sábado, 21 de febrero de 2015

El arrancacorazones, L'Arrache-cœur, Boris Vian



El lector bien intencionado espera una lectura cómoda, que no le altere en exceso sus ritmos y circunstancias, su universo perfectamente calculado y aclimatado a la selva en la que vivimos. A veces discuto con amigos sobre los gustos burgueses. Soy poco marxista, la verdad, pero muy aficionado a Marx, nos da una perspectiva interesante de la historia y, cierta terminología, nos ayuda a comprender los hechos históricos o literarios, bueno, al menos a mí. Cuando hablo de gusto burgués hablo de gusto inamovible, fácil, complaciente, un gusto que no modifica lo real, donde lo ficcional no es más que mero artificio. Discuto de música, de la gran música, como la llaman, de la música que, cómo no, reconforta el alma, el espíritu, qué sé yo, sin embargo prefiero una música combativa, obscena, que me impacte, que me despierte del letargo al que nos lleva la vida contemplativa cibernética actual. Lo mismo con la literatura. Me gusta aquella que me golpea sin compasión en los cojones, aquella que me intimida, la que desmonta un universo de autocomplacencia bochornoso.

Entonces el cielo se resquebrajó de pronto, como cerámica muerta, y empezó a granizar: piedras amargas que explotan contra la pizarra del tejado, haciendo saltar un polvorín de cristal duro; poco a poco, la casa desapareció bajo el vapor denso, el granizo caía salvajemente sobre el paseo y reventaba chispas en cada punto de impacto. Bajo los repetidos choques, el mar empezaba a hervir, subiendo como leche negruzca.
 
El arrancacorazones hace exactamente esto. Mi adorado Boris Vian vuelve a las andadas: me golpea sin compasión en el culo, en lo más íntimo, en lo más sagrado para un pequeño burgués con el culo gordo, me golpea en mi madre, en la tuya, en todas las madres, en nuestra relación viciosa, viciada, en su relación enfermiza con nosotros, en esa direccionalidad umbilical que nos une sin remedio a su vientre, que nos manipula y nos ata. La madre ultraprotectora que no deja que nos liberemos de su tiranía culpable, de su tristeza por tener que ser ella misma, de volar independientemente a sus hijos.
El arrancacorazones es un libro salvaje, irónico, sagaz, donde lo absurdo de la existencia adquiere máximo valor, donde el equívoco de la existencia se convierte en objeto de la trama. Un psiquiatra llega a la casa del acantilado para conseguir el psicoanálisis perfecto, el que consistiría en la identificación fagocitadora con el paciente desnudo, 

¿De qué experimento se trata? Pues mire. Quiero hacer un psicoanálisis integral. Soy un iluminado.

 Un psiquiatra tiene que tener mala conciencia.
 
al tiempo que en la casa se produce el acontecimiento, la maternidad desgarradora de trillizos, Citroën, Noël y Joëlde esos trillizos que asombran al mundo de la ficción, esos niños que comen babosas de colores y vuelan libres por el espacio onírico, juegan con las golondrinas o se suben a los árboles con las azules.
La acción se bifurca: por una parte tenemos a la madre que recorre todas las etapas previsibles, desde el rechazo a la ultraprotección, al autocastigo y a la creación de un mundo surrealista donde desaparecerá , por fin, cualquier atisbo de peligro. El camino hacia la sobreprotección será el elemento aglutinador de sus acciones.

Los hijos pertenecen a sus madres. Que han sufrido al tenerlos. y no a sus padres. Y sus madres los quieren; en consecuencia, es preciso que hagan lo que ellas dice.

Ahora, todo lo que no es jardín es nada, y ahí no pueden ir. 

hay que construirles un mundo perfecto, un mundo limpio, agradable, inofensivo, como el interior de un huevo blanco colocado sobre un cojín de plumas.
 
Por otra el psicoanalista Jacquemort, nacido ya adulto, que nos ofrece las visiones del pueblo, del sexo, de una vida vista desde una perspectiva, presuntamente, freudiana. Pero nuestro psiquiatra tiene dificultades para encontrar pacientes: a la sirvienta solo se la puede follar a cuatro patas, debe intentar psicoanalizar a un gato,y deberá arriesgarse con La Gloira que carga con todas las culpas y vergüenzas del pueblo con el riesgo que eso conlleva.

De hecho, el gato negro que había psicoanalizado unas semanas antes, ¿sabía ronronear?
cosa imposible en un individuo nacido ya adulto y que por lo tanto carecía de recuerdos
 
Las acciones se encuentras a través del marco de un pueblo salvaje y alucinado, donde se subastan a los viejos para jugar y reírse de ellos; donde los aprendices son explotados y abusados hasta su muerte; o los caballos son crucificados; los leñadores arponean a los árboles en el corazón para dejarlos estremeciéndose tirados en tierra hasta su último estertor, todo ello alegoría de un mundo egoísta y hostil, deshumanizado en una existencia alucinada ante la realidad.

 Los aprendices se morían en seguida, pero la criada, resistente al trabajo, aguantaba, sobre todo desde que el herrero se abstenía de colarse en su cama a semejanza de un río subterráneo.

El psicoanálisis, Freud, elementos como la culpa, la ira, la vergüenza, la madre, el mar, se interrelacionan en esta sátira brutal. Y por otra parte lo surreal, la invención o reinvención del mundo, de los meses, de los espacios, la distorsión de lo percibido.

el retorno a la madre, el mar, siempre lo mismo. Vaya a psicoanalizar a sus idiotas. 

59 de enabril; 135 de abrosto
 
Libro estupendo, literatura de verdad, impactante, salvaje, divertida, sórdida, bella, escrita de manera magistral e inteligente. La podemos encontrar en la editorial Tusquets. Aquí os dejo datos de vuestro interés, pero antes,

Pero queda otro problema, y a usted se le ha olvidado planteárselo./-¿Cúal?-preguntó ella./-¿Necesitan realmente esa protección?...

La mía no tiene nada de extraña. El mundo son ellos./-No, se equivoca -dijo Jacquemort-.Usted desea ser el mundo de ellos. Y eso, en ese sentido, es destructivo.


NARRATIVA (F). Novela
Abril 2002
Fábula F 186
ISBN: 978-84-8310-808-6
País edición: España
284 pág.
8,61 € (IVA no incluido)

Los inolvidables personajes de Joël y Citroën fueron creados por Boris Viana la medida del estremecedor delirio al que él cree que suelen conducir por un lado la dominación materna y, por el otro, el inevitable conflicto entre la vida autónoma, secreta de la infancia y la tiranía de la familia y la presión social. También se sirve del siniestro Jacquemort, un psicoanalista en busca de pacientes, para satirizar tanto el enloquecido mundo de los llamados cuerdos como el psicoanálisis y el comportamiento existencialista, tan en boga en aquellos años. Es precisamente en el ciclo de novelas escritas entre 1947 y 1953, al que pertenece El arrancacorazones, en el que Vian parece haberse asentado en un universo que le es finalmente propio, en un mundo de fábula poética cargada de fantasía, pero también de tensión y violencia, en la que la experiencia de los niños desafía los valores de los adultos

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