lunes, 13 de agosto de 2012

El loro de Flaubert, Julian Barnes

Imaginemos que paseando por Rouen vemos a unos magrebíes jugando a la petanca junto a la escultura de Flaubert. Imaginemos que esa estatua no es original y que existen, al menos, tres copias de la copia. Imaginemos que nos acercamos a los dos museos Flaubert y descubrimos que el famoso loro que le acompañó junto a su escritorio, está duplicado. ¿Cuál será el original? En realidad, ¿alguno es el original? Imaginemos que nos interesa un escritor que no quiere que nos interesemos por él, es más, dejó dicho que no nos interesáramos por él, imaginemos que iniciamos la aventura de conocer a otra persona de la que, en realidad, solo conocemos sus obras. ¿Estamos ante una biografía poco convencional d alguien que no quiso que hicieran biografías? 

el loro de flaubert-julian barnes-9788433920904El libro me sorprendió desde un principio. No me gustan las biografías, para nada, no me interesa la vida de los autores, soy muy poco cotilla, me importa un bledo si Flaubert fue sifilítico, pederasta o un genio. Me importan las obras, soy un lector compulsivo, un vicioso de la lectura. He de reconocer algo importante, soy filólogo, es decir, trabajo con la crítica literaria, el comentario de texto y la norma lingüística. Cuando estudiaba literatura en la facultad, acaso, ¿se puede estudiar literatura?, descubrí que mi interés por la vida y milagros de los autores era, exactamente, cero. Eso me ha traído problemas, con mis compañeros y en la propia facultad, vamos, que me interesa poco si el trauma de haberse caído de un columpio en la infancia repercute en el trazado de la arquitectura lingüística de este o aquel autor. Me importa la sintaxis, lo dicho. Ya sabéis que existe un íntimo lazo entre la gramática y lo dicho. Nuestro cerebro se constituye gramaticalmente, sintácticamente, y solo una buena educación lingüística nos hace expresarnos con claridad, incluso diría más, nos permite una correcta interpretación del mundo. Si no poseemos la herramienta que nos hace hombres, si no la desarrollamos, la comprensión de la realidad, o la expresión de lo imaginado es, sencillamente, difícil. En fin, dejo de divagar, lo que pretendo contaros es que como lector me interesa la lectura, lo dicho, cómo se cuenta, y el alcance emocional que pueda tener sobre mí. Sí, ya sé que estáis pensando que escribo un blog sobre crítica literaria, pero aquí os equivocáis, no escribo un blog de crítica de nada, es un baúl en que dejo constancia de lo leído para no olvidarme, para que mi memoria se vea reflejada en las palabras que tanto adoro. Me importa mi memoria porque flaquea, porque tiende al olvido, así en el blog, lo leído, adquiere la forma de mis pensamientos y puede ser revisado cuando me apetezca. En este libro también se habla de los críticos, de la aversión que Flaubert les tenía. Yo no les tengo ningún tipo de aversión, pero no dejan de ser lectores experimentados, en la mayoría de casos, en la obra de un autor. He visto en la Universidad muchos profesores que se entusiasmaban con la obra de, por ejemplo Flaubert, pero que no leían absolutamente nada más, eran unos lectores insuficientes, parciales, contaminados. El hombre quiere diferenciarse del resto, ganar una medalla olímpica, vamos, y su necesidad le lleva a especializarse, por ejemplo, en los indigenismos en la obra de Roa Bastos, pero, acaso, ¿no será más importante la lectura de la obra, el disfrute como lector, las sensaciones, los pensamientos que se derivan, las contradicciones, lo derivado? Esto criticaba Flaubert y es lo que critica nuestro autor, la falta de perspectiva, el microcosmos, la ausencia de talento, en muchos casos. No creo que los críticos sean escritores frustrados, en absoluto, pero sí pienso en que hacen un trabajo inútil, cada lector es una isla de gustos e ideología que se representa a sí y a su cultura. 

En fin, todo lo dicho deriva de la lectura del libro, es lo que llevo pensando un par de días, mejor o peor expresado, es lo que se deriva de mi lectura, de mis impresiones. El libro no es una biografía, es una novela que toma como personajes tanto al autor de la misma como al propio Flaubert y amigos. Navega el autor en su propia vida para encontrar la de Flaubert. Reflexiona sobre la amistad, fundamental en cualquier existencia, la crítica, el arte, expresión de lo sublime, la escritura, los viajes, el amor, el sexo, como aspecto constitutivo y nucleador de la existencia. Hay una anécdota de Flaubert, apócrifa o no, que m ha hecho pensar mucho. Flaubert tiene una amante casada enamorada de él, o no, y un buen día él desaparece tres meses en un viaje que hace con su amigo De Camp, ella agobiada lo busca y le monta un escándalo, él no entiende nada, para él el amor solo debe fidelidad a uno mismo, interesante. Se centra mucho en Madame Bovary, en el adulterio que sirve de paralelismo al adulterio de su propia esposa, la del autor, que da lugar a su reflexión. En realidad, se pregunta, ¿hubiera sido más feliz sin saberlo? O acaso ¿hubiera sido más feliz si ella no hubiera desaparecido largos periodos para sus aventuras? Se pregunta ¿no habría estado, igualmente en su lecho de muerte? La respuesta es obvia, el autor estuvo en su lecho de muerte y amó a su mujer aun cuando ella, probablemente nunca lo hizo. 

En fin, ya sabéis que no soy amigo de decir que os leáis nada de nada, es vuestra elección, yo paso de tanta responsabilidad, pero sí os digo que he disfrutado mucho, que he pensado mucho más, que he gozado con su virtuosismo técnico, la distribución formal, la trama, y que he entendido que la lectura es un placer supremo. En España lo tenéis en Anagrama, aquí os dejo la sinopsis: 

Un despliegue de gran audacia técnica y elegante virtuosismo, al servicio de una amenísima trama en la que se alterna la ficción con hechos reales muy imaginativamente ordenados. Un libro que ha tenido un extraordinario éxito, tanto de crítica como de ventas, y ha recibido numerosos galardones. Esta novela no trata sólo del loro que aparecía en Un coeur simple, sino también de ferrocarriles y de osos; de Francia y de Inglaterra; de la vida y del arte; del sexo y de la muerte; de George Sand y de Louise Colet; de los (odiados) estudiosos de la obra de Flaubert y de las virtudes del lector «aficionado». Y todo ello de la pluma de un enigmático narrador, el doctor Braithwaite, apasionado por Flaubert, cuya vida y secretos nos son progresivamente desvelados.

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