lunes, 12 de noviembre de 2012

El puente de los asesinos, Arturo Pérez Reverte

Me remito a lo dicho en mi anterior comentario de las aventuras del Capitán Alatriste: es una novela donde el virtuosismo técnico, la información, el dominio del oficio se hacen patentes. En ese sentido no tengo absolutamente nada más que añadir.
Portada de El puente de los AsesinosLas aventuras del Capitán se han convertido en una parte integrante de una legión de lectores que no solo disfrutan de la capacidad de descripción de aventruas, información más o menos histórica, o recreación de un lenguaje arcaizante, sino que entienden que posee una parte literaria que se mejora con los años.
La tristeza por una España decadente, que pierde su poder absoluto sobre la historia, la amistad, el destino inexorable que nos lleva a situaciones que no deseamos, el compañerismo, la determinación en las acciones, el pesimismo barroco, se hacen hirientes, el lector sufre con los personajes que se ven abocados a un sino sin paños calientes. 
Me ha gustado mucho la recreación de Venecia, de la Venecia del siglo XVII, parece que paseemos por ella, como un Brunetti antiguo. En fin, me ha gustado, es una lectura entretenida que complementa la serie a la perfección. como siempre la encontraréis en Alfaguara, y aquí os dejo la sinopsis:


Diego Alatriste bajó del carruaje y miró en torno, descon­fiado. Tenía por sana costumbre, antes de entrar en un sitio incierto, establecer por dónde iba a irse, o intentarlo, si las cosas terminaban complicándose. El billete que le ordenaba acompañar al hombre de negro estaba firmado por el sargento mayor del tercio de Nápoles, y no admitía discusión alguna; pero nada más se aclaraba en él.»

Nápoles, Roma y Milán son algunos escenarios de esta nueva aventura del capitán Alatriste. Acompañado del joven Íñigo Balboa, a Alatriste le ordenan intervenir en una conjura crucial para la corona española: un golpe de mano en Venecia para asesinar al dogo durante la misa de Navidad, e imponer por la fuerza un gobierno favorable a la corte del rey católico en ese estado de Italia.

Para Alatriste y sus camaradas —el veterano Sebastián Copons y el peligroso moro Gurriato, entre otros—, la misión se presenta difícil, arriesgada y llena de sorpresas. Suicida, tal vez; pero no imposible.

2 comentarios:

  1. Hola blogueros, me regodeo en lo leído, lo paladeo y rememoro como el que se comió un pastel y se recrea cada vez que pasa frente al escaparate de la pastelería. Termino "Libertad" y voy configurando mi propia visión de la novela norteamericana, con sus virtudes y defectos, práctica, como el idioma en el que fue concebida. Con esa obsesión por el deporte que se repite en Roth, Irving, Franzen y que me resulta hasta graciosa. Y conforme crece mi afición lectora deviene mi necesidad de leer en global, alternando autores que se complementan, se enriquecen los unos a los otros y en ese entremezclarse rompen las barreras del tiempo y del espacio y como a mi hay pocas cosas que me asombren más que ese milagro de romper barreras imposibles, cuando sucede ante mis ojos y dejo de diferenciar pasado, presente o futuro y el espacio es todo uno o ninguno pues me dejo llevar por ese bucle infinito. Impaciente porque brote de nuevo ese milagro que es la literatura y que sucede "A veces, solo a veces". Y entre un libro y otro o cuando los solapo y me voy despidiendo de la Patty de Franzen, justo ahora en las últimas 20 pág que es justo cuando empezaba a recuperar su dignidad como personaje que probablemente nunca perdió, sino que fue otro engaño de los sentidos. Justo ahora es cuando la abandono porque sin darme cuenta ya estoy atrapada en la Naoko de "Tokio Blues" y ya he viajado, y me pierdo en la sensibilidad no occidental de Murakami, que no entiendo o si, porque soy lector universal y Murakami es Irving en la medida en que lo tradujo y yo después lo leí......y tengo la sensación de que acabo de vomitar todo esto sin pensarlo demasiado porque si no lo hago no vivo, ni muero, ni soy. Y ahora corro y corro y corro otra vez porque ya me están estirando de las mangas las obligaciones a las que suelo llegar tarde, mal o nunca.

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    1. Las casualidades, el cruce de caminos, ha dejado de sorprenderme, hace tiempo que tengo mi mente abierta a otras dimensiones, a otras sensibilidades. Desde mi silencio observo un mundo que puede que no sea el mío, o sí, o no, pero que está lleno de coincidencias, de lugares comunes, de personas que llegan y no sabes muy bien cómo es posible que estén en tu mismo camino. Mi silencio me ayuda a entenderlo todo, a estar más tranquilo, más con ojos abiertos.
      Libertad lo leí hace un tiempo, ver entrada, y lo dejé a un compañero de trabajo. A este le pareció demasiado denso -léase pesado- , poco profundo. Por alguna razón que se me escapa lo tengo ahora mismo sobre la mesa de mi despacho, descansando dos semanas, y me repito todos los días que tengo que llevármelo a la estantería de casa, a que descanse, sin embargo se me he resistido. Está aquí a mi derecha, junto al teléfono, hoy sé que me lo llevaré, por fin, a casa.

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