo o perplejidad una literatura específica encaminada a manipular los sentimientos de quienes la leen con argumentos falaces, con tramas almibaradas y estúpidas, donde el amor es el único motivo, el principio de los principios. Toda esa literatura, bonita, vaya, no deja de ser droga perfumada para aquellos que ven en Bukowski un degenerado o un hijo de puta. No digo yo que no lo sea, pero demos una oportunidad al cinismo y a la hipocresía de quedarse en casa y leámoslo sin sentirnos culpables por, en alguna ocasión, haber querido follar con una tía contra la pared de un supermercado. Es liberador.

El realismo sucio se construye a partir de la eliminación de lo obvio, de lo innecesario en la trama y en la escritura, de la adjetivación, con el objetivo de reconstruir el mundo para centrarse en lo fundamental, en el ego como factotum de la trama, en la experiencia vivida ante una vida extrañada de sí y de los otros. El yo poético como administrador de una literatura que no se escabulle, que no huye, que no tiene reparos en mirar a la cara al dolor, a la miseria y a la  podredumbre.

Es una buena tipa, pero es de las que todavía creen que la poesía es cosa de puestas de sol y palomas volando -me dijo.

-Tu escritura -me dijo-es tan cruda. Es como un martillo de carnicero, pero aun así tiene humor y ternura...

-Escribo ficción./-¿Qué es ficción?/-La ficción es una mejora de la realidad./-¿Quieres decir que mientes?-preguntó gertrude./-Un poco. No mucho.
 
La literatura ayuda a controlar el desencanto ante una vida sin sentido, vacía de contenido, repetitiva. Nuestro autor practica un nihilismo militante y auténtico, desprovisto de sentimentalismos, de ningún marco de referencia o expectativas razonables.

No me gustaba Nueva york. No me gustaba Hollywood. No me gustaba el rock. No me gustaba nada. Quizás tuviese miedo. Eso era, sentía  miedo. Quería sentarme solo en una habitación con las persianas bajadas. Me recreé un poco con ello. Yo era un chiflado. Un lunático. Y Lydia se había ido.

Tenía cincuenta años y no me había acostado con una mujer desde hacía cuatro. Así comienza una novela, con un impacto absoluto sobre el lector que se extraña ante la afirmación, ante la nota amarga que el autor nos participa para hacernos cómplices del cinismo que desarrollará, de sus actitudes, de su moral extrañada, para hacernos cómplices de su propia aventura vital.

Las relaciones humanas nunca solían funcionar. Sólo las dos primeras semanas tenían algo electrizante, luego los participante perdían el interés. Las máscaras caían y la realidad aparecía: dementes, imbéciles, chiflados, rencorosos, sádicos, asesinos. La sociedad moderna había creado su propia especie y la había enfrentado entre sí. Era un duelo a muerte en un cerco sin salida. Lo más que podía uno esperar de una relación, decidí, eran dos años y medio como máximo.

Y como en toda su obra la literatura como literatura, la trama como parte de la escritura, así el autor nos muestra desnuda la creación, la miseria, el dolor ante el abismo y el desencanto vital. ¿Qué tiene más sentido que la literatura? Por eso la literatura es uno de los argumentos, la escapatoria a los delirios, la salida a la soledad y a uno mismo.

Me llevó veintiuna noches escribir mi primera novela.

La peor cosa para un escritor es conocer a otro escritor, y peor que eso, conocer a muchos escritores.

me parece algo vergonzoso que un hombre que escribe  tan bien como tú no sepa absolutamente nada de las mujeres.

Hay un problema con los escritores. si lo que había escrito un escritor se publicaba y vendía mucho, muchos ejemplares, el escritor pensaba que era magnífico. Si lo que había escrito un escritor se publicaba y vendía un número aceptable de ejemplares, el escritor pensaba que era magnífico. Si lo que había escrito se publicaba y vendía poco, pensaba que era magnífico. Si lo que había escrito nunca se publicaba y no tenía dinero suficiente para publicárselo él mismo, entonces pensaba que era, más que magnífico, genial. La verdad, sin embargo, es que había muy poca magnificencia. Era prácticamente inexistente, invisible. Pero podías estar seguro de que los peores escritores eran los que más confiaban en símismos, los que menos dudas tenían. de cualqueir manera,los escritores eran seres que había que eivtar, y yo trataba de evitarlos, pero era casi imposible. Pretendían que existiera una especie de hermandad, de unidad.Ninguno de ellos tenía nada que hacer con la literatura, ninguno podía ayudar a la máquina de escribir.


Y la literatura se convierte en medio de vida, en vehículo para explorar todos los matices de un ego desnudo. Nos lo cuenta a través de sus lecturas en las diferentes universidades, como si fuera una estrella del rock, indiferente al público, al acto, riéndose de los imbéciles que buscan más de lo que hay en sus poemas.

Acabé insultando a gritos al público mientras ellos me gritaban cosas a mí. No era un mal público.


