miércoles, 8 de mayo de 2013

El jardín colgante, Javier Calvo


No hace mucho hablaba sobre los nuevos escritores, sobre la literatura precocinada y este nuevo género que es la novela telefilme. La literatura trascurre por sus propios senderos, vive, respira, crece independientemente de los designios de la modernidad. Cuando nació la imprenta, seguro que alguien dijo que moriría la literatura, en cierto sentido así fue, lo original y único dejó paso a la copia en serie, a la tirada masiva, a la publicidad, pero algo quedó del espíritu del amanuense, del artista de la caligrafía. La imprenta triunfó, la imprenta democratizó la literatura e hizo que muchos autores pudieran vivir de ella. Algo parecido pasa con nuestra modernidad tecnológica. El libro papel muere porque mueren los bosques, la hoja de papel deviene anacronismo difuso, casi esperpento vanguardista. La tecnología cambia estilos, pero al mismo tiempo, vuelve a relanzar hacia una última fase de democratización la obra de arte en serie.

¿Por qué hablo de esto? Porque me preocupan las posturas maximalistas e inmovilistas, porque me preocupa ir en contra del tiempo y de nosotros mismos como especie, porque no es cierto que la literatura vaya a morir, al contrario, está viva, muestra fortaleza y, a pesar de estos nuevos géneros enlatados, algunos autores surgen con fuerza expresiva, talento a raudales y excelente literatura para nuestro solaz.
Sí, sí, Javier Calvo es de estos últimos, audaz, atrevido, igual es lo mismo, con una fuerza vital que insufla energías en el alma más apática. Su propuesta es radical, generosa, su propuesta reinventa el género histórico y lo convierte en policiaco, intriga, yo qué sé, en cuento fantástico, en novela de vampiros, qué más da. 
La novela nos muestra una transición a la democracia española sucia, infiltrada por los servicios de inteligencia, por los intereses estratégicos del ejército, por los nuevos mandarines de la política, por sindicatos maoístas, por un profundo desprecio al pueblo, vaya, por los grupos terroristas que usan la violencia como máxima expresión del ser, y aquí radica el acierto del libro, la reflexión sobre la violencia es necesaria, profunda, literaria, magnífica porque la violencia engendra monstruos visionarios, asesinos en serie, iluminados de la razón única. La violencia se cura en la violencia, con la antropofagia de sus integrantes, porque se devorarán unos a otros en una orgía infinita en el paraíso.
Novela acertada, magníficamente escrita, que lleva a su autor a entrar, con nombre propio, en la lista de mis jóvenes favoritos. Gracias. 
El libro lo tenemos en Seix Barral, y aquí os dejo la sinopsis:

Había una vez un país llamado España que permanecía dormido sin advertir que los servicios secretos trataban de rediseñar el sistema institucional a la nueva era de libertad. Así es como Arístides Lao, un agente con una mente matemática prodigiosa y problemas de sociabilidad, es designado para luchar contra la organización terrorista de extrema izquierda TOD. Lao cuenta con el agente Melitón Muria, un fiel escudero con peculiares principios. La misión de esta pareja esperpéntica y decadente será contactar con Teo Barbosa, un agente infiltrado a punto de pasar al núcleo activo del grupo armado. Pero la operación cambia de rumbo cuando Lao pone en marcha una idea tan loca como genial que traerá consecuencias inimaginables. Estamos en 1977, y en el frío invierno de la Transición el interés de los telediarios se centra en la caída de un meteorito. 


Ganadora del Premio Biblioteca Breve 2012, El jardín colgante es una novela transgresora y provocativa con la que Javier Calvo se consolida como uno de los narradores más sólidos y que de forma más rotunda han añadido una nueva dimensión a nuestra narrativa manteniendo a lo largo de una obra muy diversa un estilo inconfundible. 

“La España de la Transición, en una geometría fantasmagórica. Sindicalismo y servicios secretos se entrecruzan en juego de duplicidades y desdoblamientos; la inevitable inverosimilitud de lo real se convierte en alegoría, y el arte de narrar configura un inventivo mosaico de identidades. Dominio del ritmo, personajes magistralmente delineados y un brillante tono paródico configuran una gran novela.” Jurado del Premio Biblioteca Breve.

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