domingo, 23 de febrero de 2014

Los ejércitos, Evelio Rosero

Portada de Los ejércitosLa literatura hispanoamericana es un pozo de satisfacciones.Catalogar en una literatura tiene sus riesgos, claro, lo sé, también podría decir que la literatura en español es un oasis , aire fresco, no sé, algo así. Sin embargo la sensación la tengo sobre América, sobre su universo particular, sobre la experiencia vital y literaria de sus autores. Llego a este libro como a casi todos, por casualidad, por su portada, por la sinopsis, porque he oído algo interesante, no lo sé, lo repito, pero la sensación es de alegría íntima, de amor a la literatura, de Pedro Páramo, de Borges, de Márquez, Llosa, no importa, esta literatura en español es hermosa en sí misma, inteligente, dura, real, veraz, imaginaria, es literatura.

La novela trascurre en los ámbitos habituales de cierta literatura hispanoamericana, donde la naturaleza adquiere un papel importante. La naturaleza hostil que rodea al pueblo, que lo mece, que lo controla, que amaga a los guerrilleros sin entrañas, que alberga la sabiduría de los antiguos curanderos. La naturaleza como principio y fin de la historia de esta literatura, desde la alucinación de Colón a Evelio Rosero.  Los espíritus, lo otro, la alucinación ante un mundo incomprensible, casi irreal que circunda y somete: ese realismo mágico que aquí es menos mágico siéndolo, porque Ismael no deja de ser un espíritu, un espectro que deambula por el desierto en que se va convirtiendo el pueblo, una especie de Páramo, de ciudad de espectros que ha ido desangrándose por la brutalidad del ejército y los abusos horribles de la guerrilla. La guerra como mal presente, como amiga que acompaña a los habitantes del pueblo, que aparece y desaparece a su antojo, con la arbitrariedad salvaje de lo irracional. Desapariciones, la de Otilia como paradigma del desasosiego, asesinatos a sangre fría, ejecuciones sumarísimas, en fin, todo un pequeño catálogo que el autor hace coincidir, con sabiduría, con inteligencia literaria, en un pueblo tranquilo.
El lirismo también está presente, la escritura por la escritura, la sensualidad de las palabras que tanto me gusta de esta literatura,
Geraldina, desnuda la mañana anterior, se presenta esta noche vestida: un vaporoso vestidito lila la desnuda de otra manera, o la desnuda más, si se quiere; me redime vestida o con su desnudez, si está desnuda su otra desnudez, el último entreveramiento de su sexo, ojalá su pliegue más recóndito al abrirse al caminar, toda la danza en la espalda, el corazón batiendo solemne en su pecho, el alma en las nalgas que se repasan, no pido otra cosa a la vida sino esta posibilidad, ver a esta mujer sin que sepa que la miro, ver a esta mujer cuando sepa que la miro, pero verla, mi única explicación de seguir vivo: recuesta su cuerpo al espaldar, sube una pierna encima de la otra y enciende un cigarrillo, sólo ella y yo sabemos que la miro
Porque la crueldad subyacente no puede esconder la historia de este viejo mirón, de nuestro Ismael que se regodea en la visión de la belleza. Este eco lejano que se acerca conforme acaba la novela de una guerra que parece un mal de siempre y deviene actual en su destrucción, no puede hacernos perder el verdadero sentido de la vejez, la decrepitud, la falta de perspectivas, el anclaje a lo amado, pero la vida encontrada en el esplendor de las otras.
Novela extraordinaria, inteligente, cuento sobre la vejez y la decadencia, la pérdida de la memoria reflejadas en la guerra, en el conflicto, en la vida.
La tenemos en Tusquets, y os dejo datos interesantes.

NARRATIVA (F). NovelaMarzo 2007
Andanzas CA 629
ISBN: 978-84-8310-391-3
País edición: España
208 pág.
14,42 € (IVA no incluido

Ismael, un anciano profesor jubilado, y su mujer, Otilia, viven morosa y modestamente en el pueblo de San José desde hace cuatro decenios. A Ismael le gusta espiar a la mujer de su vecino, y Otilia suele reconvenirlo, avergonzada. Hasta que el ambiente idílico del pueblo se enrarece. Las desapariciones de algunos familiares extienden el miedo entre los habitantes de San José y parecen preludiar sucesos aún más graves. Una mañana, tras volver de un paseo, Ismael se entera de que unos soldados de no sabe qué ejército se han llevado a sus vecinos. Le cuentan también que su mujer lo ha estado buscando e intenta dar con ella en vano... Los ataques continúan y, cuando los acontecimientos se precipitan y se desata la violencia, los supervivientes deciden huir antes de que sea tarde. Pero Ismael opta por quedarse en el pueblo devastado. Una decisión que le revelará un destino oscuro e imprevisible.
Los ejércitos obtuvo el Premio Tusquets Editores de Novela 2006, fallado el pasado 29 de noviembre de 2006, en el marco de la Feria del Libro de Guadalajara. El jurado del premio –compuesto por Alberto Manguel, en calidad de presidente, Almudena Grandes, Alberto Ruy Sánchez, Francisco Goldman, Beatriz de Moura (en representación de la editorial) y Aurelio Major (en calidad de secretario)– destacó la singular elegancia y la maestría, no exentas de dramatismo, con que Evelio Rosero aborda un asunto no por habitual menos difícil de tratar: la violencia arbitraria e irracional que asuela a un pueblo.

2 comentarios:

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