Y el sexo como verdadera tesis sobre la vida, sobre el miedo a la muerte y burla a la existencia, el sexo como búsqueda, como aventura en la selva de una vida qeu quiere convertir en sencilla, en lineal, sin complicaciones.

Decidí que yo viviría hasta los 80. Pensé en tener 80 y joderme a una muchachita de 18 años. Si había algún modo de cachondearse del rollo de la muerte era ese.

Tal vez una búsqueda del amor a través del sexo, del alcohol de la literatura, porque el amor no es una historia de palomas, flores y prados verdes, de joyas, de noches románticas o cenas a la luz de las velas, no, el amor es una necesidad, una enfermedad incurable, es deseo y pasión, es sordidez y ternura, es un acto puramente humano.

-¿Qué hay del amor? -preguntó Valerie./ -El amor está bien para aquellos que pueden soportar una sobrecarga psíquica. Es como tratar de llevar sobre tus espaldas un cubo lleno de basura a través de una enorme riada de orina.

Un gimnasio de cuerpos innominados masturbándose mutuamente. La gente amoral suele considerarse más libre, pero a menudo carecen de la capacidad de sentir o de mar. Así que se hacían swingers. Los muertos jodiendo con los muertos. No había juego ni humor en su práctica, era una cópula de cadáveres. La moral era restrictiva, pero estaba afianzada en la experiencia humana a través de los siglos. Algunas morales tendían a mantener a los hombres esclavizados en fábricas, en iglesias y fieles al estado. Otras morales simplemente tenían buen sentido. Era como un jardín lleno de frutas venenosas y frutas buenas. Tenía que saber cuál escoger y cuál abandonar.

Y él, siempre él llenando la historia, viviéndose, contándose, sufriendo, descubriéndose.

-tú eres el hombre famoso más desconocido que jamás he visto.
soy la caricatura urbana de un hombre. Más o menos una fallida escultura de mierda sin nada absolutamente que ofrecer. 

-algo en mi interior me produce dolor.

Y ese dolor que nace de su juventud, de su relación con el padre, con su cuerpo destrozado por el acné, derivado hacia el alcohol como salida y como fin.

si ocurre algo malo, bebes para olvidarlo; si ocurre algo bueno, bebes para celebrarlo; y si no pasa nada, bebes para que pase algo.

Y las mujeres, las otras protagonistas del libro, la otra parte, las grupies, las amantes enloquecidas, las ejecutivas, las admiradores, las poetisas, las borrachas, las drogadictas, pero todas, todas fascinadas en el imaginario del autor con el escritor, con el hombre desprovisto de emociones, con el hombre que es capaz de recrearse a sí mismo. Lydia, Mindy, Laura, Dee Dee, Tammie, Cecilia, Liza, Hilda, Gertrude, Iris, Sara, todas buscando la felicidad, todas buscando un hueco en la vida de Hank, de un Hank que solo quiere beber, apostar y escribir, pero que muestra también la necesidad de amar y ser amado, a su manera, claro.

-Mi marido tenía una enorme picha, pero era lo único que tenía.No tenía personalidad ni vibraciones. Solo una enorme polla y pensaba que era lo único que había que tener. ¡Pero Cristo, era un imbécil! contigo recibo continuamente vibraciones...una carga eléctrica que nunca para.

-No quiero joderte, Dee Dee -dije yo-, a veces me porto mal con las mujeres.

sin embargo las mujeres, las buenas mujeres, me daban miedo  porque a veces querían tu alma, y  lo poco que quedaba d ela mía, quería conservarlo para mí.

Una gran novela publicada por Anagrama, donde Bukowski sigue a la búsqueda de sí mismo mediante la literatura como medicina contra la locura, como camino para el autoconocimiento. Aquí os dejo datos útiles.

ISBN 978-84-339-1232-9
PVP sin IVA 8,65 €
PVP con IVA 9,00 €
Nº de páginas 318
Colección Contraseñas
Traducción Jorge Berlanga 


«Hay en mí algo descontrolado, pienso demasiado en el sexo. Cuando veo a una mujer la imagino siempre en la cama conmigo. Es una manera interesante de matar el tiempo en los aeropuertos.» En "Mujeres", una de las más aclamadas novelas de Bukowski, su alter ego Henry Chinaski, el «viejo indecente», un perdedor nato, se encuentra a los cincuenta años con una creciente reputación literaria, algún dinero en el banco y mujeres: montañas de mujeres. Se le ofrecen en los recitales de poesía, le escriben cartas procaces, le telefonean sin cesar. Y Chinaski las quiere todas, quiere desquitarse de sus largos años de forzadas abstinencias. Y, a la vez, este gigantesco maratón sexual es un proceso de aprendizaje, de conocimiento, en el que Bukowski no escatima sarcásticas observaciones sobre sí mismo, y en el que en el machismo de textos anteriores queda seriamente erosionado. Todo ello unido a incontables borracheras: el alcohol en tanto que mecanismo que le permite seguir viviendo, a la par que le destruye. Bukowski parece sugerir que las alternativas es decir, una carrera más respetable, literaria o la que fuere son aún más deshumanizadas.

